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Resulta interesante la trayectoria política de este sujeto, claramente correoso

Como los pimientos

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Hace algo más de un mes ha fallecido Tomás Tueros, un sindicalista histórico, cofundador de Comisiones Obreras, cuando ser sindicalista era equivalente a tener la cárcel como cuasi domicilio, y no como ahora, cuando los liberados sindicales, por regla general, viven como marajás, ajenos a un horario laboral que cumplir y unas obligaciones que no sean leer plácidamente el periódico durante toda la mañana como consecuencia de esas maravillosas subvenciones que les llegan del gobierno central o autonómico por las que les tienen cogidos por los cojones, que es la parte más vergonzante por donde le pueden coger a uno, al menos si nos atenemos a una de las pinturas de las arquivoltas de una de las portadas de la catedral de Toro en la que el artista medieval no encontró otra manera más plástica de representar el juicio final que pintando a un tipo boca abajo y colgado por los cataplines. Se entiende que el de los cataplines es un tipo que supuestamente se ha condenado en el infierno.

Quiero decir que Tomás Tueros prefirió la dignidad a venderse, en unos momentos en los que la dignidad estaba cara y lo fácil era venderse.

Por supuesto que no estoy haciendo valoraciones políticas acerca de lo que pensaba Tomás Tueros o lo que pensaban entonces los del régimen. Solo me interesa hacer notar un punto de partida, y entiendo que Tueros, que no cedió en los momentos difíciles, no habría de ceder en los fáciles.

Por eso resulta interesante la trayectoria política de este sujeto, claramente correoso, nada sospechoso de fácil rendición.

Tomás Tueros empezó militando en el Partido Comunista de Euskadi hasta 1985. De ahí pasó al Partido de los Trabajadores de España-Unidad Comunista. En 1993 pasó al Partido Socialista de Euskadi. Poco antes de 2008 se afilió a UPyD, Unión para el Progreso y la Democracia.

Tomás Tueros ha fallecido a los 83 años y probablemente no se ha afiliado a Fuerza Nueva porque no le ha dado tiempo, ya que llevaba una clara trayectoria de izquierda a derecha.

El caso de Tomás Tueros no es atípico. Hay otros políticos conocidos que han seguido una trayectoria parecida: Boyer, Tamames, Leguina, Corcuera, por decir algunos que saltan a la vista. Hay otros que guardan celosamente su pasado izquierdista por pudor, por motivos políticamente correctos, aunque son todavía más políticamente correctos aquellos que lo que ocultan es un pasado en la extrema derecha cuando ahora aparecen como unos melifluos demócratas de toda la vida “sin pecado original”.

No recuerdo ahora quién fue el que comparó a los políticos de izquierda que salen del armario con los pepinos, que empiezan por un verde ecologista que no se sabe dónde coño va a terminar, para concluir la carrera política como unos morrones escarlatas.

En cuanto a la evolución de los que van de izquierda a derecha, parece lo más habitual, ya que cuando se es relativamente joven e inexperto, eso de la comuna es muy atractivo, pero con los años hace aparición en la mente la idea de la justicia distributiva, esto es, dar a cada uno lo suyo, y hacerle frente a los gorrones, esto es, a la mentalidad socialista, muy aficionada a no dar un palo al agua y pretender vivir como parásitos a costa de los demás y de su trabajo. Por mi experiencia profesional puedo decir que los que defienden su propio patrimonio con más ahínco suelen ser gentes de izquierdas: está bien eso de la socialización… siempre que se trate de los bienes de los demás, no de los propios. Hasta ahí podíamos llegar.

A mi modo de ver, Tomás Tueros no ha sido un vendido al capital, al fascismo o gilipolleces parecidas, sino un tipo con sentido común, consecuente con sus ideas, y con la mente sinceramente abierta como para aceptar cada vez más un progresivo espacio para la libertad en su pensamiento político hasta el punto de rectificar sin complejos hacia esa libertad que el socialismo niega.

Bienvenidos a la derecha todos los que como Tomás Tueros han sido capaces de liberarse de los tópicos irracionales de la izquierda que esclavizan a quien no tiene cojones de mandarlos a paseo. Bienvenidos todos los que no tienen miedo a ser libres y a defender la libertad individual de los demás, además de la suya: libertad de educación, libertad de empresa, libertad de religión, libertad cultural, etc. Bienvenidos los que no son inmovilistas y con su cambio demuestran que prefieren buscar la verdad a permanecer en el error de modo anquilosado. Bienvenidos los pimientos, aunque sean morrones, si eso supone libertad.

