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Sergio Brosa

Su cheque está en el correo

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Tradicional forma de dar largas a los acreedores en otra época, era decirles que el pago estaba en camino: “Su cheque está en el correo”. Así se ganaban unos días, pues el correo iba como lo hacía y la tardanza habitual dejaba al deudor ganar unos días hasta que el acreedor confirmaba que aquel cheque no llegaría por correo.

Ahora no se envían cheques por correo. En el mejor de los casos, se envían pagarés por courrier, ese inmenso negocio de correo exprés y garantizado que Correos de España se dejó perder a favor de tantas empresas privadas con mucha mayor agilidad y eficiencia que el servicio postal nacional.

Una variante de este efugio que se está imponiendo a nivel gubernamental y particularmente relacionado con la financiación autonómica y más concretamente con el nuevo modelo de financiación del que Catalunya es anhelante demandador, es: “Estamos a punto de cerrar un buen acuerdo”. Y pasan los días, se suceden las semanas y caen los meses uno tras otro, sin que el gobierno sea capaz de cerrar un nuevo modelo que permita a las autonomías saber a qué atenerse en cuanto a las transferencias del Estado.

Catalunya por su parte, esgrime un nuevo Estatuto, con una serie de artículos en entredicho constitucional, entre ellos el de la bilateralidad –negociación en plano de igualdad con el Estado– razón por la que más bien se limita a blandir el texto autonómico por excelencia y decir con la boca chica que, según tal normativa estatutaria, el acuerdo debió pactarse el pasado mes de agosto de 2008, perdido ya, a estos efectos, en la noche de los tiempos.

Como decía Rubén Blades en su canción, de nada sirvieron regaños ni viajes ni monjas ni las promesas de amor que le hicieron los niños de bien… La financiación no llega a las autonomías. No sabemos cuál haya sido la nota que dio aquel humilde trompeta leonés, por seguir con Blades, pero sus correligionarios en Catalunya tragan carros y carretas a cada ultimátum dado a ZP. Y Montilla, como quien se sabe en connivencia con el deudor por inconfesables pactos anteriores o continuos, aguanta con estoicidad política un desabrimiento tras otro, al tiempo que promete a su ciudadanía que el pacto de financiación está al caer.

Asistimos impasibles, hasta que el ciudadano de a pié agote su paciencia, a la más vil etapa política de flagrantes embustes, de una y otra parte, sin que pase absolutamente nada después, ya que el espíritu corporativo que se ha entretejido entre los partidos políticos dominantes, viene a disculpar las patrañas de cada uno, por un hoy por ti mañana por mi. Y de este modo las paparruchas de nuestros dirigentes elegidos por sus propios partidos que no por la ciudadanía que se limita a elegir cada cuatro años una lista de nombres cerrada e inamovible, se extiende entre los incondicionales ajenos al pensamiento crítico y acaban por imponerse como verdad absoluta, ante la desesperación de los contribuyentes que son conscientes de su condición de tal.

Vemos leyes aprobadas con el máximo consenso, como la de Dependencia, donde es una insignificante minoría la que recibe la realidad de las promesas económicas del gobierno, mientras el resto no deja de escudriñar a diario el correo por si les llega la ayuda por esa vía.

O la renta de emancipación, para que determinado sector de los jóvenes reciban una ayuda para pagar el alquiler y puedan así abandonar el domicilio familiar. Decenas de miles de jóvenes se afanan por abrir su correo por si su cheque está en alguno de ellos. Una nueva normativa dice que podrán domiciliar el recibo del alquiler para agilizar el cobro de la ayuda. Que es otro “su cheque está en el correo”, pues la implementación de esta supuesta agilidad va a demorar en el tiempo el cobro de la ayuda a la emancipación.

Tal parece que el gobierno con esta actitud se limite a hacer conejo tanto a las comunidades autónomas como a muchos ciudadanos a los que ha dado el derecho teórico y sobre todo la esperanza de convertirse en sujeto beneficiario de determinadas ayudas. Pero al final estas no llegan; será que los cheques están en el correo. Y ya sabemos cómo va el correo.

De todas formas, la retórica de “estamos a punto de cerrar un buen acuerdo”, le deja a uno pensando bueno para quién. Esa cantinela se repite un día tras otro y por todos los miembros del gabinete de ZP. Es claro que se trata de una consigna de la vicepresidenta que tiene repentización para todo; respuesta es otra cosa. La respuesta es la satisfacción a una pregunta. Decir algo después de ser preguntado no significa haber respondido. Y cuando al gobierno le preguntan por la financiación y contesta con la letanía consabida, está confirmando su desinterés por resolver esa situación también.

Su cheque está en el correo… ¿A sí? Para eso lo primero es cumplimentar el cheque, firmarlo y meterlo en un sobre con el destinatario correcto y debidamente franqueado. Y entonces, al buzón. Y tal vez así, llegue el cheque.

