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Etiquetas | Crítica taurina / Feria de Abril (Sevilla)
Ignacio de Cossío

La esencia de la Puebla

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Morante de la Puebla en la tarde de ayer regresó a sus orígenes abandonando el manierismo barroco por un toreo lleno de entrega y firmeza propio de quien puede y debe ocupar el puesto que se merece en la historia del toreo.

Sorprendentemente los toros de Jandilla decepcionaron por su descaste y mansedumbre mostrado en el ruedo, es más hubo tres toros los primeros que dieron la impresión de estar afectados por alguna afección vírica ya que el comportamiento estuvo más cera de lo paranormal que por consanguinidad de este encaste están obligados a desarrollar en el ruedo.




Morante de la Puebla.


Finito de Córdoba recibe con verónicas a un toro escaso de cuello como de fuerzas en las extremidades. Un calamitoso capítulo de descaste nos hacen sospechar de su estado de salud, no es normal la actitud de huída y reacción nerviosa a cada cite del maestro. Con el cuarto dan ganas que toque amargura la bande del maestro Tejera, y es que el animal tiene un punto de nobleza pero sin fuerza alguna, poco a poco cae la tarde mientras Juan de cada tres muletazos que ejecuta dos son pingüis, que lástima de torero con el buen corte que tiene. Toro de oreja frente a torero abúlico se vende, ante la imposibilidad de estar mejor.

Morante de la Puebla, fue el gran triunfador de la tarde y en sus muñecas brotó la esencia del arte. Con el segundo, un toro bien hecho al que Morante no encaja, lo toreó en redondo con una firmeza extraordinaria. El pitón izquierdo no tiene uno pero por el contrario se anima y compone un par de tandas rematadas con sendos y largos pases de pecho para ir abriendo boca. Menudo festín nos dio a todos. Que lástima que duró muy poquito por este pitón, el toro Viralimpio, el mismo al que José Antonio exprimió con torería y majeza digna de recordarse. La tarde no fue de casualidad y en el quinto comprobamos como destapó el tarro de las esencias marismeñas que hay en la Puebla. Atrás quedaron dos verónicas inspiradas y nacidas en la misma la cintura quebrada del torero sevillano para que alguien tome nota de cómo se paladea el sabor torero. La plaza cruje con el quite por Chicuelinas, muy ajustado y con ese gracejo especial que dan los toreros artistas que como Morante saben despertarse a tiempo de aquellos sueños apaulados para acabar de pintar las Meninas en medio del redondel. Si aquello no le convenció, recordemos las perfectas, limpias y templadas series en redondo que continuaron a su faena. Una faena por cierto, de mucho mérito realizada a un toro brusco y con genio que siempre exigió el máximo al torero. El toro que ya se había venido arriba desde banderillas, y poco a poco se vuelve más complicado en cada envite, nadie parece intuirlo salvo el torero. Morante domina el ayudado y la trinchera como el verso y la mar, Alberti. Ritmo y compás en la espesura de la tarde ganadera. Terminó Morante su faena y allí quedo sentado en una trinchera en mitad del ruedo el duende que se trajo consigo desde la Puebla. Como torearía y que ejemplo de solidez tendría su actuación que se aplaudió de principio a fin su aparición con el mismo entusiasmo que el día que abrió la Puerta del Príncipe, no sobró ni faltó nada, desde la verónica hasta el desplante encajó todo a las perfección como si de notas musicales se tratara en una partitura de un gran concierto alojadas en el pentagrama del director. Sevilla tiene torero para rato, como toree a partir de ahora de esta forma, no hay nadie que le tosa, ni siquiera los tomás ni los pereras.

Sebastián Castella le tocó un lote infumable, el primero murió de infarto posiblemente tras una genial chicuelita improvisada, un torerísimo cambio de mano o un profundo y eterno pase de pecho que nos regaló. Lástima que el descastado y flojo animal jandillero no durara un par de series más por alguno de sus pitones pues con la aptitud de Sebastián a estas horas estaríamos hablando de otro triunfo grande. Castella muy decidido y siempre por encima de sus dos toros apuntó las grandes maneras de quien quiere llegar muy alto en esta profesión. En la memoria de todos quedará el vibrante inicio por estatuarios en donde su cuerpo inmóvil parecía más bien una columna romana dentro del Partenón. Castella, al igual que le sucede a El Cid, tendrán que arreglar su Feria con los toros salmantinos del Puerto de San Lorenzo, tanto El Juli como luego Morante han puesto las cosas del revés, ya no cabe más excusas.

FICHA TÉCNICA
Plaza de Toros de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Décimo primer festejo de la Feria de Abril. En tarde espléndida se lidiaron seis toros de Jandilla. Bien presentados y suspenso en el juego. Primero de comportamiento enfermizo, segundo con un buen pitón derecho que duró poco, tercero muerto en combate, cuarto pero sin humillar, quinto duró poco y sexto descastado, manso y rajado.

- Finito de Córdoba, de azul pavo y oro. En el primero dos pinchazos y cinco descabellos (silencio) y en el cuarto pinchazo y media estocada (silencio)

- Morante de la Puebla, de Carmelita y pasamanería blanca. En el segundo estocada casi entera (saludos) y en el quinto media estocada tendida (oreja).

- Sebastián Castella, de azul cobalto y oro. Muerto de infarto (silencio). Estocada (silencio).

