Esta semana que ha concluido ha sido todo menos una semana anónima. La Semana Santa para los españoles, desde tiempos inmemoriales que se dice, o al menos desde los visigodos, o antes, con los hispano romanos, ha sido durante cientos de años la semana dedicada unánimemente a conmemorar los misterios de la Pasión y Muerte de Cristo, y, hasta es posible que el Califato de Córdoba la respetase en señal de tolerante convivencia. Tan arraigada en lo religioso como en lo cultural, como tantas cosas ocurren en esta península en que Religión y Arte se entremezclan.
En la segunda mitad del pasado siglo, con el bienestar y el auge de las clases medias ocasionado por la sociología del franquismo, el español se fue sintiendo “nuevo rico” y se creó la necesidad de disfrutar de cualquier atisbo de tiempo libre para salir de la rutina e irse a donde fuera a “descansar”, aunque fuera un mínimo tiempo. Y ese fue el origen de los “atascos” y de la decadencia de las celebraciones de Semana Santa. En lugar de quedarse la gente en la ciudad, para asistir a los Oficios, o a los estrenos del Sábádo de Gloria –a esto también contribuyó la Iglesia eliminándolo-, prefería llenar el depósito de gasolina y poner rumbo a donde quiera que fuese, el caso era “disfrutar” de unas “micro” vacaciones, que consistían en unas largas horas de viaje, y otras cortas de descanso en lugares aglomerados en esa circunstancia.
Así fueron en incremento, difícil de explicar, las “vacaciones-de- semanasanta”. En Cataluña, Valencia y Navarra, al menos, siempre han tenido el lunes siguiente, segundo día de Pascua, de vacación. Pero, el resto de España, generalmente, salía el jueves por la tarde, pronto, y volvía el domingo por la tarde, eso era todo. Así “era”, al menos, hasta este año, en que a ZP, le pilló su crisis de gobierno en pleno zascandileo de “cumbres”; que si el G-20, la “otan”, alianza de civilizaciones, “morreos” con Obama, etc, Se descubrió el pastel y tuvo que precipitar la vuelta a Madrid, convocar a los periodistas y decirles, ¡qué listos sois!, y sacarse del bolsillo la lista de los nuevos “ganapanes” que sustituyen a los anteriores, y de paso, ¡cañazo!, nada de vacaciones por motivo religioso. Los socialistas somos laboriosos. Que no se diga. ¡A trabajar!... Aquí no se holgazanea... porque sea la Semana Santa de los curas. ¡Todos a trabajar! Lo que ocurre es que no contó con la tendencia natural, y la gente está acostumbrada a tomar vacaciones por semana-santa. A la monada Bibiana se le ha visto con un acompañante en un vuelo charter de camino a Estambul, se dice. Eso si, con austeridad. La Chacón, tomando el sol en Lanzarote. Chaves de vuelta para despedirse de su gente en el “cortijo”, aunque, en precipitado retorno, se reunió una tarde del viernes o sábado alrededor de una pequeña mesa redonda, que podía estar en cualquier parte de España, con el inefable Pepiño que todo esperamos no nos haga añorar a la más parrandera ministra que el socialismo español ha aportado a la Historia de España.
Otra aportación de esta peculiar “semanasanta” ha sido asistir, por fin, a la jubilación de un “jeta”, el ex ministro Solbes, tan deseada por él mismo. Qué, para colmo, se despide dejando al país con su particular impresión de que lo ha hecho “razonablemente” bien (¡). La diosa “Razón”, si algún día ha de juzgarle, es de esperar no le perdone este perverso uso de su buen nombre y le condene a la más hirviente caldera de Pedro Botero. Y, vamos hacia las Elecciones de eurodiputados, en que, como señala Enrique de Diego, hay que elegir a uno señores que, en plena crisis, ganarán un sueldo superior al de los anteriores y exento de impuestos. Vamos bien.