De los resultados humanos negativos de la “crisis” todo el mundo ha oído hablar, o tiene experimentado en propia carne sus consecuencias más llamativas en forma de desempleo y retracción de la actividad económico-financiera. Sobran comentarios. Se ha hecho, incluso, un tema socorrido para editorialistas y contertulios de cualquier medio de comunicación.
La otra cara de la moneda que ofrece desde que hizo acto de presencia, es el permanente derroche de millones con que se intenta atajar sin el menor éxito. Por el contrario, la necesidad de “¡Más millones!”... (G-20), es escandalosa. Viene a recordar a la escena de los Hermano Marx en un desvencijado tren en el Oeste americano, en que, para seguir marchando, no cesaban de gritarse unos a otros: ¡Más madera!...
La presencia de ZP en el G-20 ha costado que España participe en una parte alícuota de cuatro mil millones de dólares en el último (por ahora) billón de dólares necesario para apuntalar la economía mundial. Argentina, representada por la Presidenta Cristina Kirschner, supo zafarse de tan incómodo escote y se escabulló de la milonga sin soltar un peso. ¡Anda que no sabe la señora!...
La crisis no cesa, y en consecuencia el desempleo crece, y la necesidad de dinero aumenta en idéntica proporción. ¡Dinero, dinero y dinero!... ¿A qué suena esto? Es bien conocida esta angustiosa repetición. Fue proclamada, nada menos que por Napoleón Bonaparte, como imprescindible para ganar las guerras; todo lo demás sobraba. Si un hombre ha habido “enterado” en guerras, fue él, aunque perdiera la última; tal vez es que se le acabó.
¿En qué se está utilizando tanta “pasta” desde que la “crisis” se ha reconocido como presente en el mundo? El ex presidente Bush, antes de dejar la Casa Blanca, ya tuvo que conseguir la aprobación de las Cámaras para “aflojar” los primeros millones. Le ha seguido sin parar, su sucesor en el sillón presidencial. Y, es más, en la primera salida internacional, éste ha presentado la colecta del billón mencionado.
El resumen –hecho público- de la cumbre del G-20 ha sido reunir más dinero y adoptar medidas para el control de evasiones en “paraísos fiscales”. Más tal como está discurriendo el gasto, que bien parece un sumidero de dólares, cabe la pregunta: ¿El siglo XXI está comprando la Paz con dinero? Hace cien años, Europa se estaba armando hasta los dientes preparando la Primera Guerra mundial, a la que sucedió unos años después la Segunda.
Según el principio bonapartista parece como si en estos momentos, una “Guerra X” estuviera consumiendo a raudales el dinero del mundo entero. También existen sinvergüenzas que aprovechando el río revuelto hacen la conocida “ganancia de pescadores”. Existe un grado de desorientación preocupante. En una circunstancia como la actual, ¿cómo se explica que los intereses, el precio del dinero, sea, históricamente, el más bajo que se ha conocido? Nadie entiende lo que está sucediendo, ni a qué se debe, ni qué va a pasar, ni cuando.
¿Se le están dando fondos de consolación, bajo mano, a la industria armamentística para que se conforme en tiempos de paz?
Si, en cambio, la tal “Guerra X” no existe, es decir, no se encuentra por ninguna parte, no porque no toque (los políticos han venido resolviendo las grandes crisis de la humanidad con las consabidas guerras), nos encontraríamos ante un hecho sin precedentes. Existen motivos de sobra para una “gran” guerra que no se está librando. Esta sería una explicación de lo que sucede. Estamos pagando la paz. La paz de una NO-GUERRA. “Esto si que es un invento”, que diría Epifanio. ¿Cuánto vale una no-guerra? No es difícil responder a esa pregunta. Se puede saber al céntimo lo que costaron en dinero y vidas humanas la Primera y Segunda Guerras Mundiales. Sólo hay que multiplicar por los “adelantos” actuales en la maquinaria de matar, y se verá que por mucho que se lleve gastado hasta ahora es una insignificancia, si el Hombre actual está comprando la Paz. Es más, es de temer que haya que pagar muchísimo más todavía, hasta limites insospechados, y aún así será barato, ¡será por dinero!... El caso es que no caiga una bomba, ni sufra un niño, ni una viuda llore, ni haya que acudir a un entierro...
Esta es una sólo interpretación oteando el panorama a través de un mágico catalejo y desde una altura granítica que permite entrever algunas cosas relevantes de las que suceden en la Aldea. De lo que sucede en España es harina de otro costal, porque es evidente que se encuentra sumida en el acontecer Mundial, pero con un payaso al frente; el embustero de ZP, que ni se ha enterado de lo anterior, limitado en sus jeribeques a hacer el ridículo a escala nacional o internacional. Por fortuna, el zarandeo es de tal envergadura que su presencia es despreciable. Las cosas se pondrán tan feas como esta “no-guerra” sin precedentes imponga, Nadie lo sabe. Eso sí, todas las guerras han terminado, y ésta, tan atípica por fortuna, también lo hará, y, un día florecerá la paz. Ahí reside el punto de optimismo. Esa es la única luz del final del túnel. Ojala el Mundo haya aprendido, por fin, a comprar la paz.