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Sergio Brosa

Lecciones europeas

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El próximo día 7 de junio se celebran en España, pues no en todos los países de la UE tendrán lugar el mismo día, elecciones al Parlamento Europeo.

La otra noche se dio el pistoletazo –nunca mejor empleado– de salida a la campaña electoral y los partidos han empezado a retratarse desde el primer instante, dejando bien claro su perfil real.

En efecto, los dos partidos hegemónicos, PSOE y PP han lanzado sus vídeos promocionales, cada uno a su estilo y con el dinero de todos los españoles.

La campaña del partido socialista responde a la definición de lo que podríamos asimilar a la “reducción al absurdo”. O también, a la “prueba por contradicción”.

Se trata de un método de demostración que pretende verificar que la proposición que se hace es falsa.

Así, en el vídeo central de la campaña del PSOE sólo se habla de que no se vote al otro partido adversario. No se trata de lo que plantean los socialistas ya que lo único que proponen es que no se vote al PP. Después de unas estereotipadas frases de ideología política reaccionaria, se afirma que “El problema no es lo que piensan, es lo que van a votar”. También han llenado las calles de banderolas con fotos de líderes políticos de derechas, salvo de Merkel y Sarkozy, y proponen: “No votes a los que provocaron la crisis”.

Y uno se pregunta a qué crisis se refiere ahora el PSOE, cuando después de cuatro años en el gobierno, estuvo negando la existencia de crisis alguna. Es claro que la crisis no la han provocado los socialistas, pero hasta al propio Felipe González le impacientan las medidas del gobierno para atajar la crisis.

Así pues, lo absurdo de la campaña es “Vota PSOE por no votar PP”. Creo que se presentan también otras formaciones a las elecciones europeas; en total 33 y con el PSOE, 34. Así que esta elección de voto por contradicción resulta poco imaginativa; lo honesto es pedir el voto con un fundamento.

Es cierto que el PSOE tiene un manifiesto programa electoral para estas elecciones europeas, de 21 páginas en concreto. Al final del segundo párrafo del manifiesto se afirma: “Estamos ante la crisis de una política de confrontación más que de cooperación, de desprecio de los valores del otro más que de respeto mutuo, de respuesta bélica en vez de búsqueda de la paz, insensible al daño medioambiental y al cambio climático.” Nunca hubiera pensado que los socialistas hablasen de esta forma de si mismos.

Y más abajo insiste: “Contribuir a revertir la crisis económica y de empleo actual es la primera de las prioridades de la Presidencia española de la Unión en 2010. Superar la crisis e iniciar una nueva etapa de crecimiento con nuevos y más cualificados empleos exige innovación, políticas, recursos, evitar el populismo y las tentaciones proteccionistas.” Se queda uno perplejo al leerlo.

En efecto, pues la presidencia europea es una cuestión de turno rotativo que nada tiene que ver con las elecciones. Sin embargo, a partir de la página 14 del manifiesto y hasta el final, sólo se habla de lo que se pretende hacer durante la presidencia de turno de la UE. Y que superar la crisis exige políticas es una obviedad; la cuestión es qué tipo de políticas. Y lo que es más claro: haciendo caso omiso de su manifiesto, ZP no es capaz de sustraerse al populismo y al proteccionismo, a la vista de sus medidas.

Con ello no quiero significar que el programa electoral del PP sea el bueno con sus 84 páginas. Sin embargo hay una extensa lista de medidas muy concretas. Por cierto que en la página 42 el título es: “Combatir el cambio climático un compromiso inexcusable”. Y hace una serie de propuestas para alcanzar los compromisos internacionales en cuanto a la reducción de emisiones de CO2 a la atmósfera que España ha suscrito y no cumple.

Pero en su spot electoral, el PP se limita a decir que lo harán mejor [que los socialistas]. Si en el debate sobre el estado de la nación no hicieron propuestas concretas y ahora tampoco se enumeran siquiera ¿Hay que creerlo a pies juntillas? Muy berraco.

Las otras 32 candidaturas a estas elecciones tienen también sus idearios, programas, manifiestos y buenos deseos de arreglar el mundo; siempre desde las lucrativas poltronas de Europa.

El propio presidente del Parlamento Europeo, Hans-Gert Pöttering, lleva días diciéndonos que si no vamos a votar, luego no tendremos derecho a quejarnos. Boquiabiertos nos deja; y es el presidente. Entre otras cosas, en España no elegimos a nuestros representantes como él afirma, sino que nos limitamos a elegir la lista de una candidatura. Lista de la que raramente los votantes conocen el segundo nombre; y el tercero ya no les suena ni remotamente. Porque las listas son confeccionadas por los aparatos de los partidos que nada tiene que ver ni con la democracia ni con los méritos europeísticos de cada uno. Anotan a quien dentro del partido se ha hecho merecedor a la bicoca europea. O, peor aún, para alejarlo del meollo.

En el Reino Unido por ejemplo, hay 12 circunscripciones electorales, en lugar de una sola como en España: una por Irlanda del Norte, Escocia y Gales y 9 por Inglaterra. El sistema de votación es por representación proporcional y listas cerradas. Pero dentro de las listas de cada partido, están también los candidatos independientes que quieren defender la ideología del partido. Así, los votantes marcan con una X los candidatos independientes que quieren de cada lista. Eso es una forma mucho más parecida a “elegir candidatos” que votar una lista única. Lecciones europeas.

Y en cualquier caso, un elector puede limitarse a no votar por un sinnúmero de razones y todas loables, siendo la primera de ellas que no le agrade ninguna de las candidaturas que se presentan. Y aún sin votar mantiene prístino su derecho a quejarse ¡No faltaría más!

