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Somos lo suficiente torpes para cubrirnos de pesados lastres

Renovación sin cortapisas

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Es imposible que nos entendamos sin brotes renovadores. La vitalidad entraña modificaciones constantes y exige novedades en los planteamientos. Los recursos son múltiples, pero los descuidos proliferan. Y las medias tintas irresolutivas son invasivas por su misma comodidad. Surge un clamor estentóreo; también la atención de la mirada habremos de meditarla, para dirigir los pasos y las ambiciones. Hay quien lo hace y, lo peor, a costa de los demás. Comento hoy alguno de esos brotes.

Las semillas olvidadas
Responden a las llamadas.
Son voluntariosas, prestas a poner en circulación las potencias contenidas en su interior. En una disposición de ofrecimiento poco contemplada hoy en día, porque abren caminos a base de la renuncia personal. En su espontaneidad son ambiguas, desconocen las inclinaciones del bien y del mal; responden a las condiciones externas. Con la presencia humana, cobra prestancia la necesidad de un FILTRADO modelador de su ambigüedad espontánea. Apasionante equilibrio. El problema suele radicar en los encargados de la selección y el desinterés general.

Suenan alegres los trinos,
Con melódicos embrujos.
Se trata del ilusionado canto de la expresión gozosa cuando prescinde de las cortapisas que pudieran amenazarlos. Como punto de partida son inigualables, retozones si cabe, aunque de una sinceridad estimulante; desde sus notas, los sentidos permanecen receptivos a las sensaciones venturosas por venir. Una espléndida declaración de principios, sin los turbios recovecos de los costumbrismos humanos. El HECHIZO de dichas estridencias apunta a potentes argumentos renovadores cargados de espontaneidad, sinceridad y belleza; aportaciones señeras a la vida en común con lazos rutilantes.

Estimulantes verdores
Destapan los horizontes
Somos lo suficiente torpes para cubrirnos de pesados lastres, no ya por falta de protección frente a las acciones foráneas, sino por las propias labores desempeñadas con frivolidad. Aparentemente liberados de las enormes cuestiones ideológicas, nos enredamos la mente con obstáculos injustificados, derivados de iniciativas estúpidas. Lo cual realza el interesante estímulo proveniente de la NATURALEZA; de los verdores primaverales asomados a todas las orientaciones y ajenos a las cerrazones intempestivas. Cada componente contribuye con la eclosión de sus esencias en una participación integrada en el conjunto.

Certeros Interruptores
Abren fieras cerrazones
En cuanto a la clavija adecuada, los instrumentos más insospechados, incluso minúsculos, los pequeños detalles, las ideas oportunas; pueden convertirse en los desencadenantes fogosos de aperturas ikmpensables. Tienen un enemigo declarado de poderoso arraigo. Imperan las tendencias monopolizadoras. Pese a las proclamas usuales, predominan los aires uniformistas; desde las diversiones al consumo, desde las democracias a las dictaduras. Por lo tanto, cobran el consiguiente interés los GESTOS con la capaciad de interrumpir esos circuitos; para un respiro, siquiera mínimo, de los pálpitos personales. Constituirían la clavija decisiva.

Y encienden las emociones
De dormidos corazones.
Algo hay que hacer, dado el carácter adormecedor de la rutina conformista. Apegados a los pequeños logros particulares acumulados, cunde el afán limitado a su conservación. El esfuerzo propio para los nuevos proyectos permanece postergado en los planos secundarios. También se adormecen los sentimientos, modulados por la cómoda estabilidad adquirida. Es preciso el REVULSIVO, ese toque impulsivo provocador de la sacudida. Con las recuperaciones emotivas volverán los afectos, pesares, entusiasmos, iniciativas; en una multiplicación de las opciones. Los rescoldos darán paso a las llamas esclarecedoras y creativas; depuradoras de las inconveniencias.

Inicios de buena estirpe
Para que uno se emancipe,
Pueden ser también personas o actuaciones, que necesitamos imperiosamente para el desplazamiento de la losa de subordinación inclemente. Teniendo en cuenta que la buena estirpe es juguetona cuando habla de la emancipación personal, cada cual con su diversidad a cuestas; requiere el complemento de la consideración COMUNITARIA. Aún no aprendimos esa conjunción primordial de que no hay tú sin nosotros; y el ampuloso nosotros queda amputado seriamente cuando prescinde de cada tú. La polarización extremosa impide la comprensión. Sin ese aprendizaje, reirá la enajenación de forma estentórea y prolongada.

