Siglo XXI. Diario digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Tienda Siglo XXI Grupo Siglo XXI
21º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Opinión
Etiquetas | La parte por el todo
Óscar Arce Ruiz

Dialogar por la fuerza

|

El jueves pude ver una entrevista a un estudiante implicado en los encierros en las facultades de la Universidad de Barcelona. Fue breve, pues el sujeto formaba parte en ese momento de los grupos de piquetes que impedían el acceso a las aulas de la facultad de geografía e historia.

En esta breve intervención el representante de los estudiantes declaró algunas cosas interesantes. La principal fue su argumento sobre la utilización del diálogo en el movimiento de huelga estudiantil.

La acción en cuestión fue definida como ‘piquete disuasorio’. Algo excelente desde el punto de vista del diálogo: sólo el mejor argumento consigue doblegar al oponente de manera que un diálogo libre se salda con la aceptación de la posición mejor defendida o en tablas.

El caso es que este representante de los estudiantes explicitó que el procedimiento a seguir era, en primer lugar, impedir el acceso a las aulas y forzar el diálogo. Tras la consecución de éste, si las partes no se ponían de acuerdo, se seguía impidiendo el acceso. “Impedir por medio del diálogo”, se esforzó por remarcar el joven.

Las palabras no pueden impedir una acción por la fuerza. Simplemente se mueven en esferas diferentes, en niveles paralelos. La única manera de impedir algo físico por medio de la palabra es precisamente emplearla en convencer intelectualmente, esto es en persuadir, para no hacer tal o cual cosa.

Pero la palabra físicamente es poco más que un golpe de aire. Sólo si construimos palabras con letras sobre soportes sólidos podemos vallar literalmente un acceso con ellas. Si no, si accedemos a entrar en el diálogo y a mostrarnos dialogantes, hemos de aceptar también la posibilidad de ceder ante las capacidades dialécticas del otro. De otra manera no dialogamos ni estamos interesados en dialogar.

Este último punto es, más bien, lo que me pareció que expresaba aquel estudiante en esa entrevista sobre la que hablo. El final de la amena charla universitaria estaba dictado desde el principio, o se aceptaba por el diálogo o se volvía por donde se vino.

Se trataba de una discusión marcada por un fin prefijado, ante un auditorio totalmente entregado a las posiciones afines a este fin y sin un interés real en analizar la propuesta del oponente. Es decir, no había manera de acceder a las aulas.

Así no es posible dialogar con nadie. Claro está, no es posible a menos que entendamos que por el hecho de dialogar el otro ha de aceptar íntegramente todas y cada una de nuestras pretensiones.

Con independencia del sentido de la protesta que se lleve a cabo, este procedimiento no es efectivo para un desarrollo pacífico, que entiendo que es el desarrollo deseado por todos los implicados.

El diálogo era solamente la fachada. En el fondo se exigía la alineación a un orden concreto, un “sí o sí”.

Dialogar por la fuerza

Óscar Arce Ruiz
Óscar Arce
domingo, 29 de marzo de 2009, 05:45 h (CET)
El jueves pude ver una entrevista a un estudiante implicado en los encierros en las facultades de la Universidad de Barcelona. Fue breve, pues el sujeto formaba parte en ese momento de los grupos de piquetes que impedían el acceso a las aulas de la facultad de geografía e historia.

En esta breve intervención el representante de los estudiantes declaró algunas cosas interesantes. La principal fue su argumento sobre la utilización del diálogo en el movimiento de huelga estudiantil.

La acción en cuestión fue definida como ‘piquete disuasorio’. Algo excelente desde el punto de vista del diálogo: sólo el mejor argumento consigue doblegar al oponente de manera que un diálogo libre se salda con la aceptación de la posición mejor defendida o en tablas.

El caso es que este representante de los estudiantes explicitó que el procedimiento a seguir era, en primer lugar, impedir el acceso a las aulas y forzar el diálogo. Tras la consecución de éste, si las partes no se ponían de acuerdo, se seguía impidiendo el acceso. “Impedir por medio del diálogo”, se esforzó por remarcar el joven.

Las palabras no pueden impedir una acción por la fuerza. Simplemente se mueven en esferas diferentes, en niveles paralelos. La única manera de impedir algo físico por medio de la palabra es precisamente emplearla en convencer intelectualmente, esto es en persuadir, para no hacer tal o cual cosa.

Pero la palabra físicamente es poco más que un golpe de aire. Sólo si construimos palabras con letras sobre soportes sólidos podemos vallar literalmente un acceso con ellas. Si no, si accedemos a entrar en el diálogo y a mostrarnos dialogantes, hemos de aceptar también la posibilidad de ceder ante las capacidades dialécticas del otro. De otra manera no dialogamos ni estamos interesados en dialogar.

Este último punto es, más bien, lo que me pareció que expresaba aquel estudiante en esa entrevista sobre la que hablo. El final de la amena charla universitaria estaba dictado desde el principio, o se aceptaba por el diálogo o se volvía por donde se vino.

Se trataba de una discusión marcada por un fin prefijado, ante un auditorio totalmente entregado a las posiciones afines a este fin y sin un interés real en analizar la propuesta del oponente. Es decir, no había manera de acceder a las aulas.

Así no es posible dialogar con nadie. Claro está, no es posible a menos que entendamos que por el hecho de dialogar el otro ha de aceptar íntegramente todas y cada una de nuestras pretensiones.

Con independencia del sentido de la protesta que se lleve a cabo, este procedimiento no es efectivo para un desarrollo pacífico, que entiendo que es el desarrollo deseado por todos los implicados.

El diálogo era solamente la fachada. En el fondo se exigía la alineación a un orden concreto, un “sí o sí”.

Noticias relacionadas

La libertad de expresión es un derecho fundamental que abarca las libertades de opinión, información y prensa, es esencial para ejercer otros derechos humanos y participar activamente en una sociedad libre y democrática, pero lo mismo en España que toda Europa, este derecho se enfrenta a desafíos y tensiones debido a la censura y a las restricciones.

Tras conocer por la prensa que un juzgado ha abierto diligencias de investigación por una denuncia contra su esposa, el presidente del Gobierno ha publicado una carta abierta dirigida a la ciudadanía en el antiguo Twitter, en la que afirma que: "Vive con impotencia el fango que se esparce sobre su mujer", y se pregunta si debe continuar o renunciar, motivo por el cual cancela su agenda, y se da de plazo hasta el próximo lunes, para meditar su futuro.

Pedro Sánchez habría dado por amortizada la actual legislatura y, con un golpe de efecto, anunciará presumiblemente el 29 de abril el adelanto de las Elecciones Generales para el próximo otoño, con la esperanza de renacer cual Ave Fénix y obtener unos resultados que le permitan conformar un Gobierno en solitario tras fagocitar los restos del naufragio de la efímera candidatura unitaria de izquierdas Sumar y con apoyos externos de los grupos nacionalistas periféricos.

 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto