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El harakiri del PSOE

Elecciones, todos contra Podemos

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Definitivamente los partidos políticos españoles han sido incapaces de ponerse de acuerdo para formar gobierno o, al menos, para elegir un Presidente de Gobierno. España lleva ya casi medio año sin nadie al frente del Gobierno, Rajoy y sus mesnadas están en situación provisional. Si durante cuatro años no fueron capaces de llevar adelante una actuación de gobierno medianamente digna tampoco podemos ahora exigirles que se dejen de estar en stand bay y, con la que está cayendo, se dediquen a gobernar. Parecía, y así nos lo anunciaban algunas trompetas apocalípticas, que a partir del pasado 20 de Diciembre las cosas cambiarían, pero no fue así, la gente acudió a votar y, más o menos, todo siguió como en los cuatro años anteriores. Las elecciones las volvió a ganar el Partido Popular, aunque sin mayoría absoluta, el PSOE, cada día con la rosa más marchita, siguió siendo la segunda fuerza pero a años luz de aquellos resultados que en 1982 llevaron a Felipe González a la Moncloa, Izquierda Unida, desgraciadamente, siguió hundiéndose en la desesperación de los malos resultados gracias a la Ley d’Hont, y los que alardeaban de hacer desaparecer el bipartidismo, Ciudadanos y Podemos, vieron frustradas sus esperanzas de cambiar el panorama político español.

Con los resultados en la mano no cabía un Gobierno continuista y escorado a la derecha, PP y C’S no sumaban suficientes votos, pero durante unos días si que muchos creímos en un gobierno socialdemócrata con apoyos de Podemos y de la izquierda, más la abstención de los nacionalistas catalanes. Pero todo se desvaneció como el agua entre los dedos de la mano, en el PSOE la mayoría de sus barones se aferraron al lema de “Santiago y cierra España” y no quisieron ni tan sólo apoyarse en la abstención del nacionalismo catalán, España ante todo, era y es su consigna. El PSOE, con su actitud, se mostró más a la derecha que nunca y Pedro Sánchez no se sonrojó lo más mínimo al pactar con Albert Rivera, un individuo y un partido cuya única ideología es poder llegar al poder lo antes posible y por el camino que sea para machacar desde allí a Catalunya. Aquí, en este pacto antinatural, la socialdemocracia se hizo el harakiri con Pedro Sánchez empuñando la catana ejecutora.

Y, después de largas e infinitas semanas de indecisiones varias, volvemos a la casilla de salida, por primera vez el Rey, Felipe VI, convoca unas elecciones, al menos vemos que la monarquía sirve para algo, aunque tan sólo sea para firmar decretos en el BOE. A finales de Junio volveremos a tener que ir a votar, algunos, ya muy hartos, decidirán quedarse en casa y la abstención puede subir de manera escandalosa con lo que el PP saldrá ganando. Y, por desgracia los representantes del partido más corrupto de la historia de España, el Partido Popular, volverán a ganar las elecciones, los españoles son así, lamen la mano que les azota y perdonan a los ladrones que les han abocado a vivir desde hace años en la penuria y faltos de una política de bienestar social. Ciudadanos ya está preparándose para apoyar a la muchachada de la gaviota y gobernar en coalición con los corruptos y el PSOE anda errabundo sin saber que carta jugar porque tienen miedo de volver a ser aquella izquierda que llenó de esperanzas a los españoles en 1982 y que después les traicionó. Su tótem máximo, Felipe González, cada día les empuja más a la derecha desde su cómoda posición de detentador de prebendas, y desde el olvido de la ideología socialdemócrata a la que hace tiempo enterró entre los muros de una vivienda del madrileño barrio de Serrano.

Pero esta semana se ha encendido una luz de esperanza entre las filas de la izquierda, entre los que salieron a la calle hace un par de años y llenaron las plazas mayores de las principales capitales amparados en la esperanza de un cambio, entre los hartos de que, simplemente, se les llame a votar cada cuatro años y no se les deje intervenir ni decidir en la política. Podemos e Izquierda Unida han decidido acudir juntos, con un mínimo programa común, a las urnas. Es una buena noticia, las fuerzas de izquierda, aunque Pablo Iglesias no quiere reconocerse como tal, deben unirse, y más en estos momentos, deben ofrecer a los votantes una opción esperanzadora, una opción que ilusione y que puede hacer real el cambio que tantos y tantos votantes están esperando, y que en las elecciones del 20-D la socialdemocracia traicionó y dejó fuera de juego. No soy optimista, desconfió, en algunas cosas, de Podemos que cada día se parece más y más a los partidos tradicionales, pero en estos momentos necesito, necesitamos, creer en algo y en algunos, y yo voy a apostar en esta ocasión por esta unión, por este “`pacto de los botellines” como, despectivamente, les ha llamado la “brunete mediática”. Espero que, si llegan al poder, no traicionen tantas esperanzas como se van a poner en ellos.

Pero esta unión de izquierdas va a tener que pagar un peaje, ya han comenzado a pagarlo. En esta campaña electoral el lema va a ser todos contra Podemos”. La derecha, ese PP fiel representante también de la extrema derecha, ya está vaticinando un futuro apocalíptico si gana la coalición izquierdista, ya está amenazando con el radicalismo, y, hasta, con la llegada del comunismo, otra vez con rabo, cuerno y olor a azufre. Los “naranjitos” de Albert Rivera también, desde su bola de cristal, auguran grandes desastres en una España rota, vuelven a sacar a pasear el miedo a una Catalunya independiente. Y el PSOE, cada día menos socialista y obrero y más español, también lanza sus barones a pregonar la buena nueva de que nada tienen que hablar con quienes quieren romper España, simplemente porque en el programa de la coalición de izquierdas se habla del derecho que los catalanes tienen a hacer un referéndum. Ya lo ven, todos contra Podemos, y para ello no dudan en sacar en procesión, bajo palio si hace falta, viejos fantasmas franquistas como el anticomunismo y la España, una, grande y libre.

Cada uno puede votar lo que su conciencia le dicte, pero tan sólo pido que cuando llegue la hora la gente piense bien lo que vota, que no se deje encandilar por cantos de sirena ni engañar por los de siempre. Hay votar exigiendo responsabilidades a quienes han llevado España a la ruina mientras sus amigos llevaban millones de euros a territorios exentos de impuestos, a esos paraísos fiscales de los que la clase trabajadora no llegará nunca a ver ni tan solo las blancas arenas de sus playas. Nunca he podido concebir un trabajador o un pensionista de los que cobran la pensión mínima votando a un partido de derechas. Fueron tantos años de dictadura franquista sin tener el derecho a votar que todavía no sabemos hacerlo con dignidad y, muchas veces, la mayoría sigue votando a sus verdugos y explotadores, el País Valencià ha sido el mejor ejemplo de ello durante más de veinte años.

Elecciones, todos contra Podemos

El harakiri del PSOE
Rafa Esteve-Casanova
viernes, 13 de mayo de 2016, 02:12 h (CET)
Definitivamente los partidos políticos españoles han sido incapaces de ponerse de acuerdo para formar gobierno o, al menos, para elegir un Presidente de Gobierno. España lleva ya casi medio año sin nadie al frente del Gobierno, Rajoy y sus mesnadas están en situación provisional. Si durante cuatro años no fueron capaces de llevar adelante una actuación de gobierno medianamente digna tampoco podemos ahora exigirles que se dejen de estar en stand bay y, con la que está cayendo, se dediquen a gobernar. Parecía, y así nos lo anunciaban algunas trompetas apocalípticas, que a partir del pasado 20 de Diciembre las cosas cambiarían, pero no fue así, la gente acudió a votar y, más o menos, todo siguió como en los cuatro años anteriores. Las elecciones las volvió a ganar el Partido Popular, aunque sin mayoría absoluta, el PSOE, cada día con la rosa más marchita, siguió siendo la segunda fuerza pero a años luz de aquellos resultados que en 1982 llevaron a Felipe González a la Moncloa, Izquierda Unida, desgraciadamente, siguió hundiéndose en la desesperación de los malos resultados gracias a la Ley d’Hont, y los que alardeaban de hacer desaparecer el bipartidismo, Ciudadanos y Podemos, vieron frustradas sus esperanzas de cambiar el panorama político español.

Con los resultados en la mano no cabía un Gobierno continuista y escorado a la derecha, PP y C’S no sumaban suficientes votos, pero durante unos días si que muchos creímos en un gobierno socialdemócrata con apoyos de Podemos y de la izquierda, más la abstención de los nacionalistas catalanes. Pero todo se desvaneció como el agua entre los dedos de la mano, en el PSOE la mayoría de sus barones se aferraron al lema de “Santiago y cierra España” y no quisieron ni tan sólo apoyarse en la abstención del nacionalismo catalán, España ante todo, era y es su consigna. El PSOE, con su actitud, se mostró más a la derecha que nunca y Pedro Sánchez no se sonrojó lo más mínimo al pactar con Albert Rivera, un individuo y un partido cuya única ideología es poder llegar al poder lo antes posible y por el camino que sea para machacar desde allí a Catalunya. Aquí, en este pacto antinatural, la socialdemocracia se hizo el harakiri con Pedro Sánchez empuñando la catana ejecutora.

Y, después de largas e infinitas semanas de indecisiones varias, volvemos a la casilla de salida, por primera vez el Rey, Felipe VI, convoca unas elecciones, al menos vemos que la monarquía sirve para algo, aunque tan sólo sea para firmar decretos en el BOE. A finales de Junio volveremos a tener que ir a votar, algunos, ya muy hartos, decidirán quedarse en casa y la abstención puede subir de manera escandalosa con lo que el PP saldrá ganando. Y, por desgracia los representantes del partido más corrupto de la historia de España, el Partido Popular, volverán a ganar las elecciones, los españoles son así, lamen la mano que les azota y perdonan a los ladrones que les han abocado a vivir desde hace años en la penuria y faltos de una política de bienestar social. Ciudadanos ya está preparándose para apoyar a la muchachada de la gaviota y gobernar en coalición con los corruptos y el PSOE anda errabundo sin saber que carta jugar porque tienen miedo de volver a ser aquella izquierda que llenó de esperanzas a los españoles en 1982 y que después les traicionó. Su tótem máximo, Felipe González, cada día les empuja más a la derecha desde su cómoda posición de detentador de prebendas, y desde el olvido de la ideología socialdemócrata a la que hace tiempo enterró entre los muros de una vivienda del madrileño barrio de Serrano.

Pero esta semana se ha encendido una luz de esperanza entre las filas de la izquierda, entre los que salieron a la calle hace un par de años y llenaron las plazas mayores de las principales capitales amparados en la esperanza de un cambio, entre los hartos de que, simplemente, se les llame a votar cada cuatro años y no se les deje intervenir ni decidir en la política. Podemos e Izquierda Unida han decidido acudir juntos, con un mínimo programa común, a las urnas. Es una buena noticia, las fuerzas de izquierda, aunque Pablo Iglesias no quiere reconocerse como tal, deben unirse, y más en estos momentos, deben ofrecer a los votantes una opción esperanzadora, una opción que ilusione y que puede hacer real el cambio que tantos y tantos votantes están esperando, y que en las elecciones del 20-D la socialdemocracia traicionó y dejó fuera de juego. No soy optimista, desconfió, en algunas cosas, de Podemos que cada día se parece más y más a los partidos tradicionales, pero en estos momentos necesito, necesitamos, creer en algo y en algunos, y yo voy a apostar en esta ocasión por esta unión, por este “`pacto de los botellines” como, despectivamente, les ha llamado la “brunete mediática”. Espero que, si llegan al poder, no traicionen tantas esperanzas como se van a poner en ellos.

Pero esta unión de izquierdas va a tener que pagar un peaje, ya han comenzado a pagarlo. En esta campaña electoral el lema va a ser todos contra Podemos”. La derecha, ese PP fiel representante también de la extrema derecha, ya está vaticinando un futuro apocalíptico si gana la coalición izquierdista, ya está amenazando con el radicalismo, y, hasta, con la llegada del comunismo, otra vez con rabo, cuerno y olor a azufre. Los “naranjitos” de Albert Rivera también, desde su bola de cristal, auguran grandes desastres en una España rota, vuelven a sacar a pasear el miedo a una Catalunya independiente. Y el PSOE, cada día menos socialista y obrero y más español, también lanza sus barones a pregonar la buena nueva de que nada tienen que hablar con quienes quieren romper España, simplemente porque en el programa de la coalición de izquierdas se habla del derecho que los catalanes tienen a hacer un referéndum. Ya lo ven, todos contra Podemos, y para ello no dudan en sacar en procesión, bajo palio si hace falta, viejos fantasmas franquistas como el anticomunismo y la España, una, grande y libre.

Cada uno puede votar lo que su conciencia le dicte, pero tan sólo pido que cuando llegue la hora la gente piense bien lo que vota, que no se deje encandilar por cantos de sirena ni engañar por los de siempre. Hay votar exigiendo responsabilidades a quienes han llevado España a la ruina mientras sus amigos llevaban millones de euros a territorios exentos de impuestos, a esos paraísos fiscales de los que la clase trabajadora no llegará nunca a ver ni tan solo las blancas arenas de sus playas. Nunca he podido concebir un trabajador o un pensionista de los que cobran la pensión mínima votando a un partido de derechas. Fueron tantos años de dictadura franquista sin tener el derecho a votar que todavía no sabemos hacerlo con dignidad y, muchas veces, la mayoría sigue votando a sus verdugos y explotadores, el País Valencià ha sido el mejor ejemplo de ello durante más de veinte años.

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