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La ruleta política de las primarias republicanas destapa un escenario inquietante

Casino, drogas y desestabilización en América Latina (II)

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Segunda Parte.
Por Michel Fonte

Súper Pac Right to Rise (Derecho a Prosperar), los Bush y los viejos amigos

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Mel Sembler no se olvida de los viejos amigos, por eso, le dio su contribución a Right To Rise (Derecho a Prosperar), la Súper Pac encargada de recoger financiaciones para la nominación en las primarias republicanas de Jeb Bush, 100.000 dólares que terminaron en la caja-fuerte sin pero conseguir el objetivo. No obstante el Comité de Acción Política, con más de 11 mil partidarios, llegó a recaudar la extraordinaria cifra de 118 millones de dólares, Jeb Bush salió de la contienda después del catastrófico resultado en Carolina del Sur, su cuarta posición con el 7,8% de los votos pero muy por detrás de los otros candidatos Donald Trump (32,5%), Marco Rubio (22,5%) y Ted Cruz (22,3%), confirmó su dificultad de interceptar consensos en el electorado del GOP, como ya pasó en los caucus de Iowa (1 febrero), en los que se calificó sólo quinto con 5.238 votos y un porcentaje del 2,8%, y la breve ilusión de una recuperación en Nuevo Hampshire (9 febrero) donde los escrutinios le otorgaron 31 mil votos con un porcentaje del 11%, una cuarta plaza delante del senador Marco Rubio y muy cerca del tercero, el senador por Tejas Ted Cruz, que registró el 11,7%. La pregunta que nace espontánea es si Jeb Bush no haya abandonado demasiado pronto la carrera presidencial, mirando a la perspectiva de una casi segura derrota tal vez tomó la mejor decisión, pero, razonando con cabeza fría, el ex gobernador de Florida (1999-2007) consiguió cuatros delegados en una campaña que sigue quedando abierta por lo menos con referencia a las relaciones de poder entre la clase dirigente del Partido Republicano (17 delegados para Cruz, 17 para Rubio, 6 para Kasich) y que todavía no ha encontrado el antagonista principal al tanque Trump, que ha conquistado con soltura el 63,5% de los delegados (de los 129 ya ganó 82). En este sentido, algunos periodistas y comentadores han hablado de “guerra civil” dentro del Gran Viejo Partido, de hecho, el gran numero de contendientes, Donad Trump, Ted Cruz, Marco Rubio, John Kasich, Ben Carson y los retirados Mike Huckabee (retirado el 1 de febrero), Rand Paul (retirado el 3 de febrero), Rick Santorum (retirado el 3 de febrero), Carly Fiorina (retirada el 10 de febrero), Chris Christie (retirado el 10 de febrero), Jim Gilmore (retirado el 12 de febrero) y Jeb Bush (se ha retirado el 20 de febrero), podría avalar esa definición, pero si se tienen en cuenta los resultados de los cuatros estados donde se celebraron las primarias, para Donald Trump, hasta ahora, se trató de enfrentarse a unos “sparring partners” sin posibilidad de alcanzarlo, excepto la inesperada derrota en el caucus de Iowa, donde, sea como sea, consiguió 7 delegados, sólo uno menos del ganador Ted Cruz. Con sus 82 delegados el magnate de Nueva York se colocó muy por delante del segundo y del tercero, Ted Cruz y Marco Rubio, que consiguieron 17 y 16 respectivamente, comprobando la crisis de la cúpula del partido del elefante que se presentó fuerte de su experiencia, dado que entre ellos hay dos gobernadores, John Kasich, gobernador del estado de Ohio y ya miembro de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos representando al mismo estado desde 1983 hasta 2001, y Chris Christie, actual gobernador del estado de Nueva Jersey; tres ex gobernadores, Jim Gilmore, ex gobernador del estado de Virginia (1998-2002), Mike Huckabee, ex gobernador del estado de Arkansas (1996-2007) y ya candidato a la nominación republicana para las elecciones Presidenciales de EE. UU. en 2008, y Jeb Bush, ex gobernador de Florida (1998-2007); un ex senador, es decir, Rick Santorum por el estado de Pensilvania (1995-2007), que fue también miembro de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos entre 1991 y 1995; tres senadores, Rand Paul, senador por el estado de Kentucky desde 2011, Ted Cruz, actual senador de Tejas y asesor de política nacional para el ex presidente George W. Bush (Bush hijo) durante las elecciones presidenciales del año 2000, y Marco Rubio, senador de Florida desde 2011, ex miembro (2000-2006) y ex presidente (2006-2008) de la Cámara de Representantes del mismo estado y sobre todo acreditado como el delfín político de Jeb Bush. Los últimos dos tienen orígenes cubanas, sus padre huyeron de Cuba durante la dictadura de Fulgencio Batista, el papá de Rubio en 1956 y el de Cruz en 1957.

