Existen dos maneras de relacionar el pensamiento con la realidad: intentar describir la realidad por medio del lenguaje o los productos de la mente; o bien usar estos productos mentales para proyectar lo que debería ser sobre una realidad que no responde a ese proyecto, con objetivo de transformarla en algún sentido.
Se pueden tomar como dos sentidos opuestos según qué parte determina a la otra: de ‘realidad-a-pensamiento’ o de ‘pensamiento-a-realidad’.
La primera relación es típicamente asociada a la crónica y a la estadística descriptiva. La segunda es propia de la expresión de deseos, de promesas, de previsiones y de programas ideales de comportamiento moral.
Pero esta distinción no tiene en cuenta que el proceso que entra en juego en el sentido ‘realidad-a-pensamiento’ se basa en una realidad que, a su vez, ha sido antes revisada necesariamente por ese pensamiento.
Es decir, lo que hay fuera de nosotros es siempre modificado por lo que hay dentro y adaptado por filtros que ni nosotros mismos conocemos. Por eso toda aproximación a la realidad es encarar siempre un poliedro por una sola de sus caras. Y precisamente por eso, toda sentencia crítica ha de estar precedida de un análisis personal que imponga a uno mismo saber a través de qué cristal está mirando la vida.
Es posible, pues, inclinarse por una visión unificadora de los dos sentidos en un solo proceso. Un ‘pensamiento-a-realidad-a-pensamiento’, tomando este último como una revisión de lo que el primer pensamiento pueda aportar a la realidad.
Como nunca estamos libres de prejuicios (lo anterior a la emisión de un juicio), esta posición no puede ser más que una posición provisional. Como soy consciente de su enorme carga previa fruto del momento y de mi propia biografía, esto no puede ser más que una hipótesis de trabajo siempre activa hasta que no se invalide por otra.
Ese proceso de revisión y adaptación de hipótesis es también hijo de aquellas mismas concepciones previas y, como tal, no es una verdad absoluta ni una senda obligada. Es él mismo una hipótesis de trabajo.
De manera que el hallazgo nunca es del todo satisfactorio sino siempre, por muchos años que pasen, temporal. Los firmes fundamentos son siempre cambiables por otros aún más firmes.
Evitaremos así la necesidad de defender a cualquier precio nuestra posición de toda la vida contra el ataque de cualquier diferencia. No eliminaremos la diferencia, seremos capaces de afrontarla.