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Eduardo Patiño

Gasol se casa con la historia

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Pau Gasol Sáez, el mejor jugador de baloncesto de la historia de nuestro país, ha cumplido su sueño, en Orlando, donde la factoría Disney hace realidad los sueños de miles de niños provenientes de todas partes del mundo. Esta vez le tocó a un muchacho grandullón de San Boi, pero el lugar escogido no fue Disney World, ni hubo personajes de ficción más allá de un mermado Superman. Fue a cuarenta kilómetros, en el Armway Arena, en un territorio que durante la batalla final fue hostil pero acabó rindiéndose ante la magia de los campeones.

Muchos, incluido David Stern, se quedaron sin su final soñada, sin esas superaudiencias e ingresos millonarios que hubieran generado los duelos de máxima rivalidad entre Lakers-Celtics o Kobe-LeBron. La eliminación de Boston y Cleveland a manos de un imparable Superman Howard, puso en el punto de mira a Pau Gasol. Él, tantas veces puesto en entredicho, ha sido el encargado de encontrar el antídoto, de quitarle los poderes a Superman, el encargado de arrancarse - a base de trabajo y esfuerzo - el injusto apodo de Gasoft. Ya nunca más será el blando. Por si había alguna duda, ahí está su anillo de campeón, ese anillo que le casa para siempre con la historia.

Y me alegro especialmente por él. Porque Gasol, aunque no ha sido el primero en hacer las Américas, es nuestro Cristóbal Colón, es el pionero de nuestra generación de oro, es la cabeza visible de nuestro baloncesto. Quizás no sea el más duro, ni el más musculoso, ni tenga la muñeca y suspensión de Nowitzki, ni la clase de Navarro, pero tampoco le hace falta, simplemente porque es mejor que todos ellos. Gasol arriesgó en su día, nadie le regaló nada, se marchó siendo un niño, sin saber inglés, se empeñó en mejorar día a día pese a jugar en un equipo perdedor, se ha ido ganado un respeto y haciendo un hueco entre los grandes, hasta llegar a ser lo que es hoy: el mejor jugador en la historia de nuestro país y todo un campeón, pero sobre todo un ejemplo.

Un ejemplo para todos, pero especialmente para esa juventud tantas veces criticada. No será tan mala cuando hay tipos como Nadal, Gasol, Contador o Alonso, entre otros. Podían haber salido chulos o prepotentes (como la mayoría de las estrellas NBA o del fútbol) pero no, han salido magníficos deportistas y mejores personas. Es más, estoy convencido de que, precisamente, son esos valores los que están llevando a nuestro deporte a vivir su época dorada.

Si su impresionante palmarés levanta admiración, más admirable resulta ver que como es capaz de posponer la celebración del sueño que ha perseguido toda su vida para felicitar -uno por uno- a todos los periodistas españoles desplazados hasta Orlando. Por todo lo conseguido y todo lo que representa, desde aquí mi apoyo a la candidatura de Pau como Príncipe de Asturias.

Pese a todos los valores que transmite este deporte llamado BA-LON-CES-TO y el prestigio que está concediendo a nuestro país, todavía hay que aguantar que TVE, la televisión que pagamos todos, retransmita el sorteo de la Primitiva durante el último cuarto de la final ACB. Patética una vez más. Unos tantos valores y otros tan pocos. Por cierto, felicidades al Regal Barça y a ese genio llamado Juan Carlos Navarro.

Gasol se casa con la historia

Eduardo Patiño
Eduardo Patiño
domingo, 21 de junio de 2009, 10:27 h (CET)
Pau Gasol Sáez, el mejor jugador de baloncesto de la historia de nuestro país, ha cumplido su sueño, en Orlando, donde la factoría Disney hace realidad los sueños de miles de niños provenientes de todas partes del mundo. Esta vez le tocó a un muchacho grandullón de San Boi, pero el lugar escogido no fue Disney World, ni hubo personajes de ficción más allá de un mermado Superman. Fue a cuarenta kilómetros, en el Armway Arena, en un territorio que durante la batalla final fue hostil pero acabó rindiéndose ante la magia de los campeones.

Muchos, incluido David Stern, se quedaron sin su final soñada, sin esas superaudiencias e ingresos millonarios que hubieran generado los duelos de máxima rivalidad entre Lakers-Celtics o Kobe-LeBron. La eliminación de Boston y Cleveland a manos de un imparable Superman Howard, puso en el punto de mira a Pau Gasol. Él, tantas veces puesto en entredicho, ha sido el encargado de encontrar el antídoto, de quitarle los poderes a Superman, el encargado de arrancarse - a base de trabajo y esfuerzo - el injusto apodo de Gasoft. Ya nunca más será el blando. Por si había alguna duda, ahí está su anillo de campeón, ese anillo que le casa para siempre con la historia.

Y me alegro especialmente por él. Porque Gasol, aunque no ha sido el primero en hacer las Américas, es nuestro Cristóbal Colón, es el pionero de nuestra generación de oro, es la cabeza visible de nuestro baloncesto. Quizás no sea el más duro, ni el más musculoso, ni tenga la muñeca y suspensión de Nowitzki, ni la clase de Navarro, pero tampoco le hace falta, simplemente porque es mejor que todos ellos. Gasol arriesgó en su día, nadie le regaló nada, se marchó siendo un niño, sin saber inglés, se empeñó en mejorar día a día pese a jugar en un equipo perdedor, se ha ido ganado un respeto y haciendo un hueco entre los grandes, hasta llegar a ser lo que es hoy: el mejor jugador en la historia de nuestro país y todo un campeón, pero sobre todo un ejemplo.

Un ejemplo para todos, pero especialmente para esa juventud tantas veces criticada. No será tan mala cuando hay tipos como Nadal, Gasol, Contador o Alonso, entre otros. Podían haber salido chulos o prepotentes (como la mayoría de las estrellas NBA o del fútbol) pero no, han salido magníficos deportistas y mejores personas. Es más, estoy convencido de que, precisamente, son esos valores los que están llevando a nuestro deporte a vivir su época dorada.

Si su impresionante palmarés levanta admiración, más admirable resulta ver que como es capaz de posponer la celebración del sueño que ha perseguido toda su vida para felicitar -uno por uno- a todos los periodistas españoles desplazados hasta Orlando. Por todo lo conseguido y todo lo que representa, desde aquí mi apoyo a la candidatura de Pau como Príncipe de Asturias.

Pese a todos los valores que transmite este deporte llamado BA-LON-CES-TO y el prestigio que está concediendo a nuestro país, todavía hay que aguantar que TVE, la televisión que pagamos todos, retransmita el sorteo de la Primitiva durante el último cuarto de la final ACB. Patética una vez más. Unos tantos valores y otros tan pocos. Por cierto, felicidades al Regal Barça y a ese genio llamado Juan Carlos Navarro.

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