En este ámbito los Bush están lejos de quedar fuera del juego, como se puede sencillamente entender mantienen relaciones, enlaces y respaldos tanto en el este como en el oeste y por encima en la élite financiera y política del país, en particular, Jeb Bush, con su súper PAC Right To Rise, ha confirmado que la familia sigue manejando piezas claves del poder, los 119 millones de dólares recaudados (datos de la Comisión Federal Electoral, FEC por su sigla en inglés, en la fecha del 31 de enero de 2016) lo ponen por delante de todos los candidatos a las primarias republicanas. Averiguando, en el día de hoy, la cifras totales de las financiaciones, se descubre que la maquina electoral de Jeb Bush ha sido todopoderosa, no sólo su Right to Rise es la súper PAC con más fondos aun superando por mucho los que ha recogido Priorities USA Action (51 millones de dólares), la súper PAC de Hillary Clinton, sino que, considerando las donaciones que le llegaron a su comité organizador (31.9 millones de dólares), logró la extraordinaria cifra de 152 millones de dólares. Es oportuno comprender la diferencia que hay entre los comités electorales o de campaña, que recaudan fondos entre los pequeños y grandes donantes y además gestionan las fortunas personales de los candidatos que deciden aportarlas, y las donaciones a los grupos externos como PAC, súper PAC y, en particular, organizaciones sin ánimo de lucro. Es a través de éstas últimas, exentas de pagar tributos federales, que se recauda dinero en la sobra, dado que no tienen obligación a revelar los nominativos de los donantes y las contribuciones ofrecidas. En la realidad, son sobre todo los grandes donantes, como destacadas marcas y grupos de interés, a utilizarlas para quedar anónimos y no darles conocimiento a ciudadanos, consumidores y trabajadores de su apoyo a una causa u otra.

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Mirando a las cuotas recogidas con esta modalidad, se desvela que Hillary Clinton del Partido Demócrata es la candidata que juntó mucho dinero opaco, alrededor de los 130 millones de dólares, que sumándoles los 51 millones de su súper Pac Priorities USA Action concretan la inigualable cifra de 181 millones de dólares, pero también en el campo republicano tanto Marco Rubio como Ted Cruz recolectaron fondos de proveniencia no fácilmente detectable. Según las informaciones brindadas por The Center for Public Integrity (Centro para la Integridad Pública), Ted Cruz consiguió 102 millones, 41 de los cuales con sus cuatros PAC, Keep The Promise (Mantener la Promesa), Keep The Promise I, Keep The Promise II, Keep The Promise III, mientras Marco Rubio no obstante cuente con el apoyo de importantes corporaciones de Wall Street, se queda muy por detrás con casi 87 millones, 32.9 de los cuales recaudados por su súper Pac Conservative Solutions. La influencia que tienen los grandes donantes empujan a los candidatos que dejaron paso a otros, como Jeb Bush, a volver a colocarse en el ajedrez político para proteger sus intereses económicos y al mismo tiempo no estropear su carrera política. Hasta ahora y después de la aplastante victoria de Trump en los caucus de Nevada con el 45,9% de los consensos y veintidós puntos de ventaja sobre el segundo, Jeb Bush, sigue mudo, tal vez espere los resultados del “Supermartes”, día en que se votará en 11 estados, para expresar su apoyo, pero a esta altura de la competición podría ser demasiado tarde para detener el “Panzer Donald”.

Cuanto antes se rompa el sustancial empate entre Rubio y Cruz mejores oportunidades tendrá el frente moderado conservador de individuar el hombre que pueda ganar terreno para probar a quitarle el liderazgo a Trump, Jeb Bush posee la llave para abrir puertas, le sobran 27 millones de dólares que no pudo gastar y enlaces con grupos de presionen que tienen peso y ascendiente, pero, prevalecerá la opción tejana Ted Cruz o la de Florida Marco Rubio, o quizás sea posible algo que de momento aparece inverosímil, un acuerdo de paz con Donald Trump que acabaría con la subterránea guerra de los casinos.

