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«El que con chiquillos se acuesta..., Se levanta que da pena verlo

Sánchez, Rivera, chiquillos y recados

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La tarde del 2 de mayo la dediqué a visitar a un amigo anciano, que me ofrece magisterio, del que saco enseñanzas que anoto y me hacen pensar.

Cuando llegué, tomaba el sol y conversaba con un arquitecto jubilado y la señora que le cuida, antigua rolla de sus nietos. El trío estaba charlando sobre el galimatías demócrata y el babel político del momento. Me senté con ellos cuando hablaba el arquitecto, doctor en arquitectura y ex profesor de una disciplina constructiva (no importa ni sé cuál). El jubilado, docente, exponía una opinión interesante:

«Pedro Sánchez es como el “chiquillo de los recados” al que le mandan un encargo y lo hace, emperifollado y buscando el papel de héroe. Héroe del momento y efímero, pero héroe. Albert Rivera, por su parte, es algo parecido, pero distinto, es “el recado de los chiquillos”, un camelo compuesto por un grupo de mocosos justicieros, que, disfrazados de sobrinos de los padres de la Patria, también juegan a héroes»

La conversación siguió por unos vericuetos filosóficos que resultaron una pura delicia dialéctica. Por una parte, el arquitecto se refirió a la figura no legendaria del “héroe” citando unas frases de Thomas Carlyle: «Todo lo importante que se ha hecho en el mundo es la consecuencia de los Grandes Hombres, que fueron los que descubrieron y crearon en la Humanidad; y los que forjaron los principales patrones de conducta humanos».

A continuación, mi amigo se entretuvo en explicarnos la historia y significado de “héroe”, un concepto amplio y magnífico en la historia de Grecia y Roma, admirado desde entonces como modelo utópico social; y al que, una vez modernizado y para los héroes del presente, es de aplicación la frase de Gracián «Venerado hasta que se le conoció término a su capacidad»

La señora, rolla antigua devenida en cuidadora, echó un cuarto a espadas que me propuse recordar.

Pasada la tarde, al copiar en papel lo mantenido en la memoria, repasé la realidad de Sánchez y Rivera, a la que se había referido el arquitecto, desde una óptica doble: la erudita de mi amigo; y la popular de la mujer.

Entonces descubrí la precisión del arquitecto:

Evidentemente, a Pedro Sánchez, el Comité Federal del PSOE, en uso de las competencias que le otorga el artículo 7 del Reglamento del Comité Federal, le ha marcado un camino que puede ser apropiado para una situación política como la que vive en su partido, adecuado para tratar a un chiquillo de recados, y acaso útil para dirigir a mozalbetes en periodo de aprendizaje u obediencia; pero improcedente para forjar la figura de “héroe” director de sociedades. Y es que en el artículo 7 del Reglamento existen los siguientes apartados que marcan como competencias del Comité Federal y no del candidato: a) Definir la política del partido entre congresos; d) Elaborar y aprobar el programa electoral de ámbito estatal; e i) Determinar la política de alianzas del partido.

Por su parte, en lo relativo a Albert Rivera, éste, por convicción o conveniencia, en un momento en que buscaba adeptos, ha proclamado que CIUDADANOS es adecuado para quien no ha llegado a la cuarentena. Partiendo de este hecho, el arquitecto entendía que el joven líder, a falta de otra cosa y sin ofertas que proponer, se había convertido en “el recado de los chiquillos” que propagaba lo que definía como «camelo compuesto por un grupo de mocosos justicieros, que, disfrazados de sobrinos de los padres de la Patria, también juegan a héroes». Abundando en sus teorías, encontré una imposición, quizá capricho, que tiene vetas y afanes justicieros, pero que no encaja en una democracia moderna, en la que el derecho al voto va unido al respeto a un adversario al que, ni siquiera como “recado de chiquillos”, se le puede tratar de mangonear imponiendo condiciones tan pueriles como la determinación de la persona que ha de ser candidato para representarles.

Antes de acabar, tratando de adaptar la realidad a los hechos y de acomodar las teorías eruditas de mi amigo y el arquitecto a las populares, menos intelectuales y no por ello menos sabias, de la señora, recordé y anoté una frase de ésta que no conciliaba juegos infantiles con corduras, pero que, sin disculpar las posturas de Sánchez y Rivera, introducía un manto de indulgencia que no estorba:

«El que con chiquillos se acuesta..., Se levanta que da pena verlo»

Claro es que para lo que ocupaba a la señora, que es lo mismo que nos va a ocupar a todos dentro de unos días ante las urnas, no se trata de acostarse con chiquillos y ver la situación tras levantarse.

Se trata de votar para decidir entre todos el futuro nacional.