Pendientes del colectivo
Con carácter afectivo,
Es bien diferente la grandilocuencia, vociferante, pero escasa de contenido, aprovechadora de la enorme difusión de los actuales medios de comunicación; de las expresiones coherentes con los argumentos elaborados con fundamento. La primera, toma a los demás ciudadanos por tontos incapaces de comprender las situaciones. No basta, no es suficiente, no; con la alusión reiterada al colectivo, al pueblo, a la nación, cuando se hace con la frialdad despectiva de los gestores desprensivos. La mirada afectuosa hacia el resto de las personas, ese mínimo de CONSIDERACIÓN, es un requisito primordial para los brotes renovadores bien trazados; al fin formamos parte de una complejidad común.

Presto el talante sincero
Afanados con con esmero.
Mientras dilucidamos si son dos cualidades de notable o débil presencia en los ajetreados ambientes actuales; escucharemos opiniones con todos los matices; aunque sólo de opiniones, iremos mal pertrechados a la aventura del futuro. ¡Hay tanto encubrimiento y trivialidad! Sin las buenas cualidades no arribaremos a las metas fascinantes. No son tan profundos los pozos donde encontrarlas, las llevamos en nuestro interior. Es cuestión de un ENFOQUE benefactor e ilusionante, demostrativo de lo mejor que llevamos dentro. Como consecuencia, utilizando ese bagaje con una calibración adecuada del esfuerzo, de los medios y de los objetivos. Un ofrecimiento generoso, a la vez egoísta, altruista y solidario.

La rigidez es encubridora por naturaleza, enemiga de la transparencia; sus fijaciones son paralizantes. El cariz evolutivo de la existencia reivindica un dinamismo inteligente, selectivo de las cualidades favorecedoras.

Renovación sin cortapisas

Somos lo suficiente torpes para cubrirnos de pesados lastres
Rafael Pérez Ortolá
viernes, 27 de mayo de 2016, 08:58 h (CET)
Es imposible que nos entendamos sin brotes renovadores. La vitalidad entraña modificaciones constantes y exige novedades en los planteamientos. Los recursos son múltiples, pero los descuidos proliferan. Y las medias tintas irresolutivas son invasivas por su misma comodidad. Surge un clamor estentóreo; también la atención de la mirada habremos de meditarla, para dirigir los pasos y las ambiciones. Hay quien lo hace y, lo peor, a costa de los demás. Comento hoy alguno de esos brotes.

Las semillas olvidadas
Responden a las llamadas.
Son voluntariosas, prestas a poner en circulación las potencias contenidas en su interior. En una disposición de ofrecimiento poco contemplada hoy en día, porque abren caminos a base de la renuncia personal. En su espontaneidad son ambiguas, desconocen las inclinaciones del bien y del mal; responden a las condiciones externas. Con la presencia humana, cobra prestancia la necesidad de un FILTRADO modelador de su ambigüedad espontánea. Apasionante equilibrio. El problema suele radicar en los encargados de la selección y el desinterés general.

Suenan alegres los trinos,
Con melódicos embrujos.
Se trata del ilusionado canto de la expresión gozosa cuando prescinde de las cortapisas que pudieran amenazarlos. Como punto de partida son inigualables, retozones si cabe, aunque de una sinceridad estimulante; desde sus notas, los sentidos permanecen receptivos a las sensaciones venturosas por venir. Una espléndida declaración de principios, sin los turbios recovecos de los costumbrismos humanos. El HECHIZO de dichas estridencias apunta a potentes argumentos renovadores cargados de espontaneidad, sinceridad y belleza; aportaciones señeras a la vida en común con lazos rutilantes.