Donald Trump y los casinos del imperio
En la pieza superior del continente americano, Donald Trump dirige casinos en muchos estados del Imperio con franjas y estrellas, aun lo consiguió en Las Vegas, Nevada, ciudad nacida de la nada entre arena y viento, que fue fundada por la mafia italoamericana y que hoy en día celebra la epopeya de la asociación delincuencial construyendo museos. El buen Donald que arremete con violencia verbal contra los inmigrantes latinos, no mostró la misma osadía de frente a unos cocineros del Gremio de Trabajadores Culinarios, por la mayor parte mexicanos, que contestaron en agosto del año pasado su manera de llevar adelante el negocio hotelero y de las apuestas, denunciando la sistemática violación de los derechos sindicales, la duda cabe agrandándose al conocer que la empresa de los casinos de Trump, igual que Codere S.A., no obstante genere pérdidas no sólo continua sino también prevé nuevas inversiones, es difícil creer que se gaste tanto dinero en un agujero negro que se lo traga todo sin devolver nada. El empresario nunca quise desprenderse de sus casinos y hoteles que fueron en quiebra cinco veces, la primera en 1991, cuando uno de los casinos más grandes de los Estados Unidos, el Taj Mahal de Atlantic City, terminó su actividad con 3 billones de deuda, la segunda en 1992, aquella vez fue el Trump Plaza Hotel de Nueva York que iba acumulando 550 millones de deuda, la tercera en 2004, cuando después de tratar sin éxito con los acreedores, su imperio de las apuestas terminó en bancarrota, la cuarta en 2009, el Trump Entertainment Resort, es decir los Trump Hotels and Casinos Resorts, amontonó una deuda de 1200 millones de dólares, el magnate tuvo que renunciar al cargo de presidente y reducir su participación accionaria del 10%, aunque se mantuvo socio de la compañía, la última en 2014, año en que intentó, sin obtenerlo, retirar su nombre de varios casinos de Atlantic City antes de que la sociedad quebrara de nuevo. Por qué los casinos tienen tanta importancia en la actividad de la Trump Entertainment Resorts y por qué ese odio visceral contra los mexicanos, la sospecha es que alguien está organizando un pasaje de testimonio para “cambiar todo para que nada cambie”, excepto las caras del nuevo y experimentado curso.

Entonces, buscamos comprender qué es lo que pasa. De un lado observando el desarrollarse de la disputa dentro del partido republicano, sabemos que los moderados se encuentran trastornados y incapaces de reaccionar eficazmente, encuestas y primarias siguen dándole ventajas a Donald Trump, el conservador más radical de la competición que tiene un imprescindible enemigo, los inmigrantes, en particular de lengua español, que constantemente perjudica y desacredita con sus venenosas e insultantes declaraciones. Las perlas de sabiduría ofrecidas por el multimillonario son muchas: “Nos están matando económicamente (dice de los mexicanos)”, “(desde México) Están trayendo droga, están trayendo crimen, ellos son violadores”, “El Gobierno mexicano está forzando a su gente menos querida a los Estados Unidos”, “A través de México están llegando de todas partes del Sur y América Latina”, “Levantemos un gran muro y que México lo pague.”

A esas afirmaciones decidió añadirle otras para igualar las aserciones de Ben Carson, el primero que arremetió contra los musulmanes, y para que quede claro que el hombre que quiere que “América vuelva a ser grande” es el inmarcesible héroe que no tiene miedo a nada y a nadie, por eso, le pareció bien pedir al gobierno “que le prohíba la entrada total y completa a los musulmanes que quieran ingresar en nuestro país.” Lo que parece raro, es que durante todo el tiempo de esta larga carrera, cuando las encuestas pronosticaban la remontada de Ben Carson, Trump no le lastimó como le gusta hacer con sus adversarios, por lo menos nunca de manera contundente, probablemente porque el capitalista de descendencia alemán apreció su espíritu blanco que se desveló en los ataques a los islámicos (“No propondría poner a un musulmán al frente de este país. En absoluto estaría de acuerdo con eso”) y al Papa por su acento castellano, cuando declaró después del discurso del pontífice antes el Congreso que “no le entendí, realmente me estaba esforzando para tratar de entender, pero sin una transcripción de lo que decía era muy difícil.”