Sánchez, Rivera, chiquillos y recados

«El que con chiquillos se acuesta..., Se levanta que da pena verlo
José Luis Heras Celemín
miércoles, 4 de mayo de 2016, 08:37 h (CET)
La tarde del 2 de mayo la dediqué a visitar a un amigo anciano, que me ofrece magisterio, del que saco enseñanzas que anoto y me hacen pensar.

Cuando llegué, tomaba el sol y conversaba con un arquitecto jubilado y la señora que le cuida, antigua rolla de sus nietos. El trío estaba charlando sobre el galimatías demócrata y el babel político del momento. Me senté con ellos cuando hablaba el arquitecto, doctor en arquitectura y ex profesor de una disciplina constructiva (no importa ni sé cuál). El jubilado, docente, exponía una opinión interesante:

«Pedro Sánchez es como el “chiquillo de los recados” al que le mandan un encargo y lo hace, emperifollado y buscando el papel de héroe. Héroe del momento y efímero, pero héroe. Albert Rivera, por su parte, es algo parecido, pero distinto, es “el recado de los chiquillos”, un camelo compuesto por un grupo de mocosos justicieros, que, disfrazados de sobrinos de los padres de la Patria, también juegan a héroes»

La conversación siguió por unos vericuetos filosóficos que resultaron una pura delicia dialéctica. Por una parte, el arquitecto se refirió a la figura no legendaria del “héroe” citando unas frases de Thomas Carlyle: «Todo lo importante que se ha hecho en el mundo es la consecuencia de los Grandes Hombres, que fueron los que descubrieron y crearon en la Humanidad; y los que forjaron los principales patrones de conducta humanos».

A continuación, mi amigo se entretuvo en explicarnos la historia y significado de “héroe”, un concepto amplio y magnífico en la historia de Grecia y Roma, admirado desde entonces como modelo utópico social; y al que, una vez modernizado y para los héroes del presente, es de aplicación la frase de Gracián «Venerado hasta que se le conoció término a su capacidad»

La señora, rolla antigua devenida en cuidadora, echó un cuarto a espadas que me propuse recordar.

Pasada la tarde, al copiar en papel lo mantenido en la memoria, repasé la realidad de Sánchez y Rivera, a la que se había referido el arquitecto, desde una óptica doble: la erudita de mi amigo; y la popular de la mujer.

Entonces descubrí la precisión del arquitecto:

Evidentemente, a Pedro Sánchez, el Comité Federal del PSOE, en uso de las competencias que le otorga el artículo 7 del Reglamento del Comité Federal, le ha marcado un camino que puede ser apropiado para una situación política como la que vive en su partido, adecuado para tratar a un chiquillo de recados, y acaso útil para dirigir a mozalbetes en periodo de aprendizaje u obediencia; pero improcedente para forjar la figura de “héroe” director de sociedades. Y es que en el artículo 7 del Reglamento existen los siguientes apartados que marcan como competencias del Comité Federal y no del candidato: a) Definir la política del partido entre congresos; d) Elaborar y aprobar el programa electoral de ámbito estatal; e i) Determinar la política de alianzas del partido.

Por su parte, en lo relativo a Albert Rivera, éste, por convicción o conveniencia, en un momento en que buscaba adeptos, ha proclamado que CIUDADANOS es adecuado para quien no ha llegado a la cuarentena. Partiendo de este hecho, el arquitecto entendía que el joven líder, a falta de otra cosa y sin ofertas que proponer, se había convertido en “el recado de los chiquillos” que propagaba lo que definía como «camelo compuesto por un grupo de mocosos justicieros, que, disfrazados de sobrinos de los padres de la Patria, también juegan a héroes». Abundando en sus teorías, encontré una imposición, quizá capricho, que tiene vetas y afanes justicieros, pero que no encaja en una democracia moderna, en la que el derecho al voto va unido al respeto a un adversario al que, ni siquiera como “recado de chiquillos”, se le puede tratar de mangonear imponiendo condiciones tan pueriles como la determinación de la persona que ha de ser candidato para representarles.

Antes de acabar, tratando de adaptar la realidad a los hechos y de acomodar las teorías eruditas de mi amigo y el arquitecto a las populares, menos intelectuales y no por ello menos sabias, de la señora, recordé y anoté una frase de ésta que no conciliaba juegos infantiles con corduras, pero que, sin disculpar las posturas de Sánchez y Rivera, introducía un manto de indulgencia que no estorba:

«El que con chiquillos se acuesta..., Se levanta que da pena verlo»

Claro es que para lo que ocupaba a la señora, que es lo mismo que nos va a ocupar a todos dentro de unos días ante las urnas, no se trata de acostarse con chiquillos y ver la situación tras levantarse.

Se trata de votar para decidir entre todos el futuro nacional.

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