Estimulantes verdores
Destapan los horizontes
Somos lo suficiente torpes para cubrirnos de pesados lastres, no ya por falta de protección frente a las acciones foráneas, sino por las propias labores desempeñadas con frivolidad. Aparentemente liberados de las enormes cuestiones ideológicas, nos enredamos la mente con obstáculos injustificados, derivados de iniciativas estúpidas. Lo cual realza el interesante estímulo proveniente de la NATURALEZA; de los verdores primaverales asomados a todas las orientaciones y ajenos a las cerrazones intempestivas. Cada componente contribuye con la eclosión de sus esencias en una participación integrada en el conjunto.

Certeros Interruptores
Abren fieras cerrazones
En cuanto a la clavija adecuada, los instrumentos más insospechados, incluso minúsculos, los pequeños detalles, las ideas oportunas; pueden convertirse en los desencadenantes fogosos de aperturas ikmpensables. Tienen un enemigo declarado de poderoso arraigo. Imperan las tendencias monopolizadoras. Pese a las proclamas usuales, predominan los aires uniformistas; desde las diversiones al consumo, desde las democracias a las dictaduras. Por lo tanto, cobran el consiguiente interés los GESTOS con la capaciad de interrumpir esos circuitos; para un respiro, siquiera mínimo, de los pálpitos personales. Constituirían la clavija decisiva.

Y encienden las emociones
De dormidos corazones.
Algo hay que hacer, dado el carácter adormecedor de la rutina conformista. Apegados a los pequeños logros particulares acumulados, cunde el afán limitado a su conservación. El esfuerzo propio para los nuevos proyectos permanece postergado en los planos secundarios. También se adormecen los sentimientos, modulados por la cómoda estabilidad adquirida. Es preciso el REVULSIVO, ese toque impulsivo provocador de la sacudida. Con las recuperaciones emotivas volverán los afectos, pesares, entusiasmos, iniciativas; en una multiplicación de las opciones. Los rescoldos darán paso a las llamas esclarecedoras y creativas; depuradoras de las inconveniencias.

Inicios de buena estirpe
Para que uno se emancipe,
Pueden ser también personas o actuaciones, que necesitamos imperiosamente para el desplazamiento de la losa de subordinación inclemente. Teniendo en cuenta que la buena estirpe es juguetona cuando habla de la emancipación personal, cada cual con su diversidad a cuestas; requiere el complemento de la consideración COMUNITARIA. Aún no aprendimos esa conjunción primordial de que no hay tú sin nosotros; y el ampuloso nosotros queda amputado seriamente cuando prescinde de cada tú. La polarización extremosa impide la comprensión. Sin ese aprendizaje, reirá la enajenación de forma estentórea y prolongada.

Pendientes del colectivo
Con carácter afectivo,
Es bien diferente la grandilocuencia, vociferante, pero escasa de contenido, aprovechadora de la enorme difusión de los actuales medios de comunicación; de las expresiones coherentes con los argumentos elaborados con fundamento. La primera, toma a los demás ciudadanos por tontos incapaces de comprender las situaciones. No basta, no es suficiente, no; con la alusión reiterada al colectivo, al pueblo, a la nación, cuando se hace con la frialdad despectiva de los gestores desprensivos. La mirada afectuosa hacia el resto de las personas, ese mínimo de CONSIDERACIÓN, es un requisito primordial para los brotes renovadores bien trazados; al fin formamos parte de una complejidad común.

Presto el talante sincero
Afanados con con esmero.
Mientras dilucidamos si son dos cualidades de notable o débil presencia en los ajetreados ambientes actuales; escucharemos opiniones con todos los matices; aunque sólo de opiniones, iremos mal pertrechados a la aventura del futuro. ¡Hay tanto encubrimiento y trivialidad! Sin las buenas cualidades no arribaremos a las metas fascinantes. No son tan profundos los pozos donde encontrarlas, las llevamos en nuestro interior. Es cuestión de un ENFOQUE benefactor e ilusionante, demostrativo de lo mejor que llevamos dentro. Como consecuencia, utilizando ese bagaje con una calibración adecuada del esfuerzo, de los medios y de los objetivos. Un ofrecimiento generoso, a la vez egoísta, altruista y solidario.

La rigidez es encubridora por naturaleza, enemiga de la transparencia; sus fijaciones son paralizantes. El cariz evolutivo de la existencia reivindica un dinamismo inteligente, selectivo de las cualidades favorecedoras.

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