Analizando las enunciaciones de los competidores republicanos, trasluce que no hay mucha diferencia en lo que plantean, pues, Ben Carson dijo que a los inmigrantes cruzando el confín hay que “sellar la frontera, pero lo más importante es cerrar la llave que les dé algunos beneficios cuando están en territorio estadounidense.”

Cruz y Rubio promovieron una batalla a cara de perro contra la inmigración clandestina cuando se dieron cuenta de que crecía alrededor del tema el consenso popular, pero sus propuestas de blindar la frontera, de deportación de los criminales extranjeros entrados ilegalmente en el país y de supresión de la ley de amnistía para cinco millones de personas indocumentadas, no encontraron la misma aprobación porque demasiado atrasadas y disimuladas.

Fijándose en la reforma sanitaria de Obama, Trump dijo ser “muy en contra” prometiendo suplantarla con algo mucho mejor que no les permita a las compañías de seguro seguir enriqueciéndose, Ben Carson la calificó como “la peor cosa que ha sucedido en este país desde la esclavitud y es, de alguna manera, algo similar, porque nos esclaviza a todos al Estado.” También, John Kasich, Marco Rubio y Ted Cruz prevén en sus programas abrogar la PPACA (ley de Protección al Paciente y Cuidado de Salud Asequible) simplemente conocida como Obamacare (Obamacuidados), aunque proponen reemplazarla con soluciones bastante diferentes, entre ellos Cruz la considera una prioridad dado que encabezó la lucha para quitarle fondos y reiteró que “cada palabra del Obamacare será derogada.”

El asunto seguridad muestra la misma convergencia entre los contendientes. Trump aprovechó del atentado en la capital francés en noviembre de 2015 para abogar por el uso de armas, como siempre lo hizo de manera espeluznante, afirmando que si las personas hubieran podido portar revólveres como en Estados Unidos, la situación habría sido otra en París. Marco Rubio, John Kasich y Ted Cruz, como se puede leer en sus manifiestos políticos, defienden la segunda enmienda a la constitución de los Estados Unidos, es decir, el derecho de cualquier individuo a la tenencia, uso y transporte de armas con fines defensivos, Ben Carson incluso llegó a superar a Trump, algo muy difícil, utilizando palabras corrosivas que sacaron a colación el totalitarismo nazi: “Si los judíos hubiesen estado armados durante el Tercer Reich, se habrían podido defender y entonces el Holocausto no hubiese ocurrido.”

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Al parecer, el nacionalsocialismo es un tema recurrente en esta campaña electoral, aunque a alguien le gustaría dejarlo a un lado o tal vez tenga memoria de pez, de hecho, a Trump se le olvida recordar como su padre Fred, descendiente de un teutónico emigrado a América, fue detenido junto a seis hombres durante una manifestación anti-católica del Ku Klux Klan que tuvo lugar en 1927 en Nueva York, el hombre fue sucesivamente librado por falta de pruebas al explicar que se encontraba en el sitio sólo como espectador, versión avalada por el mismo candidato desde hace tiempo y que ahora después del apoyo recibido por David Duke, el “Gran Mago” del movimiento para la supremacía blanca, vuelve a ocupar la escena del debate. Con todo el respecto, es bastante arduo creer en todo lo que afirma Trump, dado que la mentira es una enfermedad bastante común en los políticos tanto principiantes como de largo curso, pues, volviendo al texto Mi Lucha, él dijo que se lo había regalado un amigo judío, pues, la victima tolera y pacta con su verdugo hasta regalarle un libro? El hombre mencionado es Marty Davis de Paramount, de verdad un amigo del empresario líder de los bienes raíces, mas en primer lugar él negó ser judío, luego reconoció que le había dado a Trump un libro sobre Hitler pero no era Mi Lucha sino Mi nuevo orden, los discursos del Führer, y lo hizo pensando que lo iba a encontrar interesante.

