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Toros
Etiquetas | Crítica taurina / Feria de Abril (Sevilla)
Ignacio de Cossío

Ni tanto ni tan calvo

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La Feria de Abril arrancó por fin taurinamente ayer en la Maestranza de manos de dos toreros y un toro. Tarde propicia para mentes frías y prudentes a las que aplicar aquello de: en el punto medio está la virtud. Desgraciadamente El Juli se pasó de faena y a El Cid se le fue el toro de la tarde y posiblemente uno de los mejores de la Feria, por el contrario el más listo de la clase fue Alejandro Talavante que supo dar medida y sensatez a los escasos muletazos que tuvo su primer toro, muy justo de todo por cierto. Con el segundo, un animal más complicado y aparente, el extremeño no quiso hacer el esfuerzo aún a sabiendas de poder obtener la ansiada Puerta del Príncipe, sabio y conocedor de sus propias limitaciones, fue un auténtico zorro del desierto.

Bien es cierto que Julián López El Juli fue el que primero abrió fuego al ciclo de las corridas con un soberbio quite por Chicuelinas muy ajustado, y es que el madrileño cada vez torea con más temple y cadencia con el capote, da gusto verle. El toro mansea, quiere regresar a la calma toledana, aquí no se adapta a tanto clima hostil. Julián que quiere y puede, comienza con la derecha y de sus muñecas salen despedidas dos series en redondo que hacen por sí solas saltar la música del maestro Tejera. Esto no debería tener mérito alguno pero si y mucho si se conoce la trayectoria caprichosa de este nuevo Tejera, habitual en retirar y poner a diestro y siniestro el acompañamiento musical, tan sólo consecuente con sus particulares gustos personales sin atender a la lidia en sí. El toro cambia, se pone difícil y comienza a flojear, a defenderse echando la cara arriba. Julián no se lo piensa dos veces abrevia y le receta una buena estocada hasta los gavilanes. Juan Murillo, desde el palco presidencial, concede un trofeo que marcaría la seriedad y el ritmo de la tarde. Llega el cuarto, vuelve el toreo angelical a la verónica, los tendidos jalean su compás. Tras un tercio de varas aseadito y testimonial, llegan sus cinco estatuarios desde una baldosa, almohada de la gracia. Uno, dos, tres, cuatro y cinco rematados con una media suben a la gloria. Hay mucha torería y más ganas de romper la puerta más sagrada del toreo. Dos series en redondo le siguen otras al natural, más obligadas y por bajo que las anteriores. El toro extasiado por tanto dominio y mando parece acongojarse por momentos. El Juli, sigue embebido al natural hasta la misma linde mitológica de Manolete. El toro no puede más se hace imposible cualquier muletazo anexo y llega el arrimón final, innecesario a todas luces, para entonces el animal esta vendido al torero y a la plaza por la módica cantidad de treinta muletazos. La faena estaba hecha hacía diez minutos, Julián se pasa, coge la espada y comprueba que el toro esta descompuesto, acojonadito y la estocada se avecina imposible. Tres pinchazos y el tardo volapié se consumen al atardecer. El madrileño se pasó tres pueblos de faena por su gran afán de cuajar un toro en Sevilla como Dios manda. No se preocupe esa meta esta muy cerca y aún puede hacerlo el próximo lunes de farolillos, ahí estaremos todos. Mucha suerte maestro, ha sido un lujo verlo tan bien en Sevilla, mil gracias por calentar una feria dormida en el más profundo de sus sueños.

El Cid no remonta y lo sabe. En el primero poco pudo rascarle a un toro de mucho genio, que siempre se quedaba debajo de la muleta, y que acabó desarrollando peligro. Pero lo grave pasó con el quinto, que resultó ser el mejor toro de la Feria de Abril hasta el momento, un toro que embestía desde lejos al galope, metía la cara y repetía mil veces. Ahí se vieron las limitaciones de Manolo en estos momentos, algo pasa esta claro y no le achaco a su falta de predisposición, que le sobra sino a su falta de decisión para desarrollar y ligar el toreo fundamental, me explico. Es cierto que se fue al centro y le dio todas las ventajas al toro de El Ventorrillo en esa primera arrancada, pero lo que sucedió a continuación no tuvo eco en los tendidos, de hecho el público en su mayoría no acabó pidiendo el trofeo. Razones hay muchas, el toro embestía muy rápido y muy seguido y es posible que hacía falta alguien que no se detuviera en probaturas y reflexiones acerca de cual es el mejor lugar idóneo para torearlo, olvidándose de torearlo de inmediato hasta poderle del todo. Se nota que el valor y la exposición en esta temporada lo esta dosificando especialmente el torero de Salteras y no me extraña con lo mucho que esta contratado en tantas ferias como en esta no haga el esfuerzo. Mató efectivo y pronto a partir de ahí el rostro del saltereño lo decía todo, era un poema de Lorca, pudo dejar las cosas en su sitio con los foráneas y acabó barrido de un plumazo. ¿Estas son las figuras que nos aguardan en Sevilla?, habrá que esperar al miércoles para decidirse.

