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Tendríamos que ver si el invento de trocear España en 17 autonomías ha resultado positivo o negativo

Antes de votar, pensar por nosotros mismos

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Desde las elecciones de 20 de diciembre estamos sufriendo hasta el empacho de la presencia en todas las cadenas y demás medios de comunicación de nuestros políticos. Nunca habíamos tenido la oportunidad de conocerlos a todos, antiguos y nuevos, en una situación novedosa: la difícil investidura por el parlamento, cuando ninguno ha conseguido la mayoría absoluta ni apoyos suficientes y claros para gobernar.

Ya sabemos bastante de sus ambiciones personales pero poco de lo que piensan hacer en beneficio de todos los españoles. Por lo pronto han demostrado su incapacidad para llegar a acuerdos de gobierno posibles, aunque fueran temporales.

El ansia de poder los tiene obnubilados y se dedican a repetir los mismos mantras: hay que formar un gobierno de cambio y de progreso, aunque el único cambio por el que lucha el aspirante es desalojar de la Moncloa a Mariano Rajoy para ocuparlo él.

Podemos preguntarnos si tenemos alguna idea de lo que quiere cambiar ni hacia donde quiere progresar, si al futuro o al pasado, al viejo frente popular. Extraño intérprete del resultado de las elecciones.

Como las pasadas elecciones autonómicas y municipales ya han configurado gobiernos con los nuevos partidos, sus pactos y componendas, podemos meditar en los resultados conseguidos, si han sido positivos o no, para el caso de que se repitan las elecciones generales.

Quizás debemos plantearnos, si hay partidos y políticos que merezcan nuestro voto, nuestra confianza. Políticos y partidos que ya estén gobernando a favor de todos los ciudadanos y con el máximo respeto de los derechos y libertades inalienables que tenemos como personas y que no dependen de ninguna concesión del poder. Los “derechos” que puedan darnos los gobiernos de turno valen poco porque también pueden quitárnoslos cuando se les antoje...

Si nos decidimos a la penosa tarea de pensar, tendríamos que ver si el invento de trocear España en 17 autonomías ha resultado positivo o negativo para los ciudadanos o si juzgamos que realmente no podemos costear tanto gobierno, tanto parlamento, tanto cargo y tanta administración.

¿Acaso funcionan mejor las cosas con tantas leyes autonómicas? ¿Hemos ganado algo los españoles al haber transferido a las autonomías la sanidad, la justicia, la educación para que legislen sobre ello como les parezca? Cada vez los españoles somos más desiguales.

¿Funciona acaso mejor la justicia? Cualquier sumario dura años para desesperación del inocente y tranquilidad del culpable. A lo largo de tanto tiempo los asuntos pueden dejarse en el cajón o ponerlos en marcha cuando exista algún interés político por medio.

¿Estamos satisfechos con la educación en todos los niveles? Seguramente no, ni en contenidos, ni en organización ni en resultados. Basta leer los informes PISA o el lugar que ocupan nuestras universidades en el ranking mundial.

Nuestra vinculación a Europa ¿nos resulta satisfactoria? La cuestión es complicada y no está al alcance de los que formamos el pueblo llano, pero no parece que la Unión Europea esté en el mejor momento. De cualquier forma lo mismo puede ayudarnos a salir de un atolladero que obligarnos a rebajar las pensiones, por ejemplo.

Invito a todos a que, antes de votar, piensen por sí mismos, sin dejarse llevar por las opiniones de las numerosas tertulias radiofónicas o televisivas.

Antes de votar, pensar por nosotros mismos

Tendríamos que ver si el invento de trocear España en 17 autonomías ha resultado positivo o negativo
Francisco Rodríguez
miércoles, 6 de abril de 2016, 08:48 h (CET)
Desde las elecciones de 20 de diciembre estamos sufriendo hasta el empacho de la presencia en todas las cadenas y demás medios de comunicación de nuestros políticos. Nunca habíamos tenido la oportunidad de conocerlos a todos, antiguos y nuevos, en una situación novedosa: la difícil investidura por el parlamento, cuando ninguno ha conseguido la mayoría absoluta ni apoyos suficientes y claros para gobernar.

Ya sabemos bastante de sus ambiciones personales pero poco de lo que piensan hacer en beneficio de todos los españoles. Por lo pronto han demostrado su incapacidad para llegar a acuerdos de gobierno posibles, aunque fueran temporales.

El ansia de poder los tiene obnubilados y se dedican a repetir los mismos mantras: hay que formar un gobierno de cambio y de progreso, aunque el único cambio por el que lucha el aspirante es desalojar de la Moncloa a Mariano Rajoy para ocuparlo él.

Podemos preguntarnos si tenemos alguna idea de lo que quiere cambiar ni hacia donde quiere progresar, si al futuro o al pasado, al viejo frente popular. Extraño intérprete del resultado de las elecciones.

Como las pasadas elecciones autonómicas y municipales ya han configurado gobiernos con los nuevos partidos, sus pactos y componendas, podemos meditar en los resultados conseguidos, si han sido positivos o no, para el caso de que se repitan las elecciones generales.

Quizás debemos plantearnos, si hay partidos y políticos que merezcan nuestro voto, nuestra confianza. Políticos y partidos que ya estén gobernando a favor de todos los ciudadanos y con el máximo respeto de los derechos y libertades inalienables que tenemos como personas y que no dependen de ninguna concesión del poder. Los “derechos” que puedan darnos los gobiernos de turno valen poco porque también pueden quitárnoslos cuando se les antoje...

Si nos decidimos a la penosa tarea de pensar, tendríamos que ver si el invento de trocear España en 17 autonomías ha resultado positivo o negativo para los ciudadanos o si juzgamos que realmente no podemos costear tanto gobierno, tanto parlamento, tanto cargo y tanta administración.

¿Acaso funcionan mejor las cosas con tantas leyes autonómicas? ¿Hemos ganado algo los españoles al haber transferido a las autonomías la sanidad, la justicia, la educación para que legislen sobre ello como les parezca? Cada vez los españoles somos más desiguales.

¿Funciona acaso mejor la justicia? Cualquier sumario dura años para desesperación del inocente y tranquilidad del culpable. A lo largo de tanto tiempo los asuntos pueden dejarse en el cajón o ponerlos en marcha cuando exista algún interés político por medio.

¿Estamos satisfechos con la educación en todos los niveles? Seguramente no, ni en contenidos, ni en organización ni en resultados. Basta leer los informes PISA o el lugar que ocupan nuestras universidades en el ranking mundial.

Nuestra vinculación a Europa ¿nos resulta satisfactoria? La cuestión es complicada y no está al alcance de los que formamos el pueblo llano, pero no parece que la Unión Europea esté en el mejor momento. De cualquier forma lo mismo puede ayudarnos a salir de un atolladero que obligarnos a rebajar las pensiones, por ejemplo.

Invito a todos a que, antes de votar, piensen por sí mismos, sin dejarse llevar por las opiniones de las numerosas tertulias radiofónicas o televisivas.

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