Examinando los programas de los candidatos republicanos, lo único en que se detectan las mayores diferencias es en el trayecto de la política exterior. Podemos resumirlas diciendo que Kasich, Carson y Rubio, están de acuerdo en consolidar un frente europeo anti-Putin trasladando más tropas militares a Ucrania y a las comarcas cercanas al confine ruso, por el contrario, Trump consideró la posibilidad de dialogo con el líder autócrata de San Petersburgo, así como Cruz, que propuso negociar y trabajar con Rusia sobre la reducción de las armas nucleares y otros problemas, considerándolo un competidor estratégico. Todos quieren acabar con el Estado Islámico, mejor conocido como Isis, enfocándose en lo especifico, Carson, Rubio, Kasich, Cruz y Trump, piden una estrategia de rearme y modernización militar del ejercito estadounidense a través de nuevas y consistentes inversiones, en particular, Cruz siente nostalgia por el tiempo de Reagan cuando los buques de guerra eran más de 500 respecto a los actuales 273, mientras Rubio se compromete con llegar a tener 323 buques militares en 2024. Gore Vidal diría que los republicanos quieren fortalecer el gendarme global de la que es considera una permanente economía de guerra. Rubio, Cruz, Kasich y Carson toman partido por Israel sin titubeos, designándolo como aliado especial en la región y expresando su firme rechazo al acuerdo nuclear con Teherán, también Donad Trump respalda a Israel por lo que concierne el acuerdo refrendado por Obama con Irán, pero asume una actitud neutral en el conflicto de Oriente Medio porque si será el próximo presidente de EE. UU. aspira a ser un intermediario honesto, por otra parte, el millonario tuvo el descaro de decir que la situación sería mucho mejor si Saddam Hussein y Muamar el Gadafi estuvieran vivos, puede ser que en eso tenga razón.

Trump y la máscara de luchador solitario
A pesar de que no haya una gran diferencia entre las plataformas políticas de los pretendientes republicanos a la nomina presidencial, Trump se impone de manera extraordinaria arrasando en cada debate a sus adversarios, él habla el lenguaje de la gente, desahoga la rabia, el enfado, la frustración y la desilusión de una América que se ve traicionada, empobrecida y acosada por el poder de Washington y Wall Street, no obstante su PIB sigue creciendo. Lo hace de forma políticamente incorrecta, como si estuviera sentado en la barra de un bar en un cualquier barrio popular de una de las muchas metrópolis o de las pequeñas ciudades rurales del extenso territorio americano, y juntos a largos textos o discursos que nadie tiene las ganas y el tiempo de leer y oír, en su sitio web se pueden ver unos vídeos, que no alcanzan el minuto, en que explica con el habitual enojo y tono apocalíptico como EE. UU. volverá a ser grande. Su comunicación es a la vez tan sencilla, elemental y brutal como directa, eficaz y cautivante, además no se asusta de chocar contra poderes milenarios como cuando dijo que “el Papa Francisco es una figura política”, pareció la opinión más fundada de todo lo que expresó durante su campaña, dado que el Vaticano y su pontífice durante siglos contribuyeron a la construcción y al derrumbe de Estados, influyendo sobre monarquías, democracias, partidos y movimientos, desde el imperio de Costantino pasando por la humillación de Canossa hasta llegar a los fondos negros para Solidariedad en Polonia. Su capacidad de de-contextualizar los mensajes le permite golpear duro, burlarse, injuriar, citar frases destacadas de personajes equívocos de la historia como Mussolini ("es mejor vivir un día como un león, que cien como un borrego") sin que haya una caída de popularidad, por el contrario se agranda su prestigio y la aceptación general se dispara, en eso mucha importancia tiene la trasformación que los medios masivos han determinado, ya pasó el tiempo de la argumentación lógica y las personas están acostumbradas a slogans y a pensamientos y discursos desarticulados, casi irracionales, Trump sabe manejarlos mejor de los demás. Los periódicos de la élite washingtoniana por más que lo atacan consolidan su liderazgo, representarlo como un perro no sirve de nada, sólo si el perro se comiera una inocua rata probablemente abriría una brecha para retener la ola de consensos e invertir el sentimiento popular que le alienta, pero, por ahora, tenemos un perro, que por malo que sea, padece las mordidas de una pandilla de ratas de régimen que produce la misma solidaridad que se prueba cuando muchos le pegan a uno.

