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Marie Cocco

Armados para ir al parque

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Botas de escalada, listas. Protección solar, lista. Botellas de agua, listas. Armas, cargadores, munición. Listo, listo, listo.

Es suficiente para revolverte el estómago antes de tostar el primer perrito caliente.

Al mismo tiempo que la agencia de conservación de parques y jardines daba el pistoletazo de salida a la temporada veraniega recordándonos que estas joyas de todos "ofrecen tradición, herencia, ocio y diversión para todos los miembros de la familia," la Asociación Nacional del Rifle se lo estaba pasando bomba. El lobby de las armas tiene mucho que celebrar este fin de semana de los Caídos.

Con su convicción inflexible usual, su desprecio a los derechos y la seguridad de los demás, y su cadena de argumentos inconexos, los partidarios de las armas en el Congreso lograron alcanzar lo que ni siquiera George W. Bush pudo hacer con su norma aprobada en el último momento que fue bloqueada en los tribunales: impusieron una ley que permite que los visitantes de los parques nacionales puedan llevar armas de fuego cargadas -- abierta o encubiertamente -- por los millones de kilómetros cuadrados de parajes, rutas rurales y enclaves históricos que generaciones de estadounidenses atesoran.

Es difícil estimar cuál es la amenaza más peligrosa: el desprecio que manifiesta el lobby de las armas a los espacios públicos más apreciados de la nación, o los Demócratas sin escrúpulos, los del Senado en especial, que toleraron esta abominación. Después está el Presidente Obama, que siendo candidato dijo ser partidario del control de armas pero que siendo presidente ha capitulado a los dictados del lobby de las armas, y sin atisbo de protesta.

Obama faltaba en abril a una promesa de campaña de intentar rehabilitar la ley de la era Clinton que prohíbe las armas de asalto, dejando aparte la petición del Presidente mexicano Felipe Calderón de volver a promulgar la prohibición como parte de una iniciativa encaminada a atajar por lo sano la violencia relacionada con las mafias de la droga que se desarrolla a lo largo de la frontera. Ahora Obama ha aprobado la legislación -- una reforma regulatoria de las tarjetas de crédito que promueve con impaciencia como parte de sus reformas económicas -- sin hacer un solo esfuerzo vigoroso por impedir que la norma que permite las armas en los espacios públicos se adjunte descaradamente a la medida en favor del consumidor con la que no tiene relación. El Obama candidato solía decir que este tipo de truco legislativo era sintomático de las viejas costumbres de Washington -- el desagradable intercambio de favores políticos que redunda en leyes desastrosas. Ahora simplemente capitula y escurre el bulto.

Al igual que con la mayoría de argumentos que exponen el lobby de las armas y sus partidarios, la defensa de llevar armas de fuego cargadas por los parques y los monumentos históricos es absurda. Parte de la premisa de que el derecho que especifica la Segunda Enmienda a llevar armas de fuego se impone siempre al sentido común regulador, cuando no hay nada más lejos de la realidad. Los titulares legales de un arma de fuego no están autorizados a llevarlas a bordo de aviones comerciales, por ejemplo, ni a llevarlas a los tribunales ni a edificios federales.

Aunque los partidarios, sobre todo el Senador Republicano de Oklahoma Tom Coburn, afirman que los titulares de las armas que tienen la licencia del estado tienen "el derecho a defenderse" dentro de los parques públicos, hay que plantear la pregunta: ¿De qué se defienden exactamente?

Los parques son seguros -- de hecho, hasta niveles increíbles. Según el servicio de conservación, durante el año 2007 se registraron 382 incidentes que encajan en la categoría de crimen violento que tiene el FBI (homicidio, violación, robo con violencia o asalto con agravantes). Se repartieron a lo largo de los 137.000 kilómetros cuadrados de espacios verdes públicos transitados por 275 millones de visitantes.

