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Álvaro Calleja

Sastre es distinto

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Quizá no es tan completo como Alberto Contador, ni tan rápido como Alejandro Valverde o, a lo mejor, no tiene la habilidad que posee Samuel Sánchez cuando la carretera pica hacia abajo, pero Carlos Sastre tiene algo que le diferencia del resto. Él nunca se rinde. Sea cual sea la situación el de El Barraco siempre lucha, no baja los brazos en ningún momento, por complicado que sea. Así ganó el Tour de Francia y así se ha llevado dos etapas del Giro de Italia. Es de una raza distinta. Un gregario que se vistió de líder y bombardeó el Tour de Francia por las curvas del mítico Alpe d´Huez, testigo de lujo de la leyenda que Carlos escribió en un marco incomparable, donde la victoria está reservada a valientes como él.

Aquel día algo cambió en la vida del abulense. Había cumplido un sueño. Sueño que se cuela en todos los ciclistas desde que cogen por primera vez la bicicleta. Un sueño que se hizo realidad y que coronó a un corredor trabajador, que da el 101% cada día. Un triunfo que le aportó aún más seguridad en sí mismo. Una seguridad que en el Giro del centenario hemos podido comprobar. Ha vuelto a hacerlo.

El Monte Petrano y el Monte Vesubio han sido los escenarios elegidos. Sastre elige bien, no se conforma con levantar los brazos en cualquier lugar. Dos victorias conseguidas como más les gusta a ellos, los corredores, y a nosotros, los aficionados. Demarrajes desde pie de puerto y lanzado directo hacia la gloria. Gloria situada en la cima. El camino hasta ella no es fácil, pero el de El Barraco siempre sabe cual es el que hay que tomar, porque él usa la cabeza, la mejor arma de un deportista.

Lástima que el Blockhaus se cruzara en su paso y le alejara de la prenda rosa, cuando a Menchov y a Di Luca ya les temblaban las piernas. No hay peor rival que Carlos Sastre. Todo lo que se propone, lo consigue. Un corredor distinto. Un corredor al que hay que aplaudir y al que hay que darle las gracias, porque cuando él ya no esté, algo en el ciclismo cambiará.

Sastre es distinto

Álvaro Calleja
Álvaro Calleja
sábado, 30 de mayo de 2009, 00:34 h (CET)
Quizá no es tan completo como Alberto Contador, ni tan rápido como Alejandro Valverde o, a lo mejor, no tiene la habilidad que posee Samuel Sánchez cuando la carretera pica hacia abajo, pero Carlos Sastre tiene algo que le diferencia del resto. Él nunca se rinde. Sea cual sea la situación el de El Barraco siempre lucha, no baja los brazos en ningún momento, por complicado que sea. Así ganó el Tour de Francia y así se ha llevado dos etapas del Giro de Italia. Es de una raza distinta. Un gregario que se vistió de líder y bombardeó el Tour de Francia por las curvas del mítico Alpe d´Huez, testigo de lujo de la leyenda que Carlos escribió en un marco incomparable, donde la victoria está reservada a valientes como él.

Aquel día algo cambió en la vida del abulense. Había cumplido un sueño. Sueño que se cuela en todos los ciclistas desde que cogen por primera vez la bicicleta. Un sueño que se hizo realidad y que coronó a un corredor trabajador, que da el 101% cada día. Un triunfo que le aportó aún más seguridad en sí mismo. Una seguridad que en el Giro del centenario hemos podido comprobar. Ha vuelto a hacerlo.

El Monte Petrano y el Monte Vesubio han sido los escenarios elegidos. Sastre elige bien, no se conforma con levantar los brazos en cualquier lugar. Dos victorias conseguidas como más les gusta a ellos, los corredores, y a nosotros, los aficionados. Demarrajes desde pie de puerto y lanzado directo hacia la gloria. Gloria situada en la cima. El camino hasta ella no es fácil, pero el de El Barraco siempre sabe cual es el que hay que tomar, porque él usa la cabeza, la mejor arma de un deportista.

Lástima que el Blockhaus se cruzara en su paso y le alejara de la prenda rosa, cuando a Menchov y a Di Luca ya les temblaban las piernas. No hay peor rival que Carlos Sastre. Todo lo que se propone, lo consigue. Un corredor distinto. Un corredor al que hay que aplaudir y al que hay que darle las gracias, porque cuando él ya no esté, algo en el ciclismo cambiará.

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