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Marruecos quiebra lanzas en defensa de su integridad territorial, y se dispone a librar una batalla diplomática con más vigor que nunca

Sahara Occidental en el centro de la diplomacia marroquí

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En su afán por apoyar los esfuerzos diplomáticos marroquíes en las regiones y países donde existe algún apoyo al Frente Polisario en la cuestión del Sahara, la oficina de Asuntos Exteriores y de Cooperación Ministerial del Reino de Marruecos emitió cuatro resoluciones para reforzar las capacidades financieras de sus legaciones diplomáticas en cuestiones relativas a dicho problema.

Asuntos Exteriores asignó al presupuesto una fuerte suma sobre una base anual para beneficiar a sus embajadas en estos países, con mayores gastos de representación, beneficios a los jefes de las misiones diplomáticas y oficinas consulares, a las que delegó la responsabilidad de apoyar a quienes asisten en cuestiones relacionadas con la causa nacional de la integridad territorial de Marruecos.

El refuerzo financiero está destinado a cubrir gastos como recepciones, presentes, donaciones de asistencia social y contribución a las actividades culturales en dichos países.

Las autoridades de Rabat han manifestado en numerosas ocasiones que este conflicto, heredado de la guerra fría, se resolverá el día que Argelia lo desee y deje de maniobrar con sus marionetas del Polisario en el Sahara marroquí.

Detrás de este escenario, aparecen las ONG de varios países y su profuso despliegue periodístico militante, que como en muchos conflictos a lo largo y ancho del mundo, se encargan de echar leña al fuego para soliviantar los ànimos y perpetuar una tragedia de fácil finiquito que no tiene donde aterrizar, como dijera el asesinado presidente argelino Boudiaf.

Usurpadores de la representatividad popular instalados en las llamadas ONG, sobre todo españolas, son personajes que se eligen a sí mismos y, a pesar de contar con tan débil respaldo popular, reclaman la totalidad de la representación social y por ende, funciones, derechos y privilegios que corresponden a entidades legítimas.

Así un abigarrado conglomerado de personajes reclaman la representación de los pueblos del Sahara, y del pueblo español, a través de minúsculos grupos y asociaciones que usualmente superan en número a la suma de sus miembros, y que dicen expresar solidaridad con el pueblo “saharaui”. La fuerte campaña que desarrollaron logró captar algunas figuras notables en España, entre ellas el actor Willy Toledo, quien recientemente terminó dando la razón a Marruecos, tras la insistencia del Polisario en mantener secuestrada a la española Maloma Morales.

Curiosamente, el líder “saharaui” instrumentado para tantos desmanes por Argelia, no es oriundo del Sahara y tiene a toda su familia viviendo en Marruecos, sin sufrir represalia alguna. Su padre incluso participó del Consejo Real Consultivo para asuntos del Sahara.

Anécdotas aparte, quien algo conoce la historia africana sabe que Mauritania, el actual estado que toma la denominación de la antigua provincia del imperio romano en el Magreb, es una invención colonial, y que sus vastos desiertos estuvieron bajo la influencia de Marruecos por siglos. Dado que los límites reales del territorio de Marruecos alcanzaban el río Senegal, de ello se desprende que las tierras más al norte del Sahara eran también marroquíes.

Hacia 1700, fue el sultán marroquí Moulay lsmail quien designó a los gobernadores de Touat y Teghaza, y al emir de Trarza quien era uno de sus vasallos. Hacia finales del siglo XVIII la investidura de este emir seguía bajo la responsabilidad del sultán marroquí. La autoridad del Sultán marroquí sobre los pueblos del Sahara siguió siendo reconocida hasta muy entrado el siglo XX, por los comisionados españoles, según consta en documentos.

Por supuesto que además de las razones históricas, hay motivaciones políticas y económicas.

Pero me veo en la obligación moral de afirmar, como nativo de un país que en otros tiempos fue colonia española, que todo el conflicto parte de bases falsas, dado que es absurdo que los límites coloniales impuestos al desierto del Sahara ayer, por los conquistadores y esclavistas europeos, tengan que ser hoy respetados por países independientes como pretenden las raíces intelectuales de los argumentos “saharauis”. Si esto fuera lo razonable, en Sudamérica no deberían existir países como Paraguay, Uruguay o Bolivia, que deberían anexarse a la Argentina, pues todos ellos integraban el Virreinato del Rìo de la Plata en tiempos que dejaron de ser dominios de España.

En contrapartida, Marruecos debería dividirse en al menos seis territorios, como lo habían desmenuzado los colonialistas para administrar jirones de un territorio que oprimían.

Dijo un pensador que la lucha organizada y consciente emprendida por un pueblo colonizado para restablecer la soberanía de la nación, constituye la manifestación más plenamente cultural que existe. En el caso del Sahara Occidental, dibujado por los colonialistas españoles en el mapa para administrar lo que consideraban sus territorios africanos, deja de serlo desde un principio, dado que descansa sobre una matriz colonial trazada por los mismos opresores.

