La vida de Boniface Ndong, pívot del Unicaja, cambió de la noche al día cuando a los 16 años decide aparcar el mundo del fútbol para centrarse de lleno en el del baloncesto. Su primera parada fue el Rattlesdorf, de la segunda división alemana. Ahí empezó su verdadero aprendizaje y su ya incipiente calidad profesional tanto que, en la temporada 2001-2002, ya firmaba los siguientes números: 19.2 puntos, 13.2 rebotes y 2.8 tapones por partido. Sin duda alguna, toda una garantía para cualquier equipo que se precie.
Tras una campaña en el dique seco, el senegalés recalaría en el Dijon, ya en la segunda parte de la temporada. Su dubitativo comienzo y las diferentes lesiones no consiguieron hundirle, allí siempre dejaría un excelente sabor de boca. Nacía el Ndong más brillante.
Tras coquetear con Los Ángeles Clippers de la NBA y el Spartak de San Petersburgo de la liga de Rusia, el senegalés de 2,13 de estatura, hacía otra vez las maletas para instalarse, desde mayo de 2007, en la capital malagueña, donde, hoy en día, está cuajando una de sus mejores temporadas que se recuerdan. En junio, Dios dirá... Él sabe perfectamente que los grandes de Europa se lo rifan a cada momento.