Dice El Hassan Achahbar, connotado periodista marroquí,que no hay nada más inhumano y deplorable que la ingratitud en las relaciones entre los pueblos, aludiendo a la que sufre su país por parte de algunos estados africanos.

Cita que Marruecos acogió a todos los movimientos de resistencia anticolonial en Africa, desde la ocupación francesa de Argelia en 1830 hasta la eliminación del apartheid en Sudáfrica. Como corresponde al temperamento marroquí, siempre lo hizo en silencio impulsado sólo por el sentido del deber y la satisfacción de cumplirlo.

Como ejemplo, se remonta a los tiempos de las cruzadas, recordando que Marruecos envió una flotilla naval en apoyo a los ejércitos del legendario Sultán Saladino, gesto que pervive en la memoria de los habitantes del barrio magrebí de Jerusalen. Como testigo de esa misma solidaridad en tiempos más próximos, queda como testimonio el cementerio de marroquíes caídos en el Golán sirio. Sin embargo, algunos gobernantes de esos países favorecidos por Marruecos traicionaron a quienes los habían favorecido tantas veces.

En América Latina, Hassan recuerda como “dolorosa y cruel” la traición de Cuba, consumada en 1982, cuando Fidel Castro optó por reconocer a la república saharaui, una fantochada argelina.

Marruecos había sido el primer país en reconocer el régimen castrista, del mismo modo que siglos antes había sido el primero en reconocer la independencia de Estados Unidos y ya en tiempos del general George Washington. Fiel a su tradición, Marruecos ignoró a lo largo de muchos años el embago estadounidense a la isla, y siguió comprándole azúcar y otros productos, hasta recibir el artero puñal de la traición.

En los últimos tiempos, el Reino de Marruecos ha decidido girar la mirada más hacia el Sur, y anunció su desembarco con Embajada en Paraguay, el país que más veces cambió de posición sobre el conflicto del Sahara en el mundo, aunque la mayor parte de las veces haya sido por malicia.

El restablecimiento de vínculos ha sido obra del actual gobierno del presidente Horacio Cartes, y su canciller Eladio Loizaga, y merece ser reconocido como uno de sus primeros aciertos. Paraguay comparte con Marruecos una historia de heroísmo en defensa de sus propios territorios, así como una historia de acoso por parte de vecinos que a lo largo de su existencia han deseado amputarlo y difamarlo en propio beneficio, y un presente distorsionado por organizaciones “no gubernamentales” que en su afán de captar fondos, pintan un cuadro catastrófico de su realidad social en el exterior.

La apertura de la embajada está prevista en breve, según señala el responsable diplomático del Reino en Paraguay, Jorge Salomón Jure Vallejos, Cónsul General Honorario, quien asesora al respecto al ya nombrado Embajador, anteriormente secretario de la Embajada marroquí en Madrid.

En Paraguay, Marruecos podrá enviar desde terreno firme sus generosos planes para finiquitar el longevo conflicto contaminado y perpetuado por intereses creados. Sus anfitriones sudamericanos pueden estar seguros de avalar una iniciativa que ha sido reconocida por las siete últimas resoluciones adoptadas por el Consejo de Seguridad.

Este Plan alabado por las principales potencias del mundo solo es respondido por la contraparte con desvaríos que el Premio Cervantes de Literatura Juan Goytisolo definió en su momento como “confrontación de principios opuestos”: La intangibilidad de las fronteras impuestas por el colonialismo y que está defendida por Argelia (a través del Polisario), y el de la reconstitución del estado histórico desmembrado por la intervención europea, defendido por Marruecos”.

Y Paraguay en estas cuestiones, aunque muchos tengan dudas al respecto, conoce por historia y en carne propia mucho más de lo que la mayoría piensa.