Coburn y gran parte de los demás americanos están mucho más seguros en un parque que en su casa. Oklahoma, con 3,6 millones de habitantes, registró 18.072 delitos violentos en el año 2007, según ilustran los datos del FBI.

Antes de este golpe de efecto legislativo, los propietarios legales de un arma no tenían prohibido llevarlas en los parques. Simplemente tenían que mantenerlas fuera de la vista y descargadas, obedeciendo las normas establecidas durante la administración Reagan. El año pasado, cuando salió a la luz que la administración Bush quería alterar la regulación, siete exdirectores del servicio de conservación -- remontándose hasta la administración Johnson e incluyendo a Republicanos y Demócratas -- manifestaron su oposición. Los exdirectores decían en una carta dirigida al Secretario de Interior Dirk Kempthorne que la regulación pretendía poner sobre aviso a los titulares de armas de fuego que "ingresan en un espacio especial dentro del cual la fauna está protegida y el medio ambiente es respetado tanto para disfrute del visitante como para el de los demás.”

Según la hosca visión del mundo que tiene el lobby de las armas, el disfrute de los demás -- por no hablar de su seguridad -- tiene poco interés. El derecho a llevar un arma cargada, oculta o a la vista, al mismo tiempo incluso que las familias se reúnen para disfrutar de la naturaleza y la historia, es lo primero.

Los parques y las diversas organizaciones filantrópicas que los financian celebran su herencia este año en parte con la difusión de un documental realizado por Ken Burns titulado "La red de Parques Nacionales: la mejor idea de América.” Es una tragedia que nuestra directiva política decida conmemorar la ocasión con una de las peores ideas de América.

____________________

Diario SIGLO XXI dispone de los derechos de publicación en exclusiva para medios digitales españoles de este y muchos otros columnistas del Washington Post Writers Group.

NOTA - La columna tiene la perspectiva del Día de los Caídos. Obama firmó la medida a las 15:00 del viernes, 22 de mayo.

Armados para ir al parque

Marie Cocco
Marie Cocco
martes, 26 de mayo de 2009, 02:07 h (CET)
Botas de escalada, listas. Protección solar, lista. Botellas de agua, listas. Armas, cargadores, munición. Listo, listo, listo.

Es suficiente para revolverte el estómago antes de tostar el primer perrito caliente.

Al mismo tiempo que la agencia de conservación de parques y jardines daba el pistoletazo de salida a la temporada veraniega recordándonos que estas joyas de todos "ofrecen tradición, herencia, ocio y diversión para todos los miembros de la familia," la Asociación Nacional del Rifle se lo estaba pasando bomba. El lobby de las armas tiene mucho que celebrar este fin de semana de los Caídos.

Con su convicción inflexible usual, su desprecio a los derechos y la seguridad de los demás, y su cadena de argumentos inconexos, los partidarios de las armas en el Congreso lograron alcanzar lo que ni siquiera George W. Bush pudo hacer con su norma aprobada en el último momento que fue bloqueada en los tribunales: impusieron una ley que permite que los visitantes de los parques nacionales puedan llevar armas de fuego cargadas -- abierta o encubiertamente -- por los millones de kilómetros cuadrados de parajes, rutas rurales y enclaves históricos que generaciones de estadounidenses atesoran.

Es difícil estimar cuál es la amenaza más peligrosa: el desprecio que manifiesta el lobby de las armas a los espacios públicos más apreciados de la nación, o los Demócratas sin escrúpulos, los del Senado en especial, que toleraron esta abominación. Después está el Presidente Obama, que siendo candidato dijo ser partidario del control de armas pero que siendo presidente ha capitulado a los dictados del lobby de las armas, y sin atisbo de protesta.

