Es como los pañuelos que salen de los bolsillos, desplegados, y. que, se agitan briosamente en una tarde toros. Significan, entre otras cosas, que el “respetable” ha decidido que el astado sea retirado a los corrales –no todos llevan un pañuelo verde, que es lo suyo-, por inútil para ser lidiado, o, en otros momentos, que el maestro se ha hecho merecedor de uno o más trofeos, léase apéndices corporales, del cornúpeta. Como es un fenómeno que en las elecciones al Parlamento Europeo se viene dando en forma creciente, merece la pena dedicarle una ojeada con este prodigioso y mágico catalejo que tan sólo con frotarlo con una gamuza penetra en lo más hondo cual estocada bien clavada a volapié.
En las pasadas elecciones se han recontado doscientos veinte mil sobres vacíos –votos en blanco-, que son como la abstención formal y democrática, esto es, que se molestan en ir a votar – a “no votar”- pero que se manifiestan de modo civilizado contra el actual sistema europarlamentario. Es decir, que agitan sus pañuelos blancos e impolutos para que el Señor Presidente tenga a bien sacar su pañuelo verde, y, con ello, ordenar la salida de los mansos que arropen la retirada del toro “flojo” directamente al desolladero, sin el honor de ser lidiado por un espada de reconocido prestigio. Pues, algo así, han intentado esos doscientos mil y pico “no votantes” con su impoluto y blanco voto, sólo que -aunque en cada elección van creciendo-, todavía no son mayoría, y el Presidente no les concede su venia para que retiren de la plaza a los candidatos y se suspendan las elecciones.
Claro, que, aquí hay una trampa, se puede afirmar. Si se suman los “no votos” de los vagos, de los que se quedaron en casa, o se fueron de picnic, que son un cincuenta y tantos por ciento, uniforme en toda Europa, la mayoría de pañuelos blancos agitados en la plaza es definitiva. Solo que eso, como diría Epifanio, “no se vale”. Y, de este modo, con una trampa democrática, sigue la europarlamentaria fiesta. La única solución es que los comodones en las próximas elecciones, vayan a votar con un sobre vacío, y el mar de pañuelos blancos agitados al viento de una tarde, un buen rato después de las cinco en punto, resulten mayoría absoluta.
Del mismo modo que ZP, a lo único que teme es a una revolución en el PP que le ponga a Esperanza frente a frente suya en el Congreso de los Diputados, algo parecido le sucede al Europarlamento con el voto en blanco. La perplejidad de la Unión Europea ante una posible negativa de los europeos a la actual organización, Consejo, Comisión, Parlamento, sería todo un escándalo consecuencia de la madurez “democrática” de las gentes y los pueblos de Europa. La marea “blanca” debe ser prevista, no suceda como ha ocurrido con la Crisis, que sorprenda y se comience a tratar de resolver con parches y soluciones de cada país por su cuenta. Quienes creen en Europa son los primeros en votar en blanco, porque ven que con el actual sistema no se va a ninguna parte. ¿Quién entiende a, o de, Europa? ¿No será más bien que algunos han querido hacer una Europa a su medida, y por ahí no pasan los europeos?...