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Sergio Brosa

Del G-20; qué, por qué y ZP

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El Grupo de 20 o G-20 es una institución internacional que se reúne para tratar de asuntos económicos. Sus miembros, 19 países con algunos de los más industrializados y las economías emergentes más la Unión Europea, representa el 90% del producto nacional bruto del mundo, el 80% del comercio mundial, incluyendo el comercio dentro de la UE y dos terceras partes de la población del planeta.

El G-20 que representa un abanico mucho más amplio de las economías industrializadas del mundo que el G-8, tomó un renovado protagonismo a raíz de la actual crisis mundial. El pasado día 2 de abril se reunieron en Londres y acordaron estimular el comercio mundial y establecer reglas de comportamiento más rigurosas para las instituciones financieras. Un cúmulo de buenos deseos.

Los detalles del acuerdo sin embargo y la letra pequeña vendrán en los próximos meses, porque de los 1,1 billones de dólares de los grandes titulares, no queda claro cuántos de ellos estaban ya acordados antes de la reunión del G-20. De manera que en los próximos dos o tres años se sabrá si acertaron con sus acuerdos.

El G-20 surgió como respuesta a la crisis financiera asiática de finales de los 90 y por el reconocimiento de que los países emergentes clave no habían sido adecuadamente incluidos en la discusión sobre la economía global y la gobernanza.

Un grupo más pequeño de países industrializados se habían estado reuniendo desde los años 70, el G-7 y G-8, con los ministros económicos y los jefes de gobierno respectivamente. En los 90, dada la extensión de la crisis asiática, los líderes gubernamentales decidieron involucrar a un grupo más amplio de naciones incluyendo a países de mercados emergentes para tratar con el embrollo, como explica el New York Times.

Primero se reunieron un grupo de 22 países y luego otro de 33. El G-20 se creó en 1999 como una institución internacional más permanente que incluía la representación de países emergentes. Los países miembros son: Alemania, Arabia Saudí, Argentina, Australia, Brasil, Canadá, Corea del Sur, China, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, India, Indonesia, Italia, Japón, México, Rusia, Sudáfrica y Turquía. La UE también es miembro y está representada por la presidencia rotatoria del consejo y el Banco Central Europeo.

Los miembros del G-20 no han cambiado desde que se constituyó y la organización dice que no hay un criterio formal para ser miembro del G-20. Con la excepción de Argentina, Arabia Saudí y Sudáfrica, todos lo países miembros entraron en la lista de los Top-20 con mayor Producto Interior Bruto, de acuerdo con la clasificación del World Factbook que elabora la CIA, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.

Se pregunta uno entonces el por qué de España en el G-20 si no pertenece formalmente a él. Y la respuesta es que España no está presente en el G-20; quien asiste es José Luis Rodríguez Zapatero que es presidente del gobierno.

En efecto, a la reunión urgente del pasado mes de noviembre convocada por George Bush, a raíz de la crisis económica y como despedida colectiva de los principales líderes mundiales, ZP se empeñó en ser invitado y finalmente no lo fue. Sarkozy le cedió uno de sus dos sillones en la reunión del G-20 que tenía por razón de ser presidente de turno de la UE y a su vez, presidente de un país miembro.

Las presiones diplomáticas hicieron también que Gordon Brown, anfitrión de la reciente reunión del G-20 en Londres, invitase a Zapatero a asistir y le encargó de paso que hiciese de hombre bueno para justificar su invitación, ya que no puede sustentarla en las dotes diplomáticas de ZP ni en sus virtudes políglotas, para que mediara para acercar posiciones y lograr un acuerdo en el G-20 sobre la regulación del sistema financiero internacional, por la discrepancias existentes en esta materia en el seno del G-20, postura compartida por los dos pesos pesados, Alemania y Francia.

