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Sergio Brosa

A qué tanto socialismo

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“La mejor receta contra la crisis son las políticas sociales”, le dijo Rodríguez Zapatero a Trinidad Jiménez, para convencerla de que aceptase la cartera ministerial de Sanidad y Asuntos Sociales. Una afirmación tal retrata la miopía económica de un presidente de gobierno. Ella tuvo que pensar su repuesta afirmativa.

Zapatero está perdiendo soporte popular y cree que va a recuperarlo a base de vocear que los trabajadores y los parados van a poder seguir ordeñando la teta del Estado, convencido, como en la serie de televisión de que “Sin tetas no hay paraíso”.

Se acercan las elecciones europeas y no ha podido esperar a renovar el gobierno una vez pasadas éstas porque es consciente de que el fracaso del PSOE estaba garantizado. Y nada garantiza que con los pesos pesados del partido haciendo ahora de ministros se vaya a evitar. Ha llegado el momento de las soluciones tangibles y posibles y no únicamente de cambiar los figurines del escaparate.

Dejó perder una oportunidad de oro, pactando con Ibarretxe el nuevo gobierno del País Vasco y no perder, de paso, el apoyo inestimable para él del PNV en el Congreso de los Diputados, poniéndose en manos de su partido rival, el PP, en Euskadi y quedándose en franca minoría en el Congreso; con todo lo que tiene por legislar. Empezando por la Ley de Presupuestos Generales del Estado para 2010, cuya propuesta ha de entregarse el mes que viene en el Parlamento.

Pero Zapatero sigue sin darse cuenta de que la gente espera medidas que atenúen los efectos de la crisis y se salga de ella cuanto antes. Y como no sabe por dónde atajarla, todo y con tener una oficina económica en Moncloa con más de sesenta profesionales trabajando para él, lo único que se le ocurre es poner paños calientes: subvenciones para los que se quedan sin trabajo. En definitiva es lo único que le preocupa en la vana creencia de que las “políticas sociales” son las únicas salidas para la crisis. Y para Zapatero, las políticas sociales son las que se fundamentan en la subvención gratuita y conseguida sin esfuerzo: el Mantengo.

Trasnochada mentalidad socialista es la de Rodríguez Zapatero. Si está oyendo que se ha acabado el capitalismo, otra grosera equivocación en muchos ámbitos sociales y en algunos socioeconómicos incluso, habrá que suponer entonces que el socialismo está muerto y enterrado. Pero ni una cosa ni la otra. Ya sólo hay políticas económicas que acometer para relanzar el consumo, la producción y reactivar la actividad económica en su conjunto.

Se ha visto en la pasada reunión del G-20 el 3 de abril en Londres, en sus conclusiones finales que fijan un incremento de la dotación económica del Fondo Monetario Internacional, con mayor participación de los países emergentes en sus órganos de dirección; para regocijo de los propios países emergentes. También se han convenido políticas monetarias y fiscales expansivas para salir de la crisis, incluyendo masivas ayudas a la banca; deseo expreso de Barack Obama. Finalmente, una mayor regulación del sector financiero con un nuevo supervisor; como pedían Alemania y Francia. Aunque el problema no es la supervisión sino que esté a prueba de fallos.

La pregunta es si son éstas unas políticas sociales o son medidas de política económica con abstracción de su doctrina socialista o capitalista, con el objetivo común, acordado por el Grupo de los 20, de sacar al mundo de la crisis global en la que se halla sumido.

Pero Zapatero, todo y con asistir a la reunión de Londres, se empeña en que hay que mantener políticas sociales, parece que exclusivamente y así ha encomendado a todos los nuevos ministros que se dediquen al tema social en cuerpo y alma. Es como si sintiese la necesidad de que lo social, el socialismo, es el signo de identidad de su partido y hay que recordarlo machaconamente a cada paso, en lugar de acometer las medidas económicas que cada caso y sector recomiende, luego de un acertado diagnóstico, lo cual no está nada claro que se haya conseguido.