Su cheque está en el correo

Sergio Brosa
Sergio Brosa
martes, 24 de marzo de 2009, 10:02 h (CET)
Tradicional forma de dar largas a los acreedores en otra época, era decirles que el pago estaba en camino: “Su cheque está en el correo”. Así se ganaban unos días, pues el correo iba como lo hacía y la tardanza habitual dejaba al deudor ganar unos días hasta que el acreedor confirmaba que aquel cheque no llegaría por correo.

Ahora no se envían cheques por correo. En el mejor de los casos, se envían pagarés por courrier, ese inmenso negocio de correo exprés y garantizado que Correos de España se dejó perder a favor de tantas empresas privadas con mucha mayor agilidad y eficiencia que el servicio postal nacional.

Una variante de este efugio que se está imponiendo a nivel gubernamental y particularmente relacionado con la financiación autonómica y más concretamente con el nuevo modelo de financiación del que Catalunya es anhelante demandador, es: “Estamos a punto de cerrar un buen acuerdo”. Y pasan los días, se suceden las semanas y caen los meses uno tras otro, sin que el gobierno sea capaz de cerrar un nuevo modelo que permita a las autonomías saber a qué atenerse en cuanto a las transferencias del Estado.

Catalunya por su parte, esgrime un nuevo Estatuto, con una serie de artículos en entredicho constitucional, entre ellos el de la bilateralidad –negociación en plano de igualdad con el Estado– razón por la que más bien se limita a blandir el texto autonómico por excelencia y decir con la boca chica que, según tal normativa estatutaria, el acuerdo debió pactarse el pasado mes de agosto de 2008, perdido ya, a estos efectos, en la noche de los tiempos.

Como decía Rubén Blades en su canción, de nada sirvieron regaños ni viajes ni monjas ni las promesas de amor que le hicieron los niños de bien… La financiación no llega a las autonomías. No sabemos cuál haya sido la nota que dio aquel humilde trompeta leonés, por seguir con Blades, pero sus correligionarios en Catalunya tragan carros y carretas a cada ultimátum dado a ZP. Y Montilla, como quien se sabe en connivencia con el deudor por inconfesables pactos anteriores o continuos, aguanta con estoicidad política un desabrimiento tras otro, al tiempo que promete a su ciudadanía que el pacto de financiación está al caer.

Asistimos impasibles, hasta que el ciudadano de a pié agote su paciencia, a la más vil etapa política de flagrantes embustes, de una y otra parte, sin que pase absolutamente nada después, ya que el espíritu corporativo que se ha entretejido entre los partidos políticos dominantes, viene a disculpar las patrañas de cada uno, por un hoy por ti mañana por mi. Y de este modo las paparruchas de nuestros dirigentes elegidos por sus propios partidos que no por la ciudadanía que se limita a elegir cada cuatro años una lista de nombres cerrada e inamovible, se extiende entre los incondicionales ajenos al pensamiento crítico y acaban por imponerse como verdad absoluta, ante la desesperación de los contribuyentes que son conscientes de su condición de tal.

Vemos leyes aprobadas con el máximo consenso, como la de Dependencia, donde es una insignificante minoría la que recibe la realidad de las promesas económicas del gobierno, mientras el resto no deja de escudriñar a diario el correo por si les llega la ayuda por esa vía.

O la renta de emancipación, para que determinado sector de los jóvenes reciban una ayuda para pagar el alquiler y puedan así abandonar el domicilio familiar. Decenas de miles de jóvenes se afanan por abrir su correo por si su cheque está en alguno de ellos. Una nueva normativa dice que podrán domiciliar el recibo del alquiler para agilizar el cobro de la ayuda. Que es otro “su cheque está en el correo”, pues la implementación de esta supuesta agilidad va a demorar en el tiempo el cobro de la ayuda a la emancipación.

Tal parece que el gobierno con esta actitud se limite a hacer conejo tanto a las comunidades autónomas como a muchos ciudadanos a los que ha dado el derecho teórico y sobre todo la esperanza de convertirse en sujeto beneficiario de determinadas ayudas. Pero al final estas no llegan; será que los cheques están en el correo. Y ya sabemos cómo va el correo.

De todas formas, la retórica de “estamos a punto de cerrar un buen acuerdo”, le deja a uno pensando bueno para quién. Esa cantinela se repite un día tras otro y por todos los miembros del gabinete de ZP. Es claro que se trata de una consigna de la vicepresidenta que tiene repentización para todo; respuesta es otra cosa. La respuesta es la satisfacción a una pregunta. Decir algo después de ser preguntado no significa haber respondido. Y cuando al gobierno le preguntan por la financiación y contesta con la letanía consabida, está confirmando su desinterés por resolver esa situación también.

Su cheque está en el correo… ¿A sí? Para eso lo primero es cumplimentar el cheque, firmarlo y meterlo en un sobre con el destinatario correcto y debidamente franqueado. Y entonces, al buzón. Y tal vez así, llegue el cheque.

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