No se sabe qué hizo Zapatero específicamente en este asunto, pues lo fácil para cualquiera que sea capaz de comunicarse por lo menos en inglés, lo que resulta imposible para ZP, es hablar con unos y con otros en los pasillos, los coffee break y en cualquier oportunidad de las muchas que una conferencia de este tenor proporciona a cualquier hábil mediador. Pero es del todo irrealizable cuando debe hacerse a través de traductores, pues la espontaneidad necesaria para estas cuitas, deviene en forzada y a la postre imposible mediación por su ausencia de frescor y naturalidad; además de la dificultad añadida de la propia comunicación en si misma y la distintiva ineptitud de Zapatero.

Y es que si en la tranquilidad de la rueda de prensa de ZP posterior a la conferencia, para los periodistas españoles casi en exclusividad, habiendo podido encargar a alguien capacitado que le redactara un comunicado o al menos una notas que le sirvieran de guión, fue capaz de balbucear tal cúmulo de banalidades y hablar de todo lo que España concita, no se imagina uno cómo pueda hacer una labor de mediación cara a cara o vis a vis con los líderes políticos del mundo con los que no puede comunicarse.

Habría que desarrollar un elemento del tipo Holter que ZP pudiera llevar adherido al cuerpo en los foros internacionales que le permitiese la transmisión telemática del pensamiento de Gordon Brown, por ejemplo, al corazón de los demás líderes y ahorrarnos así la vergüenza ajena de ver su empeño por asistir y su incapacidad para expresarse. ¿Será sólo por la foto? ¡Ah! Pero eso sí: un batallón a Afganistán. Obama sí que sabe.

Del G-20; qué, por qué y ZP

Sergio Brosa
Sergio Brosa
martes, 7 de abril de 2009, 10:52 h (CET)
El Grupo de 20 o G-20 es una institución internacional que se reúne para tratar de asuntos económicos. Sus miembros, 19 países con algunos de los más industrializados y las economías emergentes más la Unión Europea, representa el 90% del producto nacional bruto del mundo, el 80% del comercio mundial, incluyendo el comercio dentro de la UE y dos terceras partes de la población del planeta.

El G-20 que representa un abanico mucho más amplio de las economías industrializadas del mundo que el G-8, tomó un renovado protagonismo a raíz de la actual crisis mundial. El pasado día 2 de abril se reunieron en Londres y acordaron estimular el comercio mundial y establecer reglas de comportamiento más rigurosas para las instituciones financieras. Un cúmulo de buenos deseos.

Los detalles del acuerdo sin embargo y la letra pequeña vendrán en los próximos meses, porque de los 1,1 billones de dólares de los grandes titulares, no queda claro cuántos de ellos estaban ya acordados antes de la reunión del G-20. De manera que en los próximos dos o tres años se sabrá si acertaron con sus acuerdos.

El G-20 surgió como respuesta a la crisis financiera asiática de finales de los 90 y por el reconocimiento de que los países emergentes clave no habían sido adecuadamente incluidos en la discusión sobre la economía global y la gobernanza.

Un grupo más pequeño de países industrializados se habían estado reuniendo desde los años 70, el G-7 y G-8, con los ministros económicos y los jefes de gobierno respectivamente. En los 90, dada la extensión de la crisis asiática, los líderes gubernamentales decidieron involucrar a un grupo más amplio de naciones incluyendo a países de mercados emergentes para tratar con el embrollo, como explica el New York Times.

Primero se reunieron un grupo de 22 países y luego otro de 33. El G-20 se creó en 1999 como una institución internacional más permanente que incluía la representación de países emergentes. Los países miembros son: Alemania, Arabia Saudí, Argentina, Australia, Brasil, Canadá, Corea del Sur, China, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, India, Indonesia, Italia, Japón, México, Rusia, Sudáfrica y Turquía. La UE también es miembro y está representada por la presidencia rotatoria del consejo y el Banco Central Europeo.

Los miembros del G-20 no han cambiado desde que se constituyó y la organización dice que no hay un criterio formal para ser miembro del G-20. Con la excepción de Argentina, Arabia Saudí y Sudáfrica, todos lo países miembros entraron en la lista de los Top-20 con mayor Producto Interior Bruto, de acuerdo con la clasificación del World Factbook que elabora la CIA, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.

