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Pedro de Hoyos

Primero de Mayo, día del parado

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Aún recuerdo con cuánta ilusión preparaban los sindicatos de mi pueblo las primeras marchas del uno de mayo. Eran los primeros años ochenta y todos deseábamos desvirgar a esta democracia que acabábamos de conocer, todos teníamos mucha prisa y muchas ganas de hacer las cosas bien. Al principio hasta me pensé asistir para ver qué se sentía desde dentro, pero enseguida me di cuenta de que ése no era mi papel. A las primeras manifestaciones asistieron unas cien personas que desfilaron llenas de entusiasmo por las principales calles, gritando consignas a favor de los trabajadores del universo. Paulatina pero imparablemente el número de participantes decayó en los años sucesivos. Algo así como los señoritos que después de haberse pasado por la piedra a la criada le negaban el saludo.

Con el tiempo las manifestaciones dejaron de celebrarse, como mucho los más entusiastas se trasladaban a la capital donde se juntaban con otros colegas poseídos por mismo sentimiento y todos ellos salían fotografiados al día siguiente en una esquina de la página doce o catorce del periódico local. No sé qué pasará este año en mi pueblo, si habrá o no habrá manifestación, aunque supongo que sí y que será muy numerosa porque con tanta crisis el movimiento obrero andará sublevado y echando las muelas.

O no, que este año veo yo a los sindicatos en plan de cogérsela con papel de fumar, no vaya a ser que el señorito se cabree y se corten las subvenciones, las protecciones, las liberaciones o las invitaciones a mesa y mantel. El caso es que con más de cuatro millones de parados y con más de un millón de familias en las que no hay nadie trabajando nadie cuenta con los sindicatos ni les espera para encontrar una solución.

A ver si resulta verdad lo que un amigo mío muy observador me dice: Que no hay cuatro millones de parados, que es una gran patraña porque no hay país que resista esa cifra de parados sin echarse a las calles y llenarlas de barricadas, que son todos parados de pacotilla y que en realidad están trabajando en la economía sumergida y cobrando el paro a la vez. Yo le decía que no, que España es un país muy pacífico y hasta un tanto borreguil, que somos demasiado mansos y que lo soportamos todo estoicamente. Hasta que llegan unos moritos y nos colocan una sarta de bombas en los trenes de cercanías. Entonces vamos y nos cabreamos. Tarde.

El caso es que me quedé pensando en ello cuando colgamos el teléfono… ¿cabe suponer tal mansedumbre en unos sindicatos supuestamente serios y reivindicativos cuando dos de cada tres parados europeos es español? Una de dos: o no son serios y reivindicativos o no hay cuatro millones de parados. ¿O será que los sindicatos españoles carecen de lo que hay que tener para exigir medidas definitivas a un gobierno de paños calientes, de medidas improvisadas y descoordinadas?

Hemos pasado de "Lo de que hay crisis es opinable"; "Hoy estamos mejor que hace un año y dentro de un año estaremos mejor que hoy"; "Estamos en la Champions League de la economía". "La crisis de las hipotecas subprime no afectara a España, eso es cosa de EEUU"; "Somos la 8ª potencia mundial y pronto superaremos a Francia" a tener dos de cada tres parados europeos. En España.

El caso es que más nos convendría celebrar el día del parado que el día del trabajador. Digo yo que alguna culpa ha de tener el Gobierno cuando las estadísticas europeas son como son, que producimos el doble de parados que toda Europa junta. Quizá a los sindicatos no les convenga presionar, vaya usted a saber por qué, a un gobierno que parece estar dando palos de ciego sin saber por dónde le da el aire.

Primero de Mayo, día del parado

Pedro de Hoyos
Pedro de Hoyos
viernes, 1 de mayo de 2009, 12:03 h (CET)
Aún recuerdo con cuánta ilusión preparaban los sindicatos de mi pueblo las primeras marchas del uno de mayo. Eran los primeros años ochenta y todos deseábamos desvirgar a esta democracia que acabábamos de conocer, todos teníamos mucha prisa y muchas ganas de hacer las cosas bien. Al principio hasta me pensé asistir para ver qué se sentía desde dentro, pero enseguida me di cuenta de que ése no era mi papel. A las primeras manifestaciones asistieron unas cien personas que desfilaron llenas de entusiasmo por las principales calles, gritando consignas a favor de los trabajadores del universo. Paulatina pero imparablemente el número de participantes decayó en los años sucesivos. Algo así como los señoritos que después de haberse pasado por la piedra a la criada le negaban el saludo.

Con el tiempo las manifestaciones dejaron de celebrarse, como mucho los más entusiastas se trasladaban a la capital donde se juntaban con otros colegas poseídos por mismo sentimiento y todos ellos salían fotografiados al día siguiente en una esquina de la página doce o catorce del periódico local. No sé qué pasará este año en mi pueblo, si habrá o no habrá manifestación, aunque supongo que sí y que será muy numerosa porque con tanta crisis el movimiento obrero andará sublevado y echando las muelas.

O no, que este año veo yo a los sindicatos en plan de cogérsela con papel de fumar, no vaya a ser que el señorito se cabree y se corten las subvenciones, las protecciones, las liberaciones o las invitaciones a mesa y mantel. El caso es que con más de cuatro millones de parados y con más de un millón de familias en las que no hay nadie trabajando nadie cuenta con los sindicatos ni les espera para encontrar una solución.

A ver si resulta verdad lo que un amigo mío muy observador me dice: Que no hay cuatro millones de parados, que es una gran patraña porque no hay país que resista esa cifra de parados sin echarse a las calles y llenarlas de barricadas, que son todos parados de pacotilla y que en realidad están trabajando en la economía sumergida y cobrando el paro a la vez. Yo le decía que no, que España es un país muy pacífico y hasta un tanto borreguil, que somos demasiado mansos y que lo soportamos todo estoicamente. Hasta que llegan unos moritos y nos colocan una sarta de bombas en los trenes de cercanías. Entonces vamos y nos cabreamos. Tarde.

El caso es que me quedé pensando en ello cuando colgamos el teléfono… ¿cabe suponer tal mansedumbre en unos sindicatos supuestamente serios y reivindicativos cuando dos de cada tres parados europeos es español? Una de dos: o no son serios y reivindicativos o no hay cuatro millones de parados. ¿O será que los sindicatos españoles carecen de lo que hay que tener para exigir medidas definitivas a un gobierno de paños calientes, de medidas improvisadas y descoordinadas?

Hemos pasado de "Lo de que hay crisis es opinable"; "Hoy estamos mejor que hace un año y dentro de un año estaremos mejor que hoy"; "Estamos en la Champions League de la economía". "La crisis de las hipotecas subprime no afectara a España, eso es cosa de EEUU"; "Somos la 8ª potencia mundial y pronto superaremos a Francia" a tener dos de cada tres parados europeos. En España.

El caso es que más nos convendría celebrar el día del parado que el día del trabajador. Digo yo que alguna culpa ha de tener el Gobierno cuando las estadísticas europeas son como son, que producimos el doble de parados que toda Europa junta. Quizá a los sindicatos no les convenga presionar, vaya usted a saber por qué, a un gobierno que parece estar dando palos de ciego sin saber por dónde le da el aire.

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