Alejandro Talavante es el torero que mejor se conoce en el escalafón. Torero virtuoso del lance al natural que con la ayuda de una cabeza privilegiada es capaz de realizar al tercero de la tarde dos series por ambas manos, las justas para sacarle los muletazos posibles a este toro más anovillado que otra cosa. Talavante se erige definitivamente en la tarde de ayer gracias a Lavador, como el torero inmaculado que se ha hecho a sí mismo en Sevilla. El primer toro de su lote no era nada del otro mundo pero tenía sus series, las adecuadas y necesarias, para hacerlas realidad de inmediato. El torero en cuestión hizo pleno, alternando el toreo en redondo con los adornos, en donde logró un mejor éxito. En la memoria de todos nos quedará grabada en la retina un cambio de mano y la despaciosidad templada de su compasiva franela, que ya quisiera el propio José Tomás para sí. Sacó pecho, marcó su sello inconfundible y volvió a deslumbrar a este público que tuvo que dividirse o adherirse a este feliz movimiento. Cerró plaza un ejemplar de El Ventorrillo con presencia de semental de solera y luciendo cinco inviernos en sus pitones. Hechuras de toro, toro y complicaciones todas la inimaginables. Ahí desapareció Talavante no quiso ni entrar en dura pugna por la ansiada Puerta del Príncipe y es que esta claro que cuando estas a medio gas lo mejor es que cuanto menos pases ejecutes delante del toro difícil, mejor que mejor, así no evidenciamos debilidades ni carencias de ningún tipo o todo lo contrario querido Alejandro. Esto es lo que tiene cuando sale el toro difícil o el buenísimo, que dejan en evidencia al torero siempre que no este a la altura.

Ficha técnica
Plaza de Toros de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Décimo festejo de la Feria de Abril de Sevilla. En tarde espléndida con rachas de viento y lleno en los tendidos, se lidiaron seis toros de El Ventorrillo bien presentados en general aunque bajaron segundo y tercero; y de buen juego en general destacando sobremanera por su fijeza en el caballo y buen humillar en el último tercio el lidiado en quinto lugar de nombre Terciopelo, de capa chorreado en morcillo y peso 575 kg.

Julián López El Juli, de grana y oro. En el primero estocada (oreja); en el cuarto tres pinchazos, estocada tendida (vuelta al ruedo)

Manuel Jesús El Cid, de rosa y oro. En el segundo pinchazo, estocada desprendida (silencio) y en el quinto estocada trasera.

Alejandro Talavante, de caña y oro. En el tercero (dos orejas); en el sexto estocada caída y descabello (silencio)

Ni tanto ni tan calvo

Ignacio de Cossío
Ignacio de Cossío
domingo, 26 de abril de 2009, 06:54 h (CET)
La Feria de Abril arrancó por fin taurinamente ayer en la Maestranza de manos de dos toreros y un toro. Tarde propicia para mentes frías y prudentes a las que aplicar aquello de: en el punto medio está la virtud. Desgraciadamente El Juli se pasó de faena y a El Cid se le fue el toro de la tarde y posiblemente uno de los mejores de la Feria, por el contrario el más listo de la clase fue Alejandro Talavante que supo dar medida y sensatez a los escasos muletazos que tuvo su primer toro, muy justo de todo por cierto. Con el segundo, un animal más complicado y aparente, el extremeño no quiso hacer el esfuerzo aún a sabiendas de poder obtener la ansiada Puerta del Príncipe, sabio y conocedor de sus propias limitaciones, fue un auténtico zorro del desierto.

Bien es cierto que Julián López El Juli fue el que primero abrió fuego al ciclo de las corridas con un soberbio quite por Chicuelinas muy ajustado, y es que el madrileño cada vez torea con más temple y cadencia con el capote, da gusto verle. El toro mansea, quiere regresar a la calma toledana, aquí no se adapta a tanto clima hostil. Julián que quiere y puede, comienza con la derecha y de sus muñecas salen despedidas dos series en redondo que hacen por sí solas saltar la música del maestro Tejera. Esto no debería tener mérito alguno pero si y mucho si se conoce la trayectoria caprichosa de este nuevo Tejera, habitual en retirar y poner a diestro y siniestro el acompañamiento musical, tan sólo consecuente con sus particulares gustos personales sin atender a la lidia en sí. El toro cambia, se pone difícil y comienza a flojear, a defenderse echando la cara arriba. Julián no se lo piensa dos veces abrevia y le receta una buena estocada hasta los gavilanes. Juan Murillo, desde el palco presidencial, concede un trofeo que marcaría la seriedad y el ritmo de la tarde. Llega el cuarto, vuelve el toreo angelical a la verónica, los tendidos jalean su compás. Tras un tercio de varas aseadito y testimonial, llegan sus cinco estatuarios desde una baldosa, almohada de la gracia. Uno, dos, tres, cuatro y cinco rematados con una media suben a la gloria. Hay mucha torería y más ganas de romper la puerta más sagrada del toreo. Dos series en redondo le siguen otras al natural, más obligadas y por bajo que las anteriores. El toro extasiado por tanto dominio y mando parece acongojarse por momentos. El Juli, sigue embebido al natural hasta la misma linde mitológica de Manolete. El toro no puede más se hace imposible cualquier muletazo anexo y llega el arrimón final, innecesario a todas luces, para entonces el animal esta vendido al torero y a la plaza por la módica cantidad de treinta muletazos. La faena estaba hecha hacía diez minutos, Julián se pasa, coge la espada y comprueba que el toro esta descompuesto, acojonadito y la estocada se avecina imposible. Tres pinchazos y el tardo volapié se consumen al atardecer. El madrileño se pasó tres pueblos de faena por su gran afán de cuajar un toro en Sevilla como Dios manda. No se preocupe esa meta esta muy cerca y aún puede hacerlo el próximo lunes de farolillos, ahí estaremos todos. Mucha suerte maestro, ha sido un lujo verlo tan bien en Sevilla, mil gracias por calentar una feria dormida en el más profundo de sus sueños.