Como los pimientos

Resulta interesante la trayectoria política de este sujeto, claramente correoso
Antonio Moya Somolinos
sábado, 28 de mayo de 2016, 10:58 h (CET)
Hace algo más de un mes ha fallecido Tomás Tueros, un sindicalista histórico, cofundador de Comisiones Obreras, cuando ser sindicalista era equivalente a tener la cárcel como cuasi domicilio, y no como ahora, cuando los liberados sindicales, por regla general, viven como marajás, ajenos a un horario laboral que cumplir y unas obligaciones que no sean leer plácidamente el periódico durante toda la mañana como consecuencia de esas maravillosas subvenciones que les llegan del gobierno central o autonómico por las que les tienen cogidos por los cojones, que es la parte más vergonzante por donde le pueden coger a uno, al menos si nos atenemos a una de las pinturas de las arquivoltas de una de las portadas de la catedral de Toro en la que el artista medieval no encontró otra manera más plástica de representar el juicio final que pintando a un tipo boca abajo y colgado por los cataplines. Se entiende que el de los cataplines es un tipo que supuestamente se ha condenado en el infierno.

Quiero decir que Tomás Tueros prefirió la dignidad a venderse, en unos momentos en los que la dignidad estaba cara y lo fácil era venderse.

Por supuesto que no estoy haciendo valoraciones políticas acerca de lo que pensaba Tomás Tueros o lo que pensaban entonces los del régimen. Solo me interesa hacer notar un punto de partida, y entiendo que Tueros, que no cedió en los momentos difíciles, no habría de ceder en los fáciles.

Por eso resulta interesante la trayectoria política de este sujeto, claramente correoso, nada sospechoso de fácil rendición.

Tomás Tueros empezó militando en el Partido Comunista de Euskadi hasta 1985. De ahí pasó al Partido de los Trabajadores de España-Unidad Comunista. En 1993 pasó al Partido Socialista de Euskadi. Poco antes de 2008 se afilió a UPyD, Unión para el Progreso y la Democracia.

Tomás Tueros ha fallecido a los 83 años y probablemente no se ha afiliado a Fuerza Nueva porque no le ha dado tiempo, ya que llevaba una clara trayectoria de izquierda a derecha.

El caso de Tomás Tueros no es atípico. Hay otros políticos conocidos que han seguido una trayectoria parecida: Boyer, Tamames, Leguina, Corcuera, por decir algunos que saltan a la vista. Hay otros que guardan celosamente su pasado izquierdista por pudor, por motivos políticamente correctos, aunque son todavía más políticamente correctos aquellos que lo que ocultan es un pasado en la extrema derecha cuando ahora aparecen como unos melifluos demócratas de toda la vida “sin pecado original”.

No recuerdo ahora quién fue el que comparó a los políticos de izquierda que salen del armario con los pepinos, que empiezan por un verde ecologista que no se sabe dónde coño va a terminar, para concluir la carrera política como unos morrones escarlatas.

En cuanto a la evolución de los que van de izquierda a derecha, parece lo más habitual, ya que cuando se es relativamente joven e inexperto, eso de la comuna es muy atractivo, pero con los años hace aparición en la mente la idea de la justicia distributiva, esto es, dar a cada uno lo suyo, y hacerle frente a los gorrones, esto es, a la mentalidad socialista, muy aficionada a no dar un palo al agua y pretender vivir como parásitos a costa de los demás y de su trabajo. Por mi experiencia profesional puedo decir que los que defienden su propio patrimonio con más ahínco suelen ser gentes de izquierdas: está bien eso de la socialización… siempre que se trate de los bienes de los demás, no de los propios. Hasta ahí podíamos llegar.

A mi modo de ver, Tomás Tueros no ha sido un vendido al capital, al fascismo o gilipolleces parecidas, sino un tipo con sentido común, consecuente con sus ideas, y con la mente sinceramente abierta como para aceptar cada vez más un progresivo espacio para la libertad en su pensamiento político hasta el punto de rectificar sin complejos hacia esa libertad que el socialismo niega.

Bienvenidos a la derecha todos los que como Tomás Tueros han sido capaces de liberarse de los tópicos irracionales de la izquierda que esclavizan a quien no tiene cojones de mandarlos a paseo. Bienvenidos todos los que no tienen miedo a ser libres y a defender la libertad individual de los demás, además de la suya: libertad de educación, libertad de empresa, libertad de religión, libertad cultural, etc. Bienvenidos los que no son inmovilistas y con su cambio demuestran que prefieren buscar la verdad a permanecer en el error de modo anquilosado. Bienvenidos los pimientos, aunque sean morrones, si eso supone libertad.

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