The New York Times remarcó como su influencia en La Gran Manzana es escasa, refiriéndose al hecho de que su actividad empresarial de los bienes raíces no aparezca ni en las primeras diez mas grandes inmobiliarias de la ciudad y adjuntando que él no ostenta relaciones estables con políticos de alto rango, y por último, pero no menos importante, subrayó que los grandes grupos de inversión como JP Morgan Chase, Citigroup, Goldman Sachs y Morgan Stanley no sólo no le prestan dinero sino tampoco lo conocen, como testifican algunos titulares de fondos de alto riesgo o cobertura. Al parecer quien financia gran parte de sus actividades es Deutsche Bank, que como se comprende de su nombre es un banco alemán entre los mayores del mundo, noticia que los periodistas pensaron bien de destacar porque cuando se habla de Trump siempre cabe el mundo germánico.

The Economist se atrevió a sostener abiertamente a John Kasich, lo hizo mofándose de la visión del mundo de Trump (“Time to fire Trump”) y pidiendo a gran voz que se pare la carrera hacia la jefatura del Partido de Abraham Lincoln de un sujeto definido aterrador. No es así que se puede obstaculizar a Trump, a él le queda bien el antifaz del luchador solitario, pero, políticamente hablando, no está solo, exclusivamente ojos miopes pueden creerlo, hace tiempo que alguien le escogió y le ha entrenado en la oscuridad llevándolo, paso a paso, a cumplir un trabajo perfecto, y, si ahora, lucha como rudo, cuando sea el momento se convertirá en un profesional de la política asesorado por la junta de la industria militare y del negocio de las apuestas, que se parece mucho a la del petroleo que se enriqueció durante el mandato de Geoge W. Bush.

La lectura de la realidad americana de Trump no es absurda como desean hacer creer, existe un corazón tenebroso de la nación en que se incuba una aversión hacia las instituciones demócratas y financieras, la clase media sigue perdiendo terreno, por primera vez después de cuatro décadas es minoría bajando a 120,8 millones respecto a los 121,3 millones que pertenecen a la alta burguesía y a la clase pobre, de 1971 a 2015 la cuota de personas adultas de la media burguesía ha pasado del 62% al 43%, en los mismos años los de la clase alta llegaron a ser el 43% (en 1971 eran el 29%) y los pobres, algo muy triste, en cuarenta años bajaron sólo un 1% (del 10% al 9%) aumentando en valor absoluto (casi 22 millones en 2015 eran 13 millones en 1971), además como consecuencia de la crisis del bienio 2007-2009, en 2013 la riqueza promedio de la clase media, activos menos deudas, se contrajo un 28% respecto a 2001. Son los Estados Unidos de la desindustrialización, de la burbuja inmobiliaria y los desahucios, de las especulaciones financieras, de la avalancha de los derivados y la caída del valore real del salario mínimo, que confían en Trump, en un hombre de negocio que no ofrece soluciones sino encarna su malestar y su ira encargándose de dirigirlas hacia el enemigo exterior.

Casino, drogas y desestabilización en América Latina (II)

La ruleta política de las primarias republicanas destapa un escenario inquietante
Redacción
martes, 22 de marzo de 2016, 21:33 h (CET)
Segunda Parte.
Por Michel Fonte

