España, señores, que es incapaz de poner orden en sus asuntos internos, que ha tenido que recurrir a una segunda votación, incapaz de que los directivos de los partidos, que fueron favorecidos con mayor cantidad de votos a su favor, se pusieran de acuerdo, a pesar de disponer de cuatro meses para intentarlo; parece pensar que está en condiciones de arreglar los asuntos de casa ajena, a pesar de tener pruebas fehacientes de haber salido trasquilada en otras ocasiones en que lo ha intentado. No ha servido de nada que el señor Nicolás Maduro, sátrapa y opresor de los venezolanos, nos haya tratado a golpe de baqueta en cada ocasión que, desde nuestra nación, se le hayan reprochado sus maneras dictatoriales, sus apoyos a los comunistas de Podemos o que se le haya recriminado que, de las esquilmadas cajas del país venezolano, se hayan sacado millones de dólares para financiar la acción de sus enviados comunistas dedicada a desestabilizar la democracia española. Una vez más, este espíritu heredado de cuando toda Europa estaba bajo el dominio de los ejércitos españoles, en aquellos tiempos en los que se podía afirmar, con razón, de que en los dominios españoles nunca se ponía el Sol; ha salido a relucir aunque, en la actualidad, el Sol que nos ilumina a los españoles está muy lejos de tener aquella magnificencia y esplendor que le atribuían las huestes de Carlos V o Felipe II.
En efecto, da la sensación de que, aquellos que debieran de haber aprendido una buena lección de patriotismo, los que en sus actos debieran haber demostrado tener la sabiduría política para aplicarla dentro de nuestro país o aquellos que, durante el tiempo en el que dirigieron los destinos de la nación española, lo único que consiguieron, después de haber heredado una nación que había logrado el reconocimiento unánime del resto de países europeos, por los logros conseguidos en cuanto a su recuperación y desarrollo en materia económica, financiera, social e internacional, durante las legislaturas del señor Aznar; se han olvidado, como es el caso del señor José Luis Rodríguez Zapatero, del gran mal que sus dos legislaturas le causaron al país español; de su manifiesta incapacidad para afrontar una crisis que le pilló completamente de sorpresa y, ante la cual, su única reacción fue el negarla, el acusar a los que la denunciaban que eran unos malos patriotas o el echar bravatas completamente absurdas, presumiendo de que España iba a adelantar en progreso a naciones como Francia o Alemania.
Como nuevos conquistadores de tierras ignotas, en esta ocasión han partido de nuestra tierra española tres aventureros dispuestos, una vez más, a demostrar que la sola presencia de esta “armada intelectual española” va a ser capaz de hacer entrar en razón a un señor que ya se ha encargado, por activa y por pasiva, de decirnos que no nos soporta, que está en contra de Rajoy y su gobierno, que desea destruir nuestra democracia y que no va a consentir que se salgan con la suya los aventureros españoles, que van a Venezuela para criticar su comportamiento con los venezolanos, reprocharle los encarcelamientos de miembros de la oposición y afearle que no haga caso de los acuerdos del Parlamento y se dedique a que el TS vaya tumbando, sistemáticamente, todas las leyes que con tanto fervor intentan ir aprobando (incluida la de amnistía y la que les permita echar al señor Maduro de la poltrona en la que tan firmemente está instalado).
Si ya resulta sorprendente cuando, el señor Sánchez, para demostrar la unidad de su partido, el PSOE, reúne a todas sus figuras destacadas, presentes y pasadas, para sacar pecho y demostrar la potencia de su partido; se haya atrevido a traerse a la reunión a una persona como Rodríguez Zapatero, que tan mal recuerdo trae a todos los españoles, destacado causante de la época más penosa de la historia de la democracia española, aquella en la que se dio el cambiazo a los valores, principios, tradiciones cristianas, institución familiar y virtudes humanas del pueblo español, para dar paso a un materialismo traducido en la filosofía relativista, donde se impuso el desprecio por la vida humana con el aborto, el desmoronamiento de la institución familiar tal como siempre se había entendido y el abandono de la ética y la moral así y como siempre se había entendido en la civilización cristiano–romana que venía rigiendo en nuestra nación.
Todavía más sorprendente es que, tanto el actual gobierno en funciones, como los socialistas y el resto de partidos políticos que tan mal se llevan, que tanto se critican y que se pasan los días desautorizándose mutuamente, se hayan quedado tan tranquilos ante esa comitiva quijotesca, en su intento de derribar aquellos presuntos gigantes que causaron el espanto de don Quijote y la acometida fatídica, lanza en ristre, con la que se enfrentó a los molinos de viento, convencido de que eran poderosos y malignos genios a los que era preciso destruir.
Si el señor Albert Rivera no pudo asistir a la manifestación organizada por del padre de Leopoldo López para pedir la libertad de los presos políticos en Venezuela, para reunirse, según ha trascendido, con los señores R.Zapatero y el ministro de Asuntos Exteriores, García Margallo; seguramente es que el tema que tenían entre manos era de suma importancia. ¿Hablaron de la posibilidad de que no se les permitiese entrar en Venezuela?, ¿trataron de lo que harían si no se les permitía hablar con los representantes de la oposición o de lo que le dirían al señor Maduro si se dignaba a recibirlos? ¿Pensaron, acaso, la excusa que pondrían si su misión fracasaba y tenían que volver a España con el rabo entre piernas? Nos gustaría saber, de verdad, qué tema de estado era tan poderoso para lograr que, representantes de los tres partidos enfrentados en la arena electoral, se reunieran en una reunión off de record, antes de que Rivera emprendiera su anunciado viaje a tierras venezolanas.
Uno, en su ignorancia, se pregunta qué es lo que piensan nuestro Gobierno, el señor Sánchez, líder del PSOE o el partido Ciudadanos ( quizá el que más tenga a ganar si tuvieran la gran suerte de conseguir, aunque nada más fuera alguna pequeña concesión, por parte del tirano venezolano) respeto a esta alocada aventura. Lo cierto es que no nos extraña una actitud semejante por parte de este componedor, pretendido Rasputín del gobierno español y free lance de la política española, señor Garcia Margallo, que ya no es la primera vez que nos sorprende con algunas de sus propuestas; no obstante, sí nos alarma que, desde la cúpula del PP, se le haya permitido inmiscuirse en esta operación de la que, lo más probable es que salgan trasquilados y, en el caso contrario, si obtuvieran alguna concesión del autócrata, de poco les iba a servir para impedir que sus sicarios en España siguieran minando el terreno, intentando hacerse con el poder de la nación española.
O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, tenemos la sensación de que se están dando palos de ciego, se buscan bazas políticas para apoyar las distintas candidaturas y se acude, a la desesperada, mientras se extreman las críticas a los competidores, a la búsqueda de algún éxito, aunque fuese mínimo, para intentar que los resultados de los comicios venideros no se conviertan en un calco de lo que sucedió el pasado 20D y que, la situación que se produzca a consecuencia de la votación del 26 de Junio, no sea una repetición, con ligeros retoques o maquillajes que no alteren, en lo fundamental, el paisaje político resultante de la anterior consulta del mes de diciembre. Lo que si es evidente es que, si las votaciones de la nueva consulta no varían de forma sustancial los resultado de diciembre, es evidente que España y los españoles nos vamos a enfrentar a una situación de gravedad, con posibilidades de que tengamos que afrontar una fase involucionista, cuyos resultados nadie es capaz de pronosticar.