Y así, el Ministerio de Sanidad es el que lleva aparejado ahora también los Asuntos Sociales. Lo que deja de manifiesto que el Ministerio de Igualdad está circunscrito a la esfera de la mujer únicamente; por si las dudas y por la igualdad. La Vicepresidenta Segunda y Ministra de Economía siente gran preocupación por los parados; lo que es encomiable, pero en lo que a su cartera ministerial se refiere, creíamos que la prioridad estaba en el manejo de las cuentas del Estado. El Ministerio de Trabajo e Inmigración tiene como fin primordial, al decir de su titular, Celestino Corbacho que no haya más parados. El Vicepresidente Tercero, Manuel Chaves abogará porque todos los españoles tengan las mismas oportunidades. José Blanco, nuevo ministro de Fomento, pretende que las obras públicas sean un vínculo de cohesión social. La ministra de la Vivienda quiere que haya viviendas para los más débiles. Así que todos se vuelcan en la “políticas sociales” que entrados ya en el siglo XXI suena un poco anacrónico, dicho así en abstracto.

Lo que de verdad se hace perentorio es que el gobierno de Zapatero emprenda de una vez, con seriedad y rigor las actuaciones necesarias para salir de la crisis lo antes posible, sin empeñarse en que todo haya de llevar esa pátina “social” que él cree que le acerca a sus votantes. Y sus votantes están hartos ya de esperar que haga algo efectivo. Que deje de hablar y empiece a trabajar sin pensar tanto en las elecciones que han de renovarle su contrato de trabajo.

Si Zapatero no tiene ideas, debe fijarse en lo que hacen los países de nuestro entorno, así tengan gobierno socialista o no y tome buena nota de cómo se está afrontando el asunto de la demanda de automóviles, por ejemplo, básicamente de baja cilindrada que son los que se fabrican en España, de forma que a penas ha descendido su volumen de ventas en Alemania y Francia, subvencionando directamente al comprador una parte significativa del precio de adquisición.

A qué tanto socialismo

Sergio Brosa
Sergio Brosa
martes, 14 de abril de 2009, 10:48 h (CET)
“La mejor receta contra la crisis son las políticas sociales”, le dijo Rodríguez Zapatero a Trinidad Jiménez, para convencerla de que aceptase la cartera ministerial de Sanidad y Asuntos Sociales. Una afirmación tal retrata la miopía económica de un presidente de gobierno. Ella tuvo que pensar su repuesta afirmativa.

Zapatero está perdiendo soporte popular y cree que va a recuperarlo a base de vocear que los trabajadores y los parados van a poder seguir ordeñando la teta del Estado, convencido, como en la serie de televisión de que “Sin tetas no hay paraíso”.

Se acercan las elecciones europeas y no ha podido esperar a renovar el gobierno una vez pasadas éstas porque es consciente de que el fracaso del PSOE estaba garantizado. Y nada garantiza que con los pesos pesados del partido haciendo ahora de ministros se vaya a evitar. Ha llegado el momento de las soluciones tangibles y posibles y no únicamente de cambiar los figurines del escaparate.

Dejó perder una oportunidad de oro, pactando con Ibarretxe el nuevo gobierno del País Vasco y no perder, de paso, el apoyo inestimable para él del PNV en el Congreso de los Diputados, poniéndose en manos de su partido rival, el PP, en Euskadi y quedándose en franca minoría en el Congreso; con todo lo que tiene por legislar. Empezando por la Ley de Presupuestos Generales del Estado para 2010, cuya propuesta ha de entregarse el mes que viene en el Parlamento.

Pero Zapatero sigue sin darse cuenta de que la gente espera medidas que atenúen los efectos de la crisis y se salga de ella cuanto antes. Y como no sabe por dónde atajarla, todo y con tener una oficina económica en Moncloa con más de sesenta profesionales trabajando para él, lo único que se le ocurre es poner paños calientes: subvenciones para los que se quedan sin trabajo. En definitiva es lo único que le preocupa en la vana creencia de que las “políticas sociales” son las únicas salidas para la crisis. Y para Zapatero, las políticas sociales son las que se fundamentan en la subvención gratuita y conseguida sin esfuerzo: el Mantengo.

