Quien no ha discutido alguna vez con su pareja por el motivo más absurdo que podamos encontrar, sin duda discutir es una de las causas que producen un gran desgaste a la pareja llevándola en múltiples ocasiones a la ruptura de la relación.
Es curioso observar como algunas como algunas parejas comienzan a discutir una y otra vez, parece que quedaran atrapadas en una dinámica que se repite una y otra vez pareciese que se acercan a un agujero negro que las absorbe, esas parejas se dirigen sin retorno hacia él, es decir, hacia esas recurrentes y cansinas discusiones, que sin querer terminan en una discusión que parece no tener un motivo aparente o razón que marque el comienzo de ese momento que suele prolongarse en el tiempo en mayor o menor medida, pero que genera muescas en el alma de la relación.
Esas parejas que se quedan ancladas en estas dinámicas de vida, esas eternas discusiones recurrentes, terminan pensado en lo negativo y nocivo que es hablar con su pareja, y tienden a huir de las discusiones, se vuelven susceptibles a ellas, queriendo desterrarlas de su vida en todo momento, solución que no es la adecuada en ningún caso, ya que discutir no es malo, pues el objetivo de las mismas es construir la pareja.
Si ese objetivo de construcción cambia, la destruirá en cada lucha y dejaremos abiertas las opciones de que esa misma discusión mal cerrada se convierta en un enganche hacia la pelea constantes.
Como ves, diferencio esa parte óptima de construcción que denominamos discusión de esa otra que solemos denominar pelea donde aparece una mala gestión de las mismas lo que nos plantea el que veamos a la otra persona como un enemigo.
Para que esto no suceda debemos de tener claro siempre el objetivo con el que hemos comenzado la discusión, es decir, queríamos llegar a un acuerdo sobre algún tema en cuestión o simplemente queríamos expresar nuestra opinión sobre alguna situación concreta.
Los diferentes estudios acerca de las relaciones y esa tendencia a quedarse enganchado en esas discusiones dañinas parte de la actitud con la que las afrontamos, debemos de centrarnos en el consenso y el crecimiento mutuo como objetivo final de las mismas y no en esa actitud defensiva constante que te lleva a ver al otro como un enemigo. Esa percepción cambia nuestro objetivo de consenso por una actitud de ataque en la que necesitamos ganar siempre.
Otro elemento a tener en cuenta es el no bloquear, ni criticar a tu pareja, ya que es fundamental el potenciar el respeto mutuo, por lo tanto esos valores fundamentales que nos hacen ver a la otra parte como una persona que no podemos, ni debemos despreciar. Ello implica verlo o verla a tu mismo nivel. Uno de los elementos que más problemas y más huella deja en una relación es cuando consideramos a la otra persona como inferior.