Lecciones europeas

Sergio Brosa
Sergio Brosa
lunes, 25 de mayo de 2009, 00:46 h (CET)
El próximo día 7 de junio se celebran en España, pues no en todos los países de la UE tendrán lugar el mismo día, elecciones al Parlamento Europeo.

La otra noche se dio el pistoletazo –nunca mejor empleado– de salida a la campaña electoral y los partidos han empezado a retratarse desde el primer instante, dejando bien claro su perfil real.

En efecto, los dos partidos hegemónicos, PSOE y PP han lanzado sus vídeos promocionales, cada uno a su estilo y con el dinero de todos los españoles.

La campaña del partido socialista responde a la definición de lo que podríamos asimilar a la “reducción al absurdo”. O también, a la “prueba por contradicción”.

Se trata de un método de demostración que pretende verificar que la proposición que se hace es falsa.

Así, en el vídeo central de la campaña del PSOE sólo se habla de que no se vote al otro partido adversario. No se trata de lo que plantean los socialistas ya que lo único que proponen es que no se vote al PP. Después de unas estereotipadas frases de ideología política reaccionaria, se afirma que “El problema no es lo que piensan, es lo que van a votar”. También han llenado las calles de banderolas con fotos de líderes políticos de derechas, salvo de Merkel y Sarkozy, y proponen: “No votes a los que provocaron la crisis”.

Y uno se pregunta a qué crisis se refiere ahora el PSOE, cuando después de cuatro años en el gobierno, estuvo negando la existencia de crisis alguna. Es claro que la crisis no la han provocado los socialistas, pero hasta al propio Felipe González le impacientan las medidas del gobierno para atajar la crisis.

Así pues, lo absurdo de la campaña es “Vota PSOE por no votar PP”. Creo que se presentan también otras formaciones a las elecciones europeas; en total 33 y con el PSOE, 34. Así que esta elección de voto por contradicción resulta poco imaginativa; lo honesto es pedir el voto con un fundamento.

Es cierto que el PSOE tiene un manifiesto programa electoral para estas elecciones europeas, de 21 páginas en concreto. Al final del segundo párrafo del manifiesto se afirma: “Estamos ante la crisis de una política de confrontación más que de cooperación, de desprecio de los valores del otro más que de respeto mutuo, de respuesta bélica en vez de búsqueda de la paz, insensible al daño medioambiental y al cambio climático.” Nunca hubiera pensado que los socialistas hablasen de esta forma de si mismos.

Y más abajo insiste: “Contribuir a revertir la crisis económica y de empleo actual es la primera de las prioridades de la Presidencia española de la Unión en 2010. Superar la crisis e iniciar una nueva etapa de crecimiento con nuevos y más cualificados empleos exige innovación, políticas, recursos, evitar el populismo y las tentaciones proteccionistas.” Se queda uno perplejo al leerlo.

En efecto, pues la presidencia europea es una cuestión de turno rotativo que nada tiene que ver con las elecciones. Sin embargo, a partir de la página 14 del manifiesto y hasta el final, sólo se habla de lo que se pretende hacer durante la presidencia de turno de la UE. Y que superar la crisis exige políticas es una obviedad; la cuestión es qué tipo de políticas. Y lo que es más claro: haciendo caso omiso de su manifiesto, ZP no es capaz de sustraerse al populismo y al proteccionismo, a la vista de sus medidas.

Con ello no quiero significar que el programa electoral del PP sea el bueno con sus 84 páginas. Sin embargo hay una extensa lista de medidas muy concretas. Por cierto que en la página 42 el título es: “Combatir el cambio climático un compromiso inexcusable”. Y hace una serie de propuestas para alcanzar los compromisos internacionales en cuanto a la reducción de emisiones de CO2 a la atmósfera que España ha suscrito y no cumple.

Pero en su spot electoral, el PP se limita a decir que lo harán mejor [que los socialistas]. Si en el debate sobre el estado de la nación no hicieron propuestas concretas y ahora tampoco se enumeran siquiera ¿Hay que creerlo a pies juntillas? Muy berraco.

Las otras 32 candidaturas a estas elecciones tienen también sus idearios, programas, manifiestos y buenos deseos de arreglar el mundo; siempre desde las lucrativas poltronas de Europa.

El propio presidente del Parlamento Europeo, Hans-Gert Pöttering, lleva días diciéndonos que si no vamos a votar, luego no tendremos derecho a quejarnos. Boquiabiertos nos deja; y es el presidente. Entre otras cosas, en España no elegimos a nuestros representantes como él afirma, sino que nos limitamos a elegir la lista de una candidatura. Lista de la que raramente los votantes conocen el segundo nombre; y el tercero ya no les suena ni remotamente. Porque las listas son confeccionadas por los aparatos de los partidos que nada tiene que ver ni con la democracia ni con los méritos europeísticos de cada uno. Anotan a quien dentro del partido se ha hecho merecedor a la bicoca europea. O, peor aún, para alejarlo del meollo.

En el Reino Unido por ejemplo, hay 12 circunscripciones electorales, en lugar de una sola como en España: una por Irlanda del Norte, Escocia y Gales y 9 por Inglaterra. El sistema de votación es por representación proporcional y listas cerradas. Pero dentro de las listas de cada partido, están también los candidatos independientes que quieren defender la ideología del partido. Así, los votantes marcan con una X los candidatos independientes que quieren de cada lista. Eso es una forma mucho más parecida a “elegir candidatos” que votar una lista única. Lecciones europeas.

Y en cualquier caso, un elector puede limitarse a no votar por un sinnúmero de razones y todas loables, siendo la primera de ellas que no le agrade ninguna de las candidaturas que se presentan. Y aún sin votar mantiene prístino su derecho a quejarse ¡No faltaría más!

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