Sahara Occidental en el centro de la diplomacia marroquí

Marruecos quiebra lanzas en defensa de su integridad territorial, y se dispone a librar una batalla diplomática con más vigor que nunca
Luis Agüero Wagner
jueves, 19 de mayo de 2016, 09:38 h (CET)
En su afán por apoyar los esfuerzos diplomáticos marroquíes en las regiones y países donde existe algún apoyo al Frente Polisario en la cuestión del Sahara, la oficina de Asuntos Exteriores y de Cooperación Ministerial del Reino de Marruecos emitió cuatro resoluciones para reforzar las capacidades financieras de sus legaciones diplomáticas en cuestiones relativas a dicho problema.

Asuntos Exteriores asignó al presupuesto una fuerte suma sobre una base anual para beneficiar a sus embajadas en estos países, con mayores gastos de representación, beneficios a los jefes de las misiones diplomáticas y oficinas consulares, a las que delegó la responsabilidad de apoyar a quienes asisten en cuestiones relacionadas con la causa nacional de la integridad territorial de Marruecos.

El refuerzo financiero está destinado a cubrir gastos como recepciones, presentes, donaciones de asistencia social y contribución a las actividades culturales en dichos países.

Las autoridades de Rabat han manifestado en numerosas ocasiones que este conflicto, heredado de la guerra fría, se resolverá el día que Argelia lo desee y deje de maniobrar con sus marionetas del Polisario en el Sahara marroquí.

Detrás de este escenario, aparecen las ONG de varios países y su profuso despliegue periodístico militante, que como en muchos conflictos a lo largo y ancho del mundo, se encargan de echar leña al fuego para soliviantar los ànimos y perpetuar una tragedia de fácil finiquito que no tiene donde aterrizar, como dijera el asesinado presidente argelino Boudiaf.

Usurpadores de la representatividad popular instalados en las llamadas ONG, sobre todo españolas, son personajes que se eligen a sí mismos y, a pesar de contar con tan débil respaldo popular, reclaman la totalidad de la representación social y por ende, funciones, derechos y privilegios que corresponden a entidades legítimas.

Así un abigarrado conglomerado de personajes reclaman la representación de los pueblos del Sahara, y del pueblo español, a través de minúsculos grupos y asociaciones que usualmente superan en número a la suma de sus miembros, y que dicen expresar solidaridad con el pueblo “saharaui”. La fuerte campaña que desarrollaron logró captar algunas figuras notables en España, entre ellas el actor Willy Toledo, quien recientemente terminó dando la razón a Marruecos, tras la insistencia del Polisario en mantener secuestrada a la española Maloma Morales.

Curiosamente, el líder “saharaui” instrumentado para tantos desmanes por Argelia, no es oriundo del Sahara y tiene a toda su familia viviendo en Marruecos, sin sufrir represalia alguna. Su padre incluso participó del Consejo Real Consultivo para asuntos del Sahara.

Anécdotas aparte, quien algo conoce la historia africana sabe que Mauritania, el actual estado que toma la denominación de la antigua provincia del imperio romano en el Magreb, es una invención colonial, y que sus vastos desiertos estuvieron bajo la influencia de Marruecos por siglos. Dado que los límites reales del territorio de Marruecos alcanzaban el río Senegal, de ello se desprende que las tierras más al norte del Sahara eran también marroquíes.

Hacia 1700, fue el sultán marroquí Moulay lsmail quien designó a los gobernadores de Touat y Teghaza, y al emir de Trarza quien era uno de sus vasallos. Hacia finales del siglo XVIII la investidura de este emir seguía bajo la responsabilidad del sultán marroquí. La autoridad del Sultán marroquí sobre los pueblos del Sahara siguió siendo reconocida hasta muy entrado el siglo XX, por los comisionados españoles, según consta en documentos.

Por supuesto que además de las razones históricas, hay motivaciones políticas y económicas.

Pero me veo en la obligación moral de afirmar, como nativo de un país que en otros tiempos fue colonia española, que todo el conflicto parte de bases falsas, dado que es absurdo que los límites coloniales impuestos al desierto del Sahara ayer, por los conquistadores y esclavistas europeos, tengan que ser hoy respetados por países independientes como pretenden las raíces intelectuales de los argumentos “saharauis”. Si esto fuera lo razonable, en Sudamérica no deberían existir países como Paraguay, Uruguay o Bolivia, que deberían anexarse a la Argentina, pues todos ellos integraban el Virreinato del Rìo de la Plata en tiempos que dejaron de ser dominios de España.

En contrapartida, Marruecos debería dividirse en al menos seis territorios, como lo habían desmenuzado los colonialistas para administrar jirones de un territorio que oprimían.

Dijo un pensador que la lucha organizada y consciente emprendida por un pueblo colonizado para restablecer la soberanía de la nación, constituye la manifestación más plenamente cultural que existe. En el caso del Sahara Occidental, dibujado por los colonialistas españoles en el mapa para administrar lo que consideraban sus territorios africanos, deja de serlo desde un principio, dado que descansa sobre una matriz colonial trazada por los mismos opresores.

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