La esencia de la Puebla

Ignacio de Cossío
Ignacio de Cossío
lunes, 27 de abril de 2009, 06:44 h (CET)
Morante de la Puebla en la tarde de ayer regresó a sus orígenes abandonando el manierismo barroco por un toreo lleno de entrega y firmeza propio de quien puede y debe ocupar el puesto que se merece en la historia del toreo.

Sorprendentemente los toros de Jandilla decepcionaron por su descaste y mansedumbre mostrado en el ruedo, es más hubo tres toros los primeros que dieron la impresión de estar afectados por alguna afección vírica ya que el comportamiento estuvo más cera de lo paranormal que por consanguinidad de este encaste están obligados a desarrollar en el ruedo.




Morante de la Puebla.


Finito de Córdoba recibe con verónicas a un toro escaso de cuello como de fuerzas en las extremidades. Un calamitoso capítulo de descaste nos hacen sospechar de su estado de salud, no es normal la actitud de huída y reacción nerviosa a cada cite del maestro. Con el cuarto dan ganas que toque amargura la bande del maestro Tejera, y es que el animal tiene un punto de nobleza pero sin fuerza alguna, poco a poco cae la tarde mientras Juan de cada tres muletazos que ejecuta dos son pingüis, que lástima de torero con el buen corte que tiene. Toro de oreja frente a torero abúlico se vende, ante la imposibilidad de estar mejor.

Morante de la Puebla, fue el gran triunfador de la tarde y en sus muñecas brotó la esencia del arte. Con el segundo, un toro bien hecho al que Morante no encaja, lo toreó en redondo con una firmeza extraordinaria. El pitón izquierdo no tiene uno pero por el contrario se anima y compone un par de tandas rematadas con sendos y largos pases de pecho para ir abriendo boca. Menudo festín nos dio a todos. Que lástima que duró muy poquito por este pitón, el toro Viralimpio, el mismo al que José Antonio exprimió con torería y majeza digna de recordarse. La tarde no fue de casualidad y en el quinto comprobamos como destapó el tarro de las esencias marismeñas que hay en la Puebla. Atrás quedaron dos verónicas inspiradas y nacidas en la misma la cintura quebrada del torero sevillano para que alguien tome nota de cómo se paladea el sabor torero. La plaza cruje con el quite por Chicuelinas, muy ajustado y con ese gracejo especial que dan los toreros artistas que como Morante saben despertarse a tiempo de aquellos sueños apaulados para acabar de pintar las Meninas en medio del redondel. Si aquello no le convenció, recordemos las perfectas, limpias y templadas series en redondo que continuaron a su faena. Una faena por cierto, de mucho mérito realizada a un toro brusco y con genio que siempre exigió el máximo al torero. El toro que ya se había venido arriba desde banderillas, y poco a poco se vuelve más complicado en cada envite, nadie parece intuirlo salvo el torero. Morante domina el ayudado y la trinchera como el verso y la mar, Alberti. Ritmo y compás en la espesura de la tarde ganadera. Terminó Morante su faena y allí quedo sentado en una trinchera en mitad del ruedo el duende que se trajo consigo desde la Puebla. Como torearía y que ejemplo de solidez tendría su actuación que se aplaudió de principio a fin su aparición con el mismo entusiasmo que el día que abrió la Puerta del Príncipe, no sobró ni faltó nada, desde la verónica hasta el desplante encajó todo a las perfección como si de notas musicales se tratara en una partitura de un gran concierto alojadas en el pentagrama del director. Sevilla tiene torero para rato, como toree a partir de ahora de esta forma, no hay nadie que le tosa, ni siquiera los tomás ni los pereras.

Sebastián Castella le tocó un lote infumable, el primero murió de infarto posiblemente tras una genial chicuelita improvisada, un torerísimo cambio de mano o un profundo y eterno pase de pecho que nos regaló. Lástima que el descastado y flojo animal jandillero no durara un par de series más por alguno de sus pitones pues con la aptitud de Sebastián a estas horas estaríamos hablando de otro triunfo grande. Castella muy decidido y siempre por encima de sus dos toros apuntó las grandes maneras de quien quiere llegar muy alto en esta profesión. En la memoria de todos quedará el vibrante inicio por estatuarios en donde su cuerpo inmóvil parecía más bien una columna romana dentro del Partenón. Castella, al igual que le sucede a El Cid, tendrán que arreglar su Feria con los toros salmantinos del Puerto de San Lorenzo, tanto El Juli como luego Morante han puesto las cosas del revés, ya no cabe más excusas.

FICHA TÉCNICA
Plaza de Toros de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Décimo primer festejo de la Feria de Abril. En tarde espléndida se lidiaron seis toros de Jandilla. Bien presentados y suspenso en el juego. Primero de comportamiento enfermizo, segundo con un buen pitón derecho que duró poco, tercero muerto en combate, cuarto pero sin humillar, quinto duró poco y sexto descastado, manso y rajado.

- Finito de Córdoba, de azul pavo y oro. En el primero dos pinchazos y cinco descabellos (silencio) y en el cuarto pinchazo y media estocada (silencio)

- Morante de la Puebla, de Carmelita y pasamanería blanca. En el segundo estocada casi entera (saludos) y en el quinto media estocada tendida (oreja).

- Sebastián Castella, de azul cobalto y oro. Muerto de infarto (silencio). Estocada (silencio).

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