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Eduardo Patiño

Déjà vu en Can Barça

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La de vueltas que da la vida. Samuel Eto’o, héroe hace tan solo diez días, parece estar viviendo su particular déjà vu. Señalado hace un año y readmitido a regañadientes poco después, el camerunés se ha encargado de demostrar a Guardiola -a base de goles y esfuerzo- que hay pocos delanteros en el mundo como él. Máximo goleador del equipo, tercero en la historia del club, comprometido como pocos, ganador nato, profesional, ejemplar cuando quiere… pero egoísta, egocéntrico y explosivo cuando se le cruzan los cables. Dos caras en una misma persona. Así es Samu: genio y figura hasta las últimas consecuencias.

“El club de mi corazón es el Mallorca y actualmente trabajo para el Barça. Eso es todo". Estas explosivas declaraciones, en las que confirmaba que su relación era como un matrimonio de conveniencia, reavivaron su fama de jugador polémico. Todo quedó en falsa alarma, Eto’o zanjó el asunto y no quiso echar más leña al fuego. Pero la mecha ya estaba encendida. A falta de un año para la conclusión de su contrato, el ariete proclamó a los cuatro vientos sus intenciones de cumplir su contrato y marcharse por donde había llegado. ¿Y cuál es el problema? Sylvinho ha terminado contrato y no ha pasado nada.

El problema viene por la actitud inesperada del jugador. Todos pensaban que un tipo tan temperamental como Eto’o explotaría en cualquier momento y el club aprovecharía para abrirle las puertas de par en par. Pero no ha sido así. Y ahora el club se encuentra ante una actitud irreprochable del jugador, que ha sabido tragarse la rabia interior del que se siente desplazado, ha trabajado a la sombra y se ha convertido en pieza clave del histórico triplete. ¿Y ahora Pep?.

Hace tan solo unos días Joan Laporta confesó que "Eto'o es el mejor delantero centro del mundo", pero inmediatamente matizó: “debemos preguntarle qué planes tiene y cuáles son sus preferencias". El club sabe que se encuentra entre la espada y la pared porque es el jugador quien tiene la llave de su futuro: no quiere renovar, tampoco será moneda de cambio…y está en su derecho, nadie puede reprocharle nada.

Lo peliagudo del asunto es que existe una importante colisión entre intereses económicos y deportivos. Por un lado, Guardiola sabe que la afición quiere al camerunés y que difícilmente encontrará en el mercado un jugador de su calidad, pero también reconoce que tenerle otro año en la plantilla es como jugar a la ruleta rusa y no quiere arriesgar más. Y por otro, el club sabe que es el momento idóneo para traspasar al jugador, ya que tiene reputación en el mercado, el año que viene se perdería dos meses de competición por la Copa de África, se marcharía gratis y, aparte de no rentabilizar el desembolso realizado años atrás, el verano que viene tendría que fichar a otro delantero de su nivel.

Pese a su gran campaña, el jugador sabe que es presa de su pasado y debía olérselo pues no salió en la foto de familia a la llegada al Aeropuerto del Prat, se marchó el primero de todas las cenas de equipo y parecía especialmente ausente en la fiesta de celebración del Camp Nou. Finalizada la temporada y con el triplete en el museo, el staff técnico del Barça se ha puesto a planificar el futuro y… ¡tachaaan!: mismo problema 365 días después. Guardiola no le quiere y el club reconoce su interés por fichar a Ibrahimovic. Habrá que ver cómo acaba este cuento, pero sería una lástima que el tercer máximo goleador de la historia del club, pieza clave de las últimas dos Champions, salga ahora por la puerta de atrás tras realizar una temporada, no de nueve, de diez.

Déjà vu en Can Barça

Eduardo Patiño
Eduardo Patiño
sábado, 6 de junio de 2009, 22:30 h (CET)
La de vueltas que da la vida. Samuel Eto’o, héroe hace tan solo diez días, parece estar viviendo su particular déjà vu. Señalado hace un año y readmitido a regañadientes poco después, el camerunés se ha encargado de demostrar a Guardiola -a base de goles y esfuerzo- que hay pocos delanteros en el mundo como él. Máximo goleador del equipo, tercero en la historia del club, comprometido como pocos, ganador nato, profesional, ejemplar cuando quiere… pero egoísta, egocéntrico y explosivo cuando se le cruzan los cables. Dos caras en una misma persona. Así es Samu: genio y figura hasta las últimas consecuencias.

“El club de mi corazón es el Mallorca y actualmente trabajo para el Barça. Eso es todo". Estas explosivas declaraciones, en las que confirmaba que su relación era como un matrimonio de conveniencia, reavivaron su fama de jugador polémico. Todo quedó en falsa alarma, Eto’o zanjó el asunto y no quiso echar más leña al fuego. Pero la mecha ya estaba encendida. A falta de un año para la conclusión de su contrato, el ariete proclamó a los cuatro vientos sus intenciones de cumplir su contrato y marcharse por donde había llegado. ¿Y cuál es el problema? Sylvinho ha terminado contrato y no ha pasado nada.

El problema viene por la actitud inesperada del jugador. Todos pensaban que un tipo tan temperamental como Eto’o explotaría en cualquier momento y el club aprovecharía para abrirle las puertas de par en par. Pero no ha sido así. Y ahora el club se encuentra ante una actitud irreprochable del jugador, que ha sabido tragarse la rabia interior del que se siente desplazado, ha trabajado a la sombra y se ha convertido en pieza clave del histórico triplete. ¿Y ahora Pep?.

Hace tan solo unos días Joan Laporta confesó que "Eto'o es el mejor delantero centro del mundo", pero inmediatamente matizó: “debemos preguntarle qué planes tiene y cuáles son sus preferencias". El club sabe que se encuentra entre la espada y la pared porque es el jugador quien tiene la llave de su futuro: no quiere renovar, tampoco será moneda de cambio…y está en su derecho, nadie puede reprocharle nada.

Lo peliagudo del asunto es que existe una importante colisión entre intereses económicos y deportivos. Por un lado, Guardiola sabe que la afición quiere al camerunés y que difícilmente encontrará en el mercado un jugador de su calidad, pero también reconoce que tenerle otro año en la plantilla es como jugar a la ruleta rusa y no quiere arriesgar más. Y por otro, el club sabe que es el momento idóneo para traspasar al jugador, ya que tiene reputación en el mercado, el año que viene se perdería dos meses de competición por la Copa de África, se marcharía gratis y, aparte de no rentabilizar el desembolso realizado años atrás, el verano que viene tendría que fichar a otro delantero de su nivel.

Pese a su gran campaña, el jugador sabe que es presa de su pasado y debía olérselo pues no salió en la foto de familia a la llegada al Aeropuerto del Prat, se marchó el primero de todas las cenas de equipo y parecía especialmente ausente en la fiesta de celebración del Camp Nou. Finalizada la temporada y con el triplete en el museo, el staff técnico del Barça se ha puesto a planificar el futuro y… ¡tachaaan!: mismo problema 365 días después. Guardiola no le quiere y el club reconoce su interés por fichar a Ibrahimovic. Habrá que ver cómo acaba este cuento, pero sería una lástima que el tercer máximo goleador de la historia del club, pieza clave de las últimas dos Champions, salga ahora por la puerta de atrás tras realizar una temporada, no de nueve, de diez.

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