Obama faltaba en abril a una promesa de campaña de intentar rehabilitar la ley de la era Clinton que prohíbe las armas de asalto, dejando aparte la petición del Presidente mexicano Felipe Calderón de volver a promulgar la prohibición como parte de una iniciativa encaminada a atajar por lo sano la violencia relacionada con las mafias de la droga que se desarrolla a lo largo de la frontera. Ahora Obama ha aprobado la legislación -- una reforma regulatoria de las tarjetas de crédito que promueve con impaciencia como parte de sus reformas económicas -- sin hacer un solo esfuerzo vigoroso por impedir que la norma que permite las armas en los espacios públicos se adjunte descaradamente a la medida en favor del consumidor con la que no tiene relación. El Obama candidato solía decir que este tipo de truco legislativo era sintomático de las viejas costumbres de Washington -- el desagradable intercambio de favores políticos que redunda en leyes desastrosas. Ahora simplemente capitula y escurre el bulto.

Al igual que con la mayoría de argumentos que exponen el lobby de las armas y sus partidarios, la defensa de llevar armas de fuego cargadas por los parques y los monumentos históricos es absurda. Parte de la premisa de que el derecho que especifica la Segunda Enmienda a llevar armas de fuego se impone siempre al sentido común regulador, cuando no hay nada más lejos de la realidad. Los titulares legales de un arma de fuego no están autorizados a llevarlas a bordo de aviones comerciales, por ejemplo, ni a llevarlas a los tribunales ni a edificios federales.

Aunque los partidarios, sobre todo el Senador Republicano de Oklahoma Tom Coburn, afirman que los titulares de las armas que tienen la licencia del estado tienen "el derecho a defenderse" dentro de los parques públicos, hay que plantear la pregunta: ¿De qué se defienden exactamente?

Los parques son seguros -- de hecho, hasta niveles increíbles. Según el servicio de conservación, durante el año 2007 se registraron 382 incidentes que encajan en la categoría de crimen violento que tiene el FBI (homicidio, violación, robo con violencia o asalto con agravantes). Se repartieron a lo largo de los 137.000 kilómetros cuadrados de espacios verdes públicos transitados por 275 millones de visitantes.

Coburn y gran parte de los demás americanos están mucho más seguros en un parque que en su casa. Oklahoma, con 3,6 millones de habitantes, registró 18.072 delitos violentos en el año 2007, según ilustran los datos del FBI.

Antes de este golpe de efecto legislativo, los propietarios legales de un arma no tenían prohibido llevarlas en los parques. Simplemente tenían que mantenerlas fuera de la vista y descargadas, obedeciendo las normas establecidas durante la administración Reagan. El año pasado, cuando salió a la luz que la administración Bush quería alterar la regulación, siete exdirectores del servicio de conservación -- remontándose hasta la administración Johnson e incluyendo a Republicanos y Demócratas -- manifestaron su oposición. Los exdirectores decían en una carta dirigida al Secretario de Interior Dirk Kempthorne que la regulación pretendía poner sobre aviso a los titulares de armas de fuego que "ingresan en un espacio especial dentro del cual la fauna está protegida y el medio ambiente es respetado tanto para disfrute del visitante como para el de los demás.”

Según la hosca visión del mundo que tiene el lobby de las armas, el disfrute de los demás -- por no hablar de su seguridad -- tiene poco interés. El derecho a llevar un arma cargada, oculta o a la vista, al mismo tiempo incluso que las familias se reúnen para disfrutar de la naturaleza y la historia, es lo primero.

Los parques y las diversas organizaciones filantrópicas que los financian celebran su herencia este año en parte con la difusión de un documental realizado por Ken Burns titulado "La red de Parques Nacionales: la mejor idea de América.” Es una tragedia que nuestra directiva política decida conmemorar la ocasión con una de las peores ideas de América.

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Diario SIGLO XXI dispone de los derechos de publicación en exclusiva para medios digitales españoles de este y muchos otros columnistas del Washington Post Writers Group.

NOTA - La columna tiene la perspectiva del Día de los Caídos. Obama firmó la medida a las 15:00 del viernes, 22 de mayo.

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