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Eduardo Patiño

Ricky y su mar de dudas

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Madison Square Garden, New York, 02:03 de la madrugada hora española: “With the fifth pick in the 2009 NBA Draft, the Minnesota Timberwolves select Ricky Rubio from El Masnou, Spain”. Con estas palabras, David Stern ponía voz al sueño de un pequeño genio nacido a las afueras de Barcelona, al tiempo que anunciaba el inicio de un tortuoso periodo de incertidumbre acerca del futuro del jugador. Mientras Ricky lucía sonrisa en cada paso hacia el estrado con la gorra de los Timberwolves, parecía contemplar con cierta resignación el enorme abanico de posibilidades que se abriría a partir de ese momento. ¡Cuantas veces habría soñado con esa frase!, y cuantas veces habrá cruzado los dedos para evitar equipos como los Wolves.

Pasa ser honestos el nudo de la historia ha sido bastante decepcionante. Primero porque era el día de las futuras estrellas, y allí Ricky ya es una celebridad, y segundo porque nadie de su entorno se imaginaba cayendo hasta el número cinco, y menos camino de Minnesota. Y eso se notó en su rostro. Aunque comenzó la velada aparentemente tranquilo y confiado de sí mismo, incluso bromeando con Blake Griffin - a priori la estrella del Draft- , su gesto se fue torciendo conforme avanzaba la noche. Ricky, que dentro de la pista ya está curtido en mil batallas, no supo disimular su disgusto cuando las cámaras de la organización le enfocaron tras no ser elegido por Oklahoma y Sacramento, respectivamente. ¡Se cumplieron los peores pronósticos!.

Sí, esos que indicaban que su cotización había decaído en las últimas fechas por diversos problemas en el entorno del jugador. Tras un año situado en el ‘Top tres’ del Draft y con media NBA siguiendo sus pasos, sorpresa: ni dos (Memphis), ni tres (Thunder), ni cuatro (Kings), a Minnesota en la quinta posición, y encima los Timberwolves se cubren las espaldas, ante una más que posible espantada del catalán, seleccionando en el número seis a otro prometedor base, Jonny Flynn. En Minnesota ya saben que Ricky no jugará allí, por lo que la única solución parece un traspaso.

Como ya avisamos hace unas semanas, su elevada cláusula de rescisión podía ocasionarle demasiados problemas a la hora de dar el sí quiero a una franquicia NBA. Y, aunque las negociaciones han avanzado y se espera que acaben en buen puerto, así ha sido: ningún general manager quería arriesgar una posición tan alta de Draft para un jugador que pudiera echar marcha atrás como hizo en su día Fran Vázquez. Pero también es momento de hacer autocrítica, y quizá Ricky también se haya equivocado. Para empezar, sus agentes le han mal influenciado, metiéndole en una guerra interna con el DKV que puede acabar en los tribunales, se han negado a asistir a determinados ‘workout’ o entrenamientos particulares, han seleccionado a dedo las franquicias en las que estarían dispuestos a jugar y ni siquiera han acudido a la presentación de novatos de los Timberwolves.

Ilusión, decepción y, ahora, dudas. Aunque su deseo inmediato sigue siendo la NBA, el quinto puesto en el Draft le concede un salario de poco más de dos millones de euros, por lo que le sería casi imposible pagar su cláusula de 4,7 millones de euros. A partir de ahí se abren muchas puertas. Cumplir contrato con Minnesota (casi imposible), traspaso de derechos a New York Knicks (su deseo y lo ideal) o Houston Rockets (buena opción), permanecer uno o dos años más en el DKV (será difícil que se reconcilien después de acudir a los tribunales) o convertirse en el nuevo galáctico de Florentino Pérez (¡lo que faltaba!). Decida lo que decida, esperemos que el desenlace de esta historia tenga final feliz.

Ricky y su mar de dudas

Eduardo Patiño
Eduardo Patiño
domingo, 28 de junio de 2009, 00:35 h (CET)
Madison Square Garden, New York, 02:03 de la madrugada hora española: “With the fifth pick in the 2009 NBA Draft, the Minnesota Timberwolves select Ricky Rubio from El Masnou, Spain”. Con estas palabras, David Stern ponía voz al sueño de un pequeño genio nacido a las afueras de Barcelona, al tiempo que anunciaba el inicio de un tortuoso periodo de incertidumbre acerca del futuro del jugador. Mientras Ricky lucía sonrisa en cada paso hacia el estrado con la gorra de los Timberwolves, parecía contemplar con cierta resignación el enorme abanico de posibilidades que se abriría a partir de ese momento. ¡Cuantas veces habría soñado con esa frase!, y cuantas veces habrá cruzado los dedos para evitar equipos como los Wolves.

Pasa ser honestos el nudo de la historia ha sido bastante decepcionante. Primero porque era el día de las futuras estrellas, y allí Ricky ya es una celebridad, y segundo porque nadie de su entorno se imaginaba cayendo hasta el número cinco, y menos camino de Minnesota. Y eso se notó en su rostro. Aunque comenzó la velada aparentemente tranquilo y confiado de sí mismo, incluso bromeando con Blake Griffin - a priori la estrella del Draft- , su gesto se fue torciendo conforme avanzaba la noche. Ricky, que dentro de la pista ya está curtido en mil batallas, no supo disimular su disgusto cuando las cámaras de la organización le enfocaron tras no ser elegido por Oklahoma y Sacramento, respectivamente. ¡Se cumplieron los peores pronósticos!.

Sí, esos que indicaban que su cotización había decaído en las últimas fechas por diversos problemas en el entorno del jugador. Tras un año situado en el ‘Top tres’ del Draft y con media NBA siguiendo sus pasos, sorpresa: ni dos (Memphis), ni tres (Thunder), ni cuatro (Kings), a Minnesota en la quinta posición, y encima los Timberwolves se cubren las espaldas, ante una más que posible espantada del catalán, seleccionando en el número seis a otro prometedor base, Jonny Flynn. En Minnesota ya saben que Ricky no jugará allí, por lo que la única solución parece un traspaso.

Como ya avisamos hace unas semanas, su elevada cláusula de rescisión podía ocasionarle demasiados problemas a la hora de dar el sí quiero a una franquicia NBA. Y, aunque las negociaciones han avanzado y se espera que acaben en buen puerto, así ha sido: ningún general manager quería arriesgar una posición tan alta de Draft para un jugador que pudiera echar marcha atrás como hizo en su día Fran Vázquez. Pero también es momento de hacer autocrítica, y quizá Ricky también se haya equivocado. Para empezar, sus agentes le han mal influenciado, metiéndole en una guerra interna con el DKV que puede acabar en los tribunales, se han negado a asistir a determinados ‘workout’ o entrenamientos particulares, han seleccionado a dedo las franquicias en las que estarían dispuestos a jugar y ni siquiera han acudido a la presentación de novatos de los Timberwolves.

Ilusión, decepción y, ahora, dudas. Aunque su deseo inmediato sigue siendo la NBA, el quinto puesto en el Draft le concede un salario de poco más de dos millones de euros, por lo que le sería casi imposible pagar su cláusula de 4,7 millones de euros. A partir de ahí se abren muchas puertas. Cumplir contrato con Minnesota (casi imposible), traspaso de derechos a New York Knicks (su deseo y lo ideal) o Houston Rockets (buena opción), permanecer uno o dos años más en el DKV (será difícil que se reconcilien después de acudir a los tribunales) o convertirse en el nuevo galáctico de Florentino Pérez (¡lo que faltaba!). Decida lo que decida, esperemos que el desenlace de esta historia tenga final feliz.

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