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La calma acostada en su ira,
del sosiego en marcha...
y el bien merecido de aquel atormentado alma por tanto llorar en hojas secas su tormento.
La calma acostada en su ira,
llegó el momento de bajar la autoestima y ayudar a cien mil corazones dolidos en su luto,
es ya la hora del paseo al fondo de mi lejano alma tan olvidada en la esencia de ser lo tristemente mundano.
La calma acostada en su ira,
lentamente nos dormimos en colchones de espinas antaño,
tras tener la luna del sino Fortuna de nuevo, unas risas nuevas para mis estrellas fundidas en este cielo luto falso.
El hombre ocupa el área ocre de la pista. La mujer, el área aceituna. El hombre, debajo de una mesa liviana. Cerca y silencioso, un enanito disfrazado de enanito de jardín. El haz del “buscador”, quieto, lo ilumina. Se enloquece. Se pasea por el área ocre. Se detiene en el hombre: Romeo, el italiano. Habrán de imaginárselo: candor.
Resulta admirable encontrarse con un libro que guarda sus raíces en la investigación académica y en la fusión de las pasiones por la tradición oral y la ilustración. La cantidad de datos, citas, reflexiones minuciosas, relatos, trazos y nombres aparecen de una manera tan acertada, que en conjunto configuran ese terreno seguro donde entregarnos confiadamente a la lectura.
En el finísimo camino del hilo casi invisible / la araña desafíala terca gravedad y la engañosa distancia, / el hierro se desgastacon el frotar de la ventana, / casi una imperceptible sinfonía endulza el ambiente / cuando el viento transitaentre las grietas de la madera, / al mismo tiempo, / dos enamorados entregan su saliva el uno al otro / como si fueran enfermos recibiendo una transfusión.
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