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Chin-chin

No es cualquier día el de hoy

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Hoy es un día cuyo único objetivo es pasarlo bien. Sí, ya sé que escribir de fútbol no parece objetivo claro de todo aquel que se dedica al incierto arte de escribir sobre lo divinamente humano o lo humanamente divino; parece como si todo lo escrito, esencialmente si es poesía, tuviese que constreñirse al amor, tiempo, Dios y/o la nada, y aquello íntimo que explicas en clave de metáforas para que nadie lo entienda, ni siquiera ella, sea lo único interesante.

Vamos, que para la mayor parte del personal el o la poeta es un ser extraño al que no le está permitido gustar todo aquello que agrada al común de la Humanidad. Y a mí me gusta el fútbol, y más el balompié sentimental que florece desde la edad del pavo y al que continúa uno leal tras el paso de décadas y décadas.

También el fútbol, aunque no lo crean, es Literatura; todavía recuerdo cuando asistí como invitado a la Feria del Libro de Sevilla para intervenir en una “mesa redonda” para disertar precisamente sobre ese tema: “Literatura y Fútbol”.

Existe un dicho ronroneado por ahí que afirma que es más fácil cambiar de mujer que de periódico; qué burrada estarán diciendo de mí en estos momentos las féminas. Pues bien, la hay más gorda, a saber: más facilón es cambiar de dama que de equipo de fútbol. Lógicamente aguanto toda clase de comentarios que vayan contra esta verdad dogmática.

Todo este rollo viene a cuento porque hoy el Sevilla FC de mis amores se juega la final de la Europa League contra los ingleses del Liverpool en Basilea a las 20: 45 horas y todo este día lo tengo dedicado a tan rico menester, de ahí el madrugón de hoy para ponerme en plena forma mental y física con siesta incorporada.

Aunque el encuentro es televisado por una cadena de pago y lo podría ver apaciblemente en casa rodeado de ella y de música y símbolos sevillistas, he preferido aceptar la invitación de mis amigos del Gran Vía, en este caso “enemigos declarados del Sevilla”, para sufrir, llorar y reír con ellos en esta extraña “Noche en blanco” como el bueno de Ignacio ha bautizado.

Allí estaré ataviado con indumentaria de auténtico “palangana” para echar y vivir una noche, pase lo que pase, inolvidable. Si pierde mi Sevilla, lo sentiré aunque ponga cara de póker; pero si vence, aunque no tenga importancia para la gran mayoría, mi boca esbozará una sonrisa que alcanzará a todos ustedes.

Pase lo que pase: chin-chin.

Pero ganamos, vencimos y lo celebramos. Hasta la Copa del Rey sin esteladas.

No es cualquier día el de hoy

Chin-chin
José García Pérez
jueves, 19 de mayo de 2016, 09:50 h (CET)
Hoy es un día cuyo único objetivo es pasarlo bien. Sí, ya sé que escribir de fútbol no parece objetivo claro de todo aquel que se dedica al incierto arte de escribir sobre lo divinamente humano o lo humanamente divino; parece como si todo lo escrito, esencialmente si es poesía, tuviese que constreñirse al amor, tiempo, Dios y/o la nada, y aquello íntimo que explicas en clave de metáforas para que nadie lo entienda, ni siquiera ella, sea lo único interesante.

Vamos, que para la mayor parte del personal el o la poeta es un ser extraño al que no le está permitido gustar todo aquello que agrada al común de la Humanidad. Y a mí me gusta el fútbol, y más el balompié sentimental que florece desde la edad del pavo y al que continúa uno leal tras el paso de décadas y décadas.

También el fútbol, aunque no lo crean, es Literatura; todavía recuerdo cuando asistí como invitado a la Feria del Libro de Sevilla para intervenir en una “mesa redonda” para disertar precisamente sobre ese tema: “Literatura y Fútbol”.

Existe un dicho ronroneado por ahí que afirma que es más fácil cambiar de mujer que de periódico; qué burrada estarán diciendo de mí en estos momentos las féminas. Pues bien, la hay más gorda, a saber: más facilón es cambiar de dama que de equipo de fútbol. Lógicamente aguanto toda clase de comentarios que vayan contra esta verdad dogmática.

Todo este rollo viene a cuento porque hoy el Sevilla FC de mis amores se juega la final de la Europa League contra los ingleses del Liverpool en Basilea a las 20: 45 horas y todo este día lo tengo dedicado a tan rico menester, de ahí el madrugón de hoy para ponerme en plena forma mental y física con siesta incorporada.

Aunque el encuentro es televisado por una cadena de pago y lo podría ver apaciblemente en casa rodeado de ella y de música y símbolos sevillistas, he preferido aceptar la invitación de mis amigos del Gran Vía, en este caso “enemigos declarados del Sevilla”, para sufrir, llorar y reír con ellos en esta extraña “Noche en blanco” como el bueno de Ignacio ha bautizado.

Allí estaré ataviado con indumentaria de auténtico “palangana” para echar y vivir una noche, pase lo que pase, inolvidable. Si pierde mi Sevilla, lo sentiré aunque ponga cara de póker; pero si vence, aunque no tenga importancia para la gran mayoría, mi boca esbozará una sonrisa que alcanzará a todos ustedes.

Pase lo que pase: chin-chin.

Pero ganamos, vencimos y lo celebramos. Hasta la Copa del Rey sin esteladas.

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