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Etiquetas | Sahara | MARRUECOS
La lucha por la independencia del “Sahara occidental” es hace tiempo una causa perdida, pero el negocio de la ayuda humanitaria lo mantiene en terapia intensiva

Causa perdida en el Sahara Occidental

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Dijo una importante figura religiosa contemporánea que la guerra es siempre una derrota de toda la humanidad, pero a pesar de esta irrefutable verdad, existe siempre algún cabeza dura capaz de encontrarle beneficios a un enfrentamiento armado.

Es lo que viene sucediendo en los últimos tiempos en el Magreb, donde en medio de la delicada situación internacional creada por el avance yihadista, los anacrónicos partidarios del vetusto Frente Polisario consideran pertinente amenazar tranquilamente con una guerra a la opinión pública internacional.

Hace pocos días el Reino de Marruecos se deshizo de los últimos funcionarios de la ONU, luego de las disparatadas declaraciones de su secretario general, cuyo disparo acabó así saliendo por la culata dejando malherido a su ya maltrecho prestigio.

Días después, Marruecos impidió ingresar a su territorio a los partidarios de los grupos violentistas que promueven el enfrentamiento bélico, a sabiendas que su causa está perdida, solo para salvar lo que queda del gran negocio que montaron con la ayuda humanitaria a los “saharauis”.

Se objeta con frecuencia, desde el aparato de propaganda pro-argelino que responde al Polisario, el trato dado por las autoridades de Marruecos a los exponentes de ONG que lucran con el conflicto del Sahara, sobre todo desde España, pero pocas veces los españoles se han preguntado que harían si Francia decidiera apoyar las acciones de ETA, dándoles apoyo logístico y propagandístico desde su territorio.

Como lo expongo en mi libro “Sahara marroquí más allá del Sahara Occidental”, el doble rasero español se aplica también al problema de Gibraltar, rechazando la ocupación británica, pero justificando la propia en Ceuta y Melilla.

Quienes persiguen el escándalo orquestando viajes de personeros de ONG a sabiendas que serán expulsados de Marruecos, deberían tener en cuenta que en ese Reino, los principios éticos y jurídicos se imbrican con otros criterios y exigencias también apremiantes. Entre ellos, la opción de estado histórico desmembrado por el colonialismo, la defensa del propio espacio vital, y el rechazo a la creación de estados fallidos fácilmente manipulables por la injerencia externa.

Es fácil hablar de colonialismo, por supuesto, defendiéndolas fronteras que los mismos colonialistas trazaron, agrediendo de manera inmisericorde a un país que lucha por reconstituir su estado histórico desmembrado y defender su integridad territorial.

Que la causa del “Sahara Occidental” está perdida lo sabe todo el mundo, incluidos los mismos mandones del Polisario, pero admitirlo sería para ellos renunciar a los dividendos obtenidos en el negocio de la ayuda humanitaria y otros rubros paralelos. Para los delegados del Polisario desperdigados por todo el mundo y su prensa adicta, sería quedar fuera del pucheroducto.

Es fácil hablar de metralletas que esgrimirán otros mientras se espera que llueva maná en el desierto, y se condena al infierno en la tierra a decenas de miles de tuaregs, chambas y erguibats en los campamentos de Tinduf.

Dijo un teórico de la No Violencia que la causa de la libertad se convierte en una burla si el precio a pagar es la destrucción de quienes deberían disfrutar la libertad, y es exactamente lo que sucede con los falsos refugiados saharauis en territorio argelino.

Quienes por intereses personales esgrimen reclamos inaceptables y hablan alto de una causa que saben está perdida, deberían reflexionar al respecto.

Causa perdida en el Sahara Occidental

La lucha por la independencia del “Sahara occidental” es hace tiempo una causa perdida, pero el negocio de la ayuda humanitaria lo mantiene en terapia intensiva
Luis Agüero Wagner
viernes, 8 de abril de 2016, 08:40 h (CET)
Dijo una importante figura religiosa contemporánea que la guerra es siempre una derrota de toda la humanidad, pero a pesar de esta irrefutable verdad, existe siempre algún cabeza dura capaz de encontrarle beneficios a un enfrentamiento armado.

Es lo que viene sucediendo en los últimos tiempos en el Magreb, donde en medio de la delicada situación internacional creada por el avance yihadista, los anacrónicos partidarios del vetusto Frente Polisario consideran pertinente amenazar tranquilamente con una guerra a la opinión pública internacional.

Hace pocos días el Reino de Marruecos se deshizo de los últimos funcionarios de la ONU, luego de las disparatadas declaraciones de su secretario general, cuyo disparo acabó así saliendo por la culata dejando malherido a su ya maltrecho prestigio.

Días después, Marruecos impidió ingresar a su territorio a los partidarios de los grupos violentistas que promueven el enfrentamiento bélico, a sabiendas que su causa está perdida, solo para salvar lo que queda del gran negocio que montaron con la ayuda humanitaria a los “saharauis”.

Se objeta con frecuencia, desde el aparato de propaganda pro-argelino que responde al Polisario, el trato dado por las autoridades de Marruecos a los exponentes de ONG que lucran con el conflicto del Sahara, sobre todo desde España, pero pocas veces los españoles se han preguntado que harían si Francia decidiera apoyar las acciones de ETA, dándoles apoyo logístico y propagandístico desde su territorio.

Como lo expongo en mi libro “Sahara marroquí más allá del Sahara Occidental”, el doble rasero español se aplica también al problema de Gibraltar, rechazando la ocupación británica, pero justificando la propia en Ceuta y Melilla.

Quienes persiguen el escándalo orquestando viajes de personeros de ONG a sabiendas que serán expulsados de Marruecos, deberían tener en cuenta que en ese Reino, los principios éticos y jurídicos se imbrican con otros criterios y exigencias también apremiantes. Entre ellos, la opción de estado histórico desmembrado por el colonialismo, la defensa del propio espacio vital, y el rechazo a la creación de estados fallidos fácilmente manipulables por la injerencia externa.

Es fácil hablar de colonialismo, por supuesto, defendiéndolas fronteras que los mismos colonialistas trazaron, agrediendo de manera inmisericorde a un país que lucha por reconstituir su estado histórico desmembrado y defender su integridad territorial.

Que la causa del “Sahara Occidental” está perdida lo sabe todo el mundo, incluidos los mismos mandones del Polisario, pero admitirlo sería para ellos renunciar a los dividendos obtenidos en el negocio de la ayuda humanitaria y otros rubros paralelos. Para los delegados del Polisario desperdigados por todo el mundo y su prensa adicta, sería quedar fuera del pucheroducto.

Es fácil hablar de metralletas que esgrimirán otros mientras se espera que llueva maná en el desierto, y se condena al infierno en la tierra a decenas de miles de tuaregs, chambas y erguibats en los campamentos de Tinduf.

Dijo un teórico de la No Violencia que la causa de la libertad se convierte en una burla si el precio a pagar es la destrucción de quienes deberían disfrutar la libertad, y es exactamente lo que sucede con los falsos refugiados saharauis en territorio argelino.

Quienes por intereses personales esgrimen reclamos inaceptables y hablan alto de una causa que saben está perdida, deberían reflexionar al respecto.

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