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Estaremos obligados a mayores pesquisas si pretendemos el alcance de otros rasgos de la cultura, artes, ciencias, reflexiones...

Querencias confusas

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De las preferencias a la claridad de ideas, el trecho todavía es prolongado; hasta hay quien las considera distanciadas sin remisión. Cómo va a ser posible su confluencia, aunque fuera momentánea, si el empeño general la goza con las turbulencias y los EQUÍVOCOS; en unos pronunciamientos, si no maliciosos, sí aligerados de los mejores entendimientos. El festín de las expresiones habituales exalta los chascarrillos, en una ligereza consentida de alegres formatos.

Creemos los dichos y sufrimos las desdichas en sectores relevantes de la sociedad. ¿Con enérgicas señales de protesta? A pesar de alguna reivindicación, no suelen pasar de ahí los desencantos; los amansa la pereza, la impotencia o el conformismo necio masificado. Escuchamos con sorna la proclama referida a la JUSTICIA, es igual para todos. Tampoco es cierta la inversa, todos son iguales para la Justicia; cada sujeto la enfoca a su manera. En el cruce de ambos lemas sólo queda clara la desigualdad manifiesta. Metidos de lleno en semejante confusión, ni un ápice sobrepasamos del lamento ocasional; si acaso, empeoramos las cosas.

Lo vemos en los procesos que implican a la realeza, afectan a los afines de los gobiernos, sean generales, autonómicos o municipales; instituciones o entidades de grueso calibre ( Deportivas, emporios bancarios, multinacionales); las TRIQUIÑUELAS pergeñadas adquieren dimensiones inexpugnables. Qué diremos de los silenciamientos, y no pocas veces, de las informaciones falsas; muchas veces ni se molestan en disimularlas, otras están adobadas con diseños encubridores. Las tramas enrevesadas no son una inocente casualidad.

Sin embargo, la adopción de comportamientos confusos cuando se trata de un hecho aislado, por error o por informaciones defectuosas, no pasaría de ser una excepción entre conductas meritorias y gratificantes. La estridencia de la alarma, suena ante la REPETICIÓN de interpretaciones falseadas, hasta el punto de ser consideradas como normales (Es lo que hace la mayoría). Una vez desarrollada esa normalidad, ni suena la alarma, perdió su sentido avisador. Los conceptos claros, bien argumentados, quedan transformados en reminiscencias poco recomendables, los pensamientos están ocupados en la zarabanda de la confusión.

Los dislates tampoco ocurren exclusivamente en un área concreta de las actividades sociales. Son practicados en múltiples sectores y su conjunción agrava el panorama incisivo de los despropósitos. Vean sino las expresiones predominantes en los ámbitos denominados como CULTURALES.. Poco aclarará las ideas la afirmación del todo es cultura, dada la tendencia a prescindir de las valoraciones cualitativas; de hecho, contribuye a la desorientación de la sociedad, por la difuminación de los argumentos, por el derrumbe de los puntos de apoyo. Bajo el epígrafe de cultura registrado en los medios de comunicación, los planos preferentes agrupan a los eventos musicales con informaciones nutridas de cotilleos.

Estaremos obligados a mayores pesquisas si pretendemos el alcance de otros rasgos de la cultura, artes, ciencias, reflexiones, investigaciones, educación. La desproporción en el tratamiento resulta patente al menor acercamiento. Con la inclusión de las fuerzas políticas, la cultura entra en un completo devaneo, con promociones fastuosas que son testimonios de los absurdos, con frecuencia corruptos, por los dispendios dinerarios repartidos. El contrapunto de los silencios injustificados es también clamoroso. Al fin, habremos trocado el sentido cultural en un simple factor de ENTRETENIMIENTO, de derroteros confusos, frecuentemente implantados con formas poco pluralistas.

Así como quien no lo quiere manifestar, funcionamos tergiversando los conceptos, con amplia repercusión sobre la desorientación propia y los perjuicios ocasionados a otras personas. Con la complejidad característica de la persona humana, consideramos ÍNTEGRO al sujeto capaz de organizar sus factores constituyentes con la armonía suficiente para soslayar los riesgos extremosos; un hombre cabal, de cabeza bien amueblada. No por falta de problemas, sino por el acierto en la reunión de sus recursos, sin extravagancias extemporáneas ni el impulso frívolo hacia cualquier secuela derivada de sus actuaciones.

Pues curiosamente, dicha armonía individual entró en una devaluación sin precedentes; puesto que, ya lo he comentado en párrafos anteriores, en la actualidad no priva la consideración de las cualidades. Ahora, quien más quien menos, por no tener capacidad para otra cosa o por sacarle provecho al asunto, se limitan a una adhesión acérrima a una sola idea o norma; de ahí no hay reflexión oportuna que logre sacarles. El antiguo hombre cabal e íntegro, dio paso al personaje ceñido a un INTEGRISMO sectorial de mal augurio, porque recorta los horizontes propios y excluye a todo aquel ajeno a sus adhesiones; con su actitud, anulan cualquier intento de diálogo fructífero.