El Cid no remonta y lo sabe. En el primero poco pudo rascarle a un toro de mucho genio, que siempre se quedaba debajo de la muleta, y que acabó desarrollando peligro. Pero lo grave pasó con el quinto, que resultó ser el mejor toro de la Feria de Abril hasta el momento, un toro que embestía desde lejos al galope, metía la cara y repetía mil veces. Ahí se vieron las limitaciones de Manolo en estos momentos, algo pasa esta claro y no le achaco a su falta de predisposición, que le sobra sino a su falta de decisión para desarrollar y ligar el toreo fundamental, me explico. Es cierto que se fue al centro y le dio todas las ventajas al toro de El Ventorrillo en esa primera arrancada, pero lo que sucedió a continuación no tuvo eco en los tendidos, de hecho el público en su mayoría no acabó pidiendo el trofeo. Razones hay muchas, el toro embestía muy rápido y muy seguido y es posible que hacía falta alguien que no se detuviera en probaturas y reflexiones acerca de cual es el mejor lugar idóneo para torearlo, olvidándose de torearlo de inmediato hasta poderle del todo. Se nota que el valor y la exposición en esta temporada lo esta dosificando especialmente el torero de Salteras y no me extraña con lo mucho que esta contratado en tantas ferias como en esta no haga el esfuerzo. Mató efectivo y pronto a partir de ahí el rostro del saltereño lo decía todo, era un poema de Lorca, pudo dejar las cosas en su sitio con los foráneas y acabó barrido de un plumazo. ¿Estas son las figuras que nos aguardan en Sevilla?, habrá que esperar al miércoles para decidirse.

Alejandro Talavante es el torero que mejor se conoce en el escalafón. Torero virtuoso del lance al natural que con la ayuda de una cabeza privilegiada es capaz de realizar al tercero de la tarde dos series por ambas manos, las justas para sacarle los muletazos posibles a este toro más anovillado que otra cosa. Talavante se erige definitivamente en la tarde de ayer gracias a Lavador, como el torero inmaculado que se ha hecho a sí mismo en Sevilla. El primer toro de su lote no era nada del otro mundo pero tenía sus series, las adecuadas y necesarias, para hacerlas realidad de inmediato. El torero en cuestión hizo pleno, alternando el toreo en redondo con los adornos, en donde logró un mejor éxito. En la memoria de todos nos quedará grabada en la retina un cambio de mano y la despaciosidad templada de su compasiva franela, que ya quisiera el propio José Tomás para sí. Sacó pecho, marcó su sello inconfundible y volvió a deslumbrar a este público que tuvo que dividirse o adherirse a este feliz movimiento. Cerró plaza un ejemplar de El Ventorrillo con presencia de semental de solera y luciendo cinco inviernos en sus pitones. Hechuras de toro, toro y complicaciones todas la inimaginables. Ahí desapareció Talavante no quiso ni entrar en dura pugna por la ansiada Puerta del Príncipe y es que esta claro que cuando estas a medio gas lo mejor es que cuanto menos pases ejecutes delante del toro difícil, mejor que mejor, así no evidenciamos debilidades ni carencias de ningún tipo o todo lo contrario querido Alejandro. Esto es lo que tiene cuando sale el toro difícil o el buenísimo, que dejan en evidencia al torero siempre que no este a la altura.

Ficha técnica
Plaza de Toros de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Décimo festejo de la Feria de Abril de Sevilla. En tarde espléndida con rachas de viento y lleno en los tendidos, se lidiaron seis toros de El Ventorrillo bien presentados en general aunque bajaron segundo y tercero; y de buen juego en general destacando sobremanera por su fijeza en el caballo y buen humillar en el último tercio el lidiado en quinto lugar de nombre Terciopelo, de capa chorreado en morcillo y peso 575 kg.

Julián López El Juli, de grana y oro. En el primero estocada (oreja); en el cuarto tres pinchazos, estocada tendida (vuelta al ruedo)

Manuel Jesús El Cid, de rosa y oro. En el segundo pinchazo, estocada desprendida (silencio) y en el quinto estocada trasera.

Alejandro Talavante, de caña y oro. En el tercero (dos orejas); en el sexto estocada caída y descabello (silencio)

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