Trasnochada mentalidad socialista es la de Rodríguez Zapatero. Si está oyendo que se ha acabado el capitalismo, otra grosera equivocación en muchos ámbitos sociales y en algunos socioeconómicos incluso, habrá que suponer entonces que el socialismo está muerto y enterrado. Pero ni una cosa ni la otra. Ya sólo hay políticas económicas que acometer para relanzar el consumo, la producción y reactivar la actividad económica en su conjunto.

Se ha visto en la pasada reunión del G-20 el 3 de abril en Londres, en sus conclusiones finales que fijan un incremento de la dotación económica del Fondo Monetario Internacional, con mayor participación de los países emergentes en sus órganos de dirección; para regocijo de los propios países emergentes. También se han convenido políticas monetarias y fiscales expansivas para salir de la crisis, incluyendo masivas ayudas a la banca; deseo expreso de Barack Obama. Finalmente, una mayor regulación del sector financiero con un nuevo supervisor; como pedían Alemania y Francia. Aunque el problema no es la supervisión sino que esté a prueba de fallos.

La pregunta es si son éstas unas políticas sociales o son medidas de política económica con abstracción de su doctrina socialista o capitalista, con el objetivo común, acordado por el Grupo de los 20, de sacar al mundo de la crisis global en la que se halla sumido.

Pero Zapatero, todo y con asistir a la reunión de Londres, se empeña en que hay que mantener políticas sociales, parece que exclusivamente y así ha encomendado a todos los nuevos ministros que se dediquen al tema social en cuerpo y alma. Es como si sintiese la necesidad de que lo social, el socialismo, es el signo de identidad de su partido y hay que recordarlo machaconamente a cada paso, en lugar de acometer las medidas económicas que cada caso y sector recomiende, luego de un acertado diagnóstico, lo cual no está nada claro que se haya conseguido.

Y así, el Ministerio de Sanidad es el que lleva aparejado ahora también los Asuntos Sociales. Lo que deja de manifiesto que el Ministerio de Igualdad está circunscrito a la esfera de la mujer únicamente; por si las dudas y por la igualdad. La Vicepresidenta Segunda y Ministra de Economía siente gran preocupación por los parados; lo que es encomiable, pero en lo que a su cartera ministerial se refiere, creíamos que la prioridad estaba en el manejo de las cuentas del Estado. El Ministerio de Trabajo e Inmigración tiene como fin primordial, al decir de su titular, Celestino Corbacho que no haya más parados. El Vicepresidente Tercero, Manuel Chaves abogará porque todos los españoles tengan las mismas oportunidades. José Blanco, nuevo ministro de Fomento, pretende que las obras públicas sean un vínculo de cohesión social. La ministra de la Vivienda quiere que haya viviendas para los más débiles. Así que todos se vuelcan en la “políticas sociales” que entrados ya en el siglo XXI suena un poco anacrónico, dicho así en abstracto.

Lo que de verdad se hace perentorio es que el gobierno de Zapatero emprenda de una vez, con seriedad y rigor las actuaciones necesarias para salir de la crisis lo antes posible, sin empeñarse en que todo haya de llevar esa pátina “social” que él cree que le acerca a sus votantes. Y sus votantes están hartos ya de esperar que haga algo efectivo. Que deje de hablar y empiece a trabajar sin pensar tanto en las elecciones que han de renovarle su contrato de trabajo.

Si Zapatero no tiene ideas, debe fijarse en lo que hacen los países de nuestro entorno, así tengan gobierno socialista o no y tome buena nota de cómo se está afrontando el asunto de la demanda de automóviles, por ejemplo, básicamente de baja cilindrada que son los que se fabrican en España, de forma que a penas ha descendido su volumen de ventas en Alemania y Francia, subvencionando directamente al comprador una parte significativa del precio de adquisición.

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