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Eduardo Patiño

Días dificiles en Getafe

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Hacía mucho, mucho tiempo que el Getafe no atravesaba un momento deportivo e institucional tan inestable. Un proyecto tan robusto y sólido meses atrás se tambalea en estos momentos ante la mirada impasible de sus dirigentes y aficionados. La sombra del descenso planea, ya sin excusas, sobre la capital del sur, y aunque el "pato" lo ha acabado pagando el de siempre, el entrenador, lo más ético sería repartir la cuota de culpabilidad entre presidente, entrenador y jugadores. La destitución de Víctor, a manos de Ángel Torres en las formas pero de los jugadores en el fondo, pone a la plantilla en el ojo del huracan y ahora son ellos los señalados como grandes responsables si el equipo no consigue su objetivo.

La lectura es clara. El cuento de la Cenicienta ha llegado a su fin y es hora de volver a los trajes de andar por casa. Los paseos por White Hart Lane y el Allianz Arena, junto a los milagros y sueños coperos han ido desvirtuando la realidad de un equipo que paulatinamente ha ido perdiendo sus principales señas de identidad: humildad e ilusión. De acuerdo que la temporada se fue torciendo irremediablemente con la inoportuna lesión de Ustari, la fuga del Pato y la confusión de los recien llegados, pero el verdadero epicentro del seismo llegó con la contratación de Víctor Muñoz. No por falta de aptitud o actitud del maño, esa no es la cuestión. El problema llega cuando uno cambia su línea editorial, abandona su filosofía por el fútbol vistoso e intenta cambiar los hábitos de un día para otro. ¿Para que cambiar lo que funciona?

El presidente azulón tomó a primeros de año una de esas decisiones impopulares con la llegada al banquillo de Víctor Muñoz. La afición fue clara y rotunda desde el primer momento, e incluso en la jornada seis ya se pudieron escuhar los famosos: "Víctor vete ya". La eliminación copera, la falta de rotaciones, un vestuario revuelto y un sin fin de circunstancias han llevado al equipo a una profunda depresión a falta de un mes para la conclusión de la presente temporada. Nada mejor que el famoso partido del Bernabéu para apreciar el momento de desconcierto que atraviesan los azulones. Pese a su error, no criticare a Casquero, pues pocos como él representan la valentía y el desparpajo de aquel Eurogeta.

Y ahora Michel. Hay quién no encuentra sentido a la destitución de un entrenador a falta de cinco jornadas. En otro tipo de circunstancias, quizá yo tampoco, pero el caso del ocho blanco es especial, pues conoce a la plantilla a la perfección. Lo que es evidente es que un giro de timón de este calibre -acertado o no- te garantiza un cambio de rumbo. Requisito difícil de garantizar con Víctor a bordo. Además este revulsivo parece haber insuflado aires de optimismo tanto en jugadores como en afición, cambiando la cara de un grupo que naufrabagaba con la desidia por bandera y con los tránsfugos entre la tripulación. Si esto sirve para unir al vestuario, ya es algo.

Cinco jornadas, tres equipos y una plaza de descenso (con permiso de Numancia y Recreativo). El Getafe deberá jugarse con Sporting y Espanyol el último billete a Segunda. Lejos, muy lejos, quedan aquellos sueños por conquistar su primera Copa del Rey.

Días dificiles en Getafe

Eduardo Patiño
Eduardo Patiño
sábado, 2 de mayo de 2009, 22:52 h (CET)
Hacía mucho, mucho tiempo que el Getafe no atravesaba un momento deportivo e institucional tan inestable. Un proyecto tan robusto y sólido meses atrás se tambalea en estos momentos ante la mirada impasible de sus dirigentes y aficionados. La sombra del descenso planea, ya sin excusas, sobre la capital del sur, y aunque el "pato" lo ha acabado pagando el de siempre, el entrenador, lo más ético sería repartir la cuota de culpabilidad entre presidente, entrenador y jugadores. La destitución de Víctor, a manos de Ángel Torres en las formas pero de los jugadores en el fondo, pone a la plantilla en el ojo del huracan y ahora son ellos los señalados como grandes responsables si el equipo no consigue su objetivo.

La lectura es clara. El cuento de la Cenicienta ha llegado a su fin y es hora de volver a los trajes de andar por casa. Los paseos por White Hart Lane y el Allianz Arena, junto a los milagros y sueños coperos han ido desvirtuando la realidad de un equipo que paulatinamente ha ido perdiendo sus principales señas de identidad: humildad e ilusión. De acuerdo que la temporada se fue torciendo irremediablemente con la inoportuna lesión de Ustari, la fuga del Pato y la confusión de los recien llegados, pero el verdadero epicentro del seismo llegó con la contratación de Víctor Muñoz. No por falta de aptitud o actitud del maño, esa no es la cuestión. El problema llega cuando uno cambia su línea editorial, abandona su filosofía por el fútbol vistoso e intenta cambiar los hábitos de un día para otro. ¿Para que cambiar lo que funciona?

El presidente azulón tomó a primeros de año una de esas decisiones impopulares con la llegada al banquillo de Víctor Muñoz. La afición fue clara y rotunda desde el primer momento, e incluso en la jornada seis ya se pudieron escuhar los famosos: "Víctor vete ya". La eliminación copera, la falta de rotaciones, un vestuario revuelto y un sin fin de circunstancias han llevado al equipo a una profunda depresión a falta de un mes para la conclusión de la presente temporada. Nada mejor que el famoso partido del Bernabéu para apreciar el momento de desconcierto que atraviesan los azulones. Pese a su error, no criticare a Casquero, pues pocos como él representan la valentía y el desparpajo de aquel Eurogeta.

Y ahora Michel. Hay quién no encuentra sentido a la destitución de un entrenador a falta de cinco jornadas. En otro tipo de circunstancias, quizá yo tampoco, pero el caso del ocho blanco es especial, pues conoce a la plantilla a la perfección. Lo que es evidente es que un giro de timón de este calibre -acertado o no- te garantiza un cambio de rumbo. Requisito difícil de garantizar con Víctor a bordo. Además este revulsivo parece haber insuflado aires de optimismo tanto en jugadores como en afición, cambiando la cara de un grupo que naufrabagaba con la desidia por bandera y con los tránsfugos entre la tripulación. Si esto sirve para unir al vestuario, ya es algo.

Cinco jornadas, tres equipos y una plaza de descenso (con permiso de Numancia y Recreativo). El Getafe deberá jugarse con Sporting y Espanyol el último billete a Segunda. Lejos, muy lejos, quedan aquellos sueños por conquistar su primera Copa del Rey.

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