Súper Pac Right to Rise (Derecho a Prosperar), los Bush y los viejos amigos

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Mel Sembler no se olvida de los viejos amigos, por eso, le dio su contribución a Right To Rise (Derecho a Prosperar), la Súper Pac encargada de recoger financiaciones para la nominación en las primarias republicanas de Jeb Bush, 100.000 dólares que terminaron en la caja-fuerte sin pero conseguir el objetivo. No obstante el Comité de Acción Política, con más de 11 mil partidarios, llegó a recaudar la extraordinaria cifra de 118 millones de dólares, Jeb Bush salió de la contienda después del catastrófico resultado en Carolina del Sur, su cuarta posición con el 7,8% de los votos pero muy por detrás de los otros candidatos Donald Trump (32,5%), Marco Rubio (22,5%) y Ted Cruz (22,3%), confirmó su dificultad de interceptar consensos en el electorado del GOP, como ya pasó en los caucus de Iowa (1 febrero), en los que se calificó sólo quinto con 5.238 votos y un porcentaje del 2,8%, y la breve ilusión de una recuperación en Nuevo Hampshire (9 febrero) donde los escrutinios le otorgaron 31 mil votos con un porcentaje del 11%, una cuarta plaza delante del senador Marco Rubio y muy cerca del tercero, el senador por Tejas Ted Cruz, que registró el 11,7%. La pregunta que nace espontánea es si Jeb Bush no haya abandonado demasiado pronto la carrera presidencial, mirando a la perspectiva de una casi segura derrota tal vez tomó la mejor decisión, pero, razonando con cabeza fría, el ex gobernador de Florida (1999-2007) consiguió cuatros delegados en una campaña que sigue quedando abierta por lo menos con referencia a las relaciones de poder entre la clase dirigente del Partido Republicano (17 delegados para Cruz, 17 para Rubio, 6 para Kasich) y que todavía no ha encontrado el antagonista principal al tanque Trump, que ha conquistado con soltura el 63,5% de los delegados (de los 129 ya ganó 82). En este sentido, algunos periodistas y comentadores han hablado de “guerra civil” dentro del Gran Viejo Partido, de hecho, el gran numero de contendientes, Donad Trump, Ted Cruz, Marco Rubio, John Kasich, Ben Carson y los retirados Mike Huckabee (retirado el 1 de febrero), Rand Paul (retirado el 3 de febrero), Rick Santorum (retirado el 3 de febrero), Carly Fiorina (retirada el 10 de febrero), Chris Christie (retirado el 10 de febrero), Jim Gilmore (retirado el 12 de febrero) y Jeb Bush (se ha retirado el 20 de febrero), podría avalar esa definición, pero si se tienen en cuenta los resultados de los cuatros estados donde se celebraron las primarias, para Donald Trump, hasta ahora, se trató de enfrentarse a unos “sparring partners” sin posibilidad de alcanzarlo, excepto la inesperada derrota en el caucus de Iowa, donde, sea como sea, consiguió 7 delegados, sólo uno menos del ganador Ted Cruz. Con sus 82 delegados el magnate de Nueva York se colocó muy por delante del segundo y del tercero, Ted Cruz y Marco Rubio, que consiguieron 17 y 16 respectivamente, comprobando la crisis de la cúpula del partido del elefante que se presentó fuerte de su experiencia, dado que entre ellos hay dos gobernadores, John Kasich, gobernador del estado de Ohio y ya miembro de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos representando al mismo estado desde 1983 hasta 2001, y Chris Christie, actual gobernador del estado de Nueva Jersey; tres ex gobernadores, Jim Gilmore, ex gobernador del estado de Virginia (1998-2002), Mike Huckabee, ex gobernador del estado de Arkansas (1996-2007) y ya candidato a la nominación republicana para las elecciones Presidenciales de EE. UU. en 2008, y Jeb Bush, ex gobernador de Florida (1998-2007); un ex senador, es decir, Rick Santorum por el estado de Pensilvania (1995-2007), que fue también miembro de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos entre 1991 y 1995; tres senadores, Rand Paul, senador por el estado de Kentucky desde 2011, Ted Cruz, actual senador de Tejas y asesor de política nacional para el ex presidente George W. Bush (Bush hijo) durante las elecciones presidenciales del año 2000, y Marco Rubio, senador de Florida desde 2011, ex miembro (2000-2006) y ex presidente (2006-2008) de la Cámara de Representantes del mismo estado y sobre todo acreditado como el delfín político de Jeb Bush. Los últimos dos tienen orígenes cubanas, sus padre huyeron de Cuba durante la dictadura de Fulgencio Batista, el papá de Rubio en 1956 y el de Cruz en 1957.

En este ámbito los Bush están lejos de quedar fuera del juego, como se puede sencillamente entender mantienen relaciones, enlaces y respaldos tanto en el este como en el oeste y por encima en la élite financiera y política del país, en particular, Jeb Bush, con su súper PAC Right To Rise, ha confirmado que la familia sigue manejando piezas claves del poder, los 119 millones de dólares recaudados (datos de la Comisión Federal Electoral, FEC por su sigla en inglés, en la fecha del 31 de enero de 2016) lo ponen por delante de todos los candidatos a las primarias republicanas. Averiguando, en el día de hoy, la cifras totales de las financiaciones, se descubre que la maquina electoral de Jeb Bush ha sido todopoderosa, no sólo su Right to Rise es la