No se puede llegar ahí por aquí.
No si definimos (BEG ITAL)ahí(END ITAL) como cobertura médica para todo el mundo en Estados Unidos, menor gasto para millones de asegurados que estén siendo machacados por el precio, y alivio para los empresarios lastrados por un gasto que muchos desearían poder sacar del balance.
Y no si "aquí" es donde está atascado el debate político de la sanidad.
Por el momento, los Republicanos están contentos y los Demócratas son pesimistas a causa de un análisis de la Oficina Presupuestaria del Congreso -- basado en un borrador incompleto y anticipado de lo que es probable que sea la propuesta sanitaria de alineamiento más izquierdista en salir del Senado -- que muestra que la medida simplemente no va a conseguir su objetivo. La oficina presupuestaria dice que el borrador parcial compilado principalmente por el Senador Edward M. Kennedy, D-Mass., reduciría el número de los que no tienen seguro sólo alrededor de 16 millones (de los más de 47 millones) y costará alrededor de 1 billón de dólares a lo largo de la próxima década. Eso es muy poca gente a cambio de un montón de dinero.
Pero nadie debería sorprenderse ante ninguna de las dos cifras.
Para los que se incorporan al debate, el candidato Barack Obama nunca se presentó por una plataforma partidaria de proporcionar cobertura universal. Por supuesto siempre dijo -- ahora y entonces -- que su meta era asegurar a todo el mundo. Pero él nunca ha puesto sobre la mesa una propuesta concreta para hacerlo, y no ha aprobado un mandato firme que obligue a todo el mundo a contratar un seguro. ¿Se acuerda de aquellos debates durante las primarias en los que los rivales Hillary Clinton y John Edwards le criticaban por esto? Debió haber prestado atención.
Ahora el Presidente ha dejado los "flecos" legislativos, como le gusta llamarlos a la Casa Blanca, en manos de nuestros estimados legisladores del Congreso. Esto ha alimentado la mentalidad de todos contra todos, un instinto que no necesita de alimentación. Los legisladores de todas las variantes políticas están avanzando sus propias ideas, ninguna de ellas tan integral o realista como podría haber sido la propuesta avanzada por la administración.
¿Por qué? Porque los Senadores y los congresistas representan a electorados discretos movidos por sus propios intereses locales y políticos. No representan al país en su conjunto -- ni, cuando el asunto es tan complicado y tiene tantos matices regionales como el de la sanidad, se debería esperar que lo hicieran.
El resultado es una avalancha de propuestas que son labores de parcheado del sistema actual -- un sistema del que casi todo el mundo piensa que se está tambaleando al borde del colapso. Es una forma extraña de iniciar un importante proyecto de reconstrucción.
Nadie ha propuesto controles serios a los precios como un precio de descuento en las recetas realizado por una entidad pública, lo cual rebajaría el gasto manifiestamente. De hecho, el análisis inicial de la Oficina Presupuestaria por el que mis colegas izquierdistas están tan cabreados no demuestra ningún ahorro sino una gran cantidad de desplazamiento del gasto: el gobierno ahorraría dinero que ahora utiliza para subsidiar las pólizas libres de impuestos, porque algunos trabajadores prescindirían de los planes de la empresa y contratarían seguros a través de un nuevo “intercambio.” Pero estos ahorros sólo compensarían parcialmente el gasto de proporcionar subsidios a aquellos que no se pueden permitir la contratación de una póliza.
Mientras tanto, la industria del seguro privado sigue siendo la principal fuente de cobertura -- y la única, si la industria se sale con la suya y los Demócratas redactan la legislación que no genera un plan de protección pública como opción de compra.
Los defensores de un sistema nacional único que implicase controles explícitos del gasto y directrices para la atención médica -- que podría poner fin a prácticas tan derrochadoras como la realización de múltiples pruebas -- han sido acallados. Esto se debe en parte a que los Demócratas se echan a temblar cuando los Republicanos los llaman “socialistas.” Pero los Republicanos gritan "socialistas" hasta cuando los Demócratas promueven reformas débiles que apenas hacen mella en los intereses implicados. Eso es lo que sucede ahora mismo.
Nadie ha propuesto seriamente una reforma que logre lo que un sistema de fondo común se ha demostrado que logra en la mayor parte de los demás países: cobertura universal con costes inferiores que logra mejores resultados que lo que tenemos en Estados Unidos.
En la práctica, los Demócratas han abandonado por completo la idea de que todo el mundo debe estar cubierto sin excepción. Han evitado hasta el momento aprobar medidas claras de control del gasto que superarían los exámenes de legitimidad de los partidarios de la contención presupuestaria. Los esperados ahorros que Obama dice desear que la industria aseguradora privada registre son exactamente eso -- deseos.
Los ganadores hasta el momento son los lobistas de la industria sanitaria. Ellos intuyen que sus posibilidades de proteger los intereses de las grandes aseguradoras, las farmacéuticas, las especialidades médicas, las compañías tecnológicas y similares mejoran con cada día que pasa. Probablemente tienen razón.
____________________
Diario SIGLO XXI dispone de los derechos de publicación en exclusiva para medios digitales españoles de este y muchos otros columnistas del Washington Post Writers Group.