Se pregunta uno entonces el por qué de España en el G-20 si no pertenece formalmente a él. Y la respuesta es que España no está presente en el G-20; quien asiste es José Luis Rodríguez Zapatero que es presidente del gobierno.

En efecto, a la reunión urgente del pasado mes de noviembre convocada por George Bush, a raíz de la crisis económica y como despedida colectiva de los principales líderes mundiales, ZP se empeñó en ser invitado y finalmente no lo fue. Sarkozy le cedió uno de sus dos sillones en la reunión del G-20 que tenía por razón de ser presidente de turno de la UE y a su vez, presidente de un país miembro.

Las presiones diplomáticas hicieron también que Gordon Brown, anfitrión de la reciente reunión del G-20 en Londres, invitase a Zapatero a asistir y le encargó de paso que hiciese de hombre bueno para justificar su invitación, ya que no puede sustentarla en las dotes diplomáticas de ZP ni en sus virtudes políglotas, para que mediara para acercar posiciones y lograr un acuerdo en el G-20 sobre la regulación del sistema financiero internacional, por la discrepancias existentes en esta materia en el seno del G-20, postura compartida por los dos pesos pesados, Alemania y Francia.

No se sabe qué hizo Zapatero específicamente en este asunto, pues lo fácil para cualquiera que sea capaz de comunicarse por lo menos en inglés, lo que resulta imposible para ZP, es hablar con unos y con otros en los pasillos, los coffee break y en cualquier oportunidad de las muchas que una conferencia de este tenor proporciona a cualquier hábil mediador. Pero es del todo irrealizable cuando debe hacerse a través de traductores, pues la espontaneidad necesaria para estas cuitas, deviene en forzada y a la postre imposible mediación por su ausencia de frescor y naturalidad; además de la dificultad añadida de la propia comunicación en si misma y la distintiva ineptitud de Zapatero.

Y es que si en la tranquilidad de la rueda de prensa de ZP posterior a la conferencia, para los periodistas españoles casi en exclusividad, habiendo podido encargar a alguien capacitado que le redactara un comunicado o al menos una notas que le sirvieran de guión, fue capaz de balbucear tal cúmulo de banalidades y hablar de todo lo que España concita, no se imagina uno cómo pueda hacer una labor de mediación cara a cara o vis a vis con los líderes políticos del mundo con los que no puede comunicarse.

Habría que desarrollar un elemento del tipo Holter que ZP pudiera llevar adherido al cuerpo en los foros internacionales que le permitiese la transmisión telemática del pensamiento de Gordon Brown, por ejemplo, al corazón de los demás líderes y ahorrarnos así la vergüenza ajena de ver su empeño por asistir y su incapacidad para expresarse. ¿Será sólo por la foto? ¡Ah! Pero eso sí: un batallón a Afganistán. Obama sí que sabe.

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Al fin, el sistema educativo (aunque fundamentalmente lo es, o habría de serlo, de enseñanza-aprendizaje) está dentro de una dinámica social y en su transcurrir diario forja futuros ciudadanos con base en unos valores imperantes de los que es complicado sustraerse. Desde el XIX hasta nuestros días dichos valores han estado muy influenciados por la evolución de la ética económico-laboral, a la que Jorge Dioni López se refería afinadamente en un artículo.

Acaba de fallecer Joe Lieberman, con 82 años, senador estadounidense por Connecticut durante cuatro mandatos antes de ser compañero de Al Gore en el año 2000. Desde que se retiró en 2013 retomó su desempeño en la abogacía en American Enterprise Institute y se encontraba estrechamente vinculado al grupo político No Label (https://www.nolabels.org/ ) y que se ha destacado por impulsar políticas independientes y centristas.

Me he criado en una familia religiosa, sin llegar a ser beata, que ha vivido muy de cerca la festividad del Jueves Santo desde siempre. Mis padres se casaron en Santo Domingo, hemos vivido en el pasillo del mismo nombre, pusimos nuestro matrimonio a los pies de la Virgen de la Esperanza, de la que soy hermano, y he llevado su trono durante 25 años.

 
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