Mención interesante será la efectuada por cada uno con respecto a los individuos considerados como ILUSTRADOS. Aparte de la dificultosa medición de su grado de ilustración, el concepto de ilustrado y el de íntegro difieren en mucho; sobre todo, por la deriva de mucha gente ilustrada hasta acabar en personajes descabalados. Lamentamos a diario muchos ejemplos en dicho sentido. La ilustración no precisa la bondad o la maldad, ni la corrupción o la honradez. El deslinde entre ambas figuras deviene en imperativo para no convertirnos en cómplices o víctimas con excesiva facilidad. De no fijarnos en los matices, caeremos en las numerosas trampas.

Escudados en la complejidad de las aglomeraciones, asumimos un malentendido peligroso, cuando achacamos al individuo en particular la desarticulación del sistema preconizado por las diferentes organizaciones. Viene a ser un DESDÉN malicioso dedicado a la subjetividad, establecido a base de dos errores monumentales, a los cuales no prestamos la suficiente atención.

De una parte, si alguien está articulado es el ente de cada sujeto, el SUBJETIVO, porque reúne consigo los elementos constitutivos, incluida esa maravillosa porción de autonomía, que irradia hasta darle voz propia, el pensamiento independiente y el dinamismo irrepetible de sus mecanismos. Como personajes básicos, merecerían el primer respeto. Sin ellos, cualquier intento de reunión será improcedente, devaluado; convertido en sospechoso desde la entrada. Representan una entidad imprescindible, el ninguneo de su presencia real es una osadía perversa.

Lanzados por las movidas, con la pretendida objetividad siempre revisable; el colectivo carece de significación si no cuenta con las personas, sin ambages, sin encubrimientos entorpecedores de su inclusión participativa. Peor me lo ponen si el conjunto se limita a un seguimiento grosero a unos pocos líderes con el menosprecio del resto. Sin individuos integrados en los grupos nunca , con oscurantismos, nunca sobrepasaremos el GLOBO NEGRO existencial.

Querencias confusas

Estaremos obligados a mayores pesquisas si pretendemos el alcance de otros rasgos de la cultura, artes, ciencias, reflexiones...
Rafael Pérez Ortolá
viernes, 1 de abril de 2016, 01:33 h (CET)
De las preferencias a la claridad de ideas, el trecho todavía es prolongado; hasta hay quien las considera distanciadas sin remisión. Cómo va a ser posible su confluencia, aunque fuera momentánea, si el empeño general la goza con las turbulencias y los EQUÍVOCOS; en unos pronunciamientos, si no maliciosos, sí aligerados de los mejores entendimientos. El festín de las expresiones habituales exalta los chascarrillos, en una ligereza consentida de alegres formatos.

Creemos los dichos y sufrimos las desdichas en sectores relevantes de la sociedad. ¿Con enérgicas señales de protesta? A pesar de alguna reivindicación, no suelen pasar de ahí los desencantos; los amansa la pereza, la impotencia o el conformismo necio masificado. Escuchamos con sorna la proclama referida a la JUSTICIA, es igual para todos. Tampoco es cierta la inversa, todos son iguales para la Justicia; cada sujeto la enfoca a su manera. En el cruce de ambos lemas sólo queda clara la desigualdad manifiesta. Metidos de lleno en semejante confusión, ni un ápice sobrepasamos del lamento ocasional; si acaso, empeoramos las cosas.

Lo vemos en los procesos que implican a la realeza, afectan a los afines de los gobiernos, sean generales, autonómicos o municipales; instituciones o entidades de grueso calibre ( Deportivas, emporios bancarios, multinacionales); las TRIQUIÑUELAS pergeñadas adquieren dimensiones inexpugnables. Qué diremos de los silenciamientos, y no pocas veces, de las informaciones falsas; muchas veces ni se molestan en disimularlas, otras están adobadas con diseños encubridores. Las tramas enrevesadas no son una inocente casualidad.

Sin embargo, la adopción de comportamientos confusos cuando se trata de un hecho aislado, por error o por informaciones defectuosas, no pasaría de ser una excepción entre conductas meritorias y gratificantes. La estridencia de la alarma, suena ante la REPETICIÓN de interpretaciones falseadas, hasta el punto de ser consideradas como normales (Es lo que hace la mayoría). Una vez desarrollada esa normalidad, ni suena la alarma, perdió su sentido avisador. Los conceptos claros, bien argumentados, quedan transformados en reminiscencias poco recomendables, los pensamientos están ocupados en la zarabanda de la confusión.

Los dislates tampoco ocurren exclusivamente en un área concreta de las actividades sociales. Son practicados en múltiples sectores y su conjunción agrava el panorama incisivo de los despropósitos. Vean sino las expresiones predominantes en los ámbitos denominados como CULTURALES.. Poco aclarará las ideas la afirmación del todo es cultura, dada la tendencia a prescindir de las valoraciones cualitativas; de hecho, contribuye a la desorientación de la sociedad, por la difuminación de los argumentos, por el derrumbe de los puntos de apoyo. Bajo el epígrafe de cultura registrado en los medios de comunicación, los planos preferentes agrupan a los eventos musicales con informaciones nutridas de cotilleos.

Estaremos obligados a mayores pesquisas si pretendemos el alcance de otros rasgos de la cultura, artes, ciencias, reflexiones, investigaciones, educación. La desproporción en el tratamiento resulta patente al menor acercamiento. Con la inclusión de las fuerzas políticas, la cultura entra en un completo devaneo, con promociones fastuosas que son testimonios de los absurdos, con frecuencia corruptos, por los dispendios dinerarios repartidos. El contrapunto de los silencios injustificados es también clamoroso. Al fin, habremos trocado el sentido cultural en un simple factor de ENTRETENIMIENTO, de derroteros confusos, frecuentemente implantados con formas poco pluralistas.

Así como quien no lo quiere manifestar, funcionamos tergiversando los conceptos, con amplia repercusión sobre la desorientación propia y los perjuicios ocasionados a otras personas. Con la complejidad característica de la persona humana, consideramos ÍNTEGRO al sujeto capaz de organizar sus factores constituyentes con la armonía suficiente para soslayar los riesgos extremosos; un hombre cabal, de cabeza bien amueblada. No por falta de problemas, sino por el acierto en la reunión de sus recursos, sin extravagancias extemporáneas ni el impulso frívolo hacia cualquier secuela derivada de sus actuaciones.

Pues curiosamente, dicha armonía individual entró en una devaluación sin precedentes; puesto que, ya lo he comentado en párrafos anteriores, en la actualidad no priva la consideración de las cualidades. Ahora, quien más quien menos, por no tener capacidad para otra cosa o por sacarle provecho al asunto, se limitan a una adhesión acérrima a una sola idea o norma; de ahí no hay reflexión oportuna que logre sacarles. El antiguo hombre cabal e íntegro, dio paso al personaje ceñido a un INTEGRISMO sectorial de mal augurio, porque recorta los horizontes propios y excluye a todo aquel ajeno a sus adhesiones; con su actitud, anulan cualquier intento de diálogo fructífero.

Mención interesante será la efectuada por cada uno con respecto a los individuos considerados como ILUSTRADOS. Aparte de la dificultosa medición de su grado de ilustración, el concepto de ilustrado y el de íntegro difieren en mucho; sobre todo, por la deriva de mucha gente ilustrada hasta acabar en personajes descabalados. Lamentamos a diario muchos ejemplos en dicho sentido. La ilustración no precisa la bondad o la maldad, ni la corrupción o la honradez. El deslinde entre ambas figuras deviene en imperativo para no convertirnos en cómplices o víctimas con excesiva facilidad. De no fijarnos en los matices, caeremos en las numerosas trampas.

Escudados en la complejidad de las aglomeraciones, asumimos un malentendido peligroso, cuando achacamos al individuo en particular la desarticulación del sistema preconizado por las diferentes organizaciones. Viene a ser un DESDÉN malicioso dedicado a la subjetividad, establecido a base de dos errores monumentales, a los cuales no prestamos la suficiente atención.

De una parte, si alguien está articulado es el ente de cada sujeto, el SUBJETIVO, porque reúne consigo los elementos constitutivos, incluida esa maravillosa porción de autonomía, que irradia hasta darle voz propia, el pensamiento independiente y el dinamismo irrepetible de sus mecanismos. Como personajes básicos, merecerían el primer respeto. Sin ellos, cualquier intento de reunión será improcedente, devaluado; convertido en sospechoso desde la entrada. Representan una entidad imprescindible, el ninguneo de su presencia real es una osadía perversa.

Lanzados por las movidas, con la pretendida objetividad siempre revisable; el colectivo carece de significación si no cuenta con las personas, sin ambages, sin encubrimientos entorpecedores de su inclusión participativa. Peor me lo ponen si el conjunto se limita a un seguimiento grosero a unos pocos líderes con el menosprecio del resto. Sin individuos integrados en los grupos nunca , con oscurantismos, nunca sobrepasaremos el GLOBO NEGRO existencial.

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