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Antonio Álvarez

Estúpidos

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Toni Nadal, entrenador y tío de Rafael Nadal, lo dijo bien claro: el público de Roland Garros es un poco “estúpido”. Pudo expresarse más alto, quizá desde la Torre Eiffel que tanto admiran nuestros queridos vecinos. Pero no pudo explicarlo de manera más clara. Los franceses son unos auténticos estúpidos cuando ven triunfar a un español en su país.

No hace mucho vivimos la lamentable proclamación de campeón del Tour de Francia 2006. Óscar Pereiro, segundo en la general en París pero posterior ganador tras el positivo de Floyd Landis, tuvo que reivindicar y protestar durante muchos meses para reclamar su maillot amarillo ante el intento galo de dejar el primer puesto en blanco. Entonces dio la sensación de que los gabachos preferían coronar a un americano sucio que a un español limpio.

Durante los últimos cuatro años se palpaba que los parisinos sufrían al ver triunfar a Nadal en su arcilla. Reconocían la superioridad del manacorí, pero a regañadientes. El comportamiento mostrado el domingo pasado en el encuentro que enfrentó al número uno de la ATP y actual campeón del torneo ante el desconocido Soderling fue la gota que colmó el vaso. Los gritos a favor del sueco estuvieron fuera de lugar y dejaron una mala imagen de la afición gala.

Siempre he reconocido la inteligencia y el buen estar de los franceses en el mundo del deporte. Tienen uno de los diarios deportivos más serios y respetables del mundo por su imparcialidad y buen periodismo. Sin embargo, vamos a decirlo claro: a los gabachos les jode que Nadal gane Roland Garros; que Induráin, Pereiro, Contador y Sastre se lleven su Tour; que España sea el país con más Ligas de Campeones, torneo de iniciativa francesa; y que un asturiano conduzca su cochecito de Fórmula Uno.

Señores vecinos de más allá de los pirineos, siempre nos miraron por encima del hombro, pero ahora van a tener que acostumbrarse a mirarnos a la altura de los ojitos porque España vive su edad de oro en el mundo del deporte. Comportamiento como el domingo es propio de niño envidioso y estúpido.

Estúpidos

Antonio Álvarez
Antonio Álvarez
miércoles, 3 de junio de 2009, 22:58 h (CET)
Toni Nadal, entrenador y tío de Rafael Nadal, lo dijo bien claro: el público de Roland Garros es un poco “estúpido”. Pudo expresarse más alto, quizá desde la Torre Eiffel que tanto admiran nuestros queridos vecinos. Pero no pudo explicarlo de manera más clara. Los franceses son unos auténticos estúpidos cuando ven triunfar a un español en su país.

No hace mucho vivimos la lamentable proclamación de campeón del Tour de Francia 2006. Óscar Pereiro, segundo en la general en París pero posterior ganador tras el positivo de Floyd Landis, tuvo que reivindicar y protestar durante muchos meses para reclamar su maillot amarillo ante el intento galo de dejar el primer puesto en blanco. Entonces dio la sensación de que los gabachos preferían coronar a un americano sucio que a un español limpio.

Durante los últimos cuatro años se palpaba que los parisinos sufrían al ver triunfar a Nadal en su arcilla. Reconocían la superioridad del manacorí, pero a regañadientes. El comportamiento mostrado el domingo pasado en el encuentro que enfrentó al número uno de la ATP y actual campeón del torneo ante el desconocido Soderling fue la gota que colmó el vaso. Los gritos a favor del sueco estuvieron fuera de lugar y dejaron una mala imagen de la afición gala.

Siempre he reconocido la inteligencia y el buen estar de los franceses en el mundo del deporte. Tienen uno de los diarios deportivos más serios y respetables del mundo por su imparcialidad y buen periodismo. Sin embargo, vamos a decirlo claro: a los gabachos les jode que Nadal gane Roland Garros; que Induráin, Pereiro, Contador y Sastre se lleven su Tour; que España sea el país con más Ligas de Campeones, torneo de iniciativa francesa; y que un asturiano conduzca su cochecito de Fórmula Uno.

Señores vecinos de más allá de los pirineos, siempre nos miraron por encima del hombro, pero ahora van a tener que acostumbrarse a mirarnos a la altura de los ojitos porque España vive su edad de oro en el mundo del deporte. Comportamiento como el domingo es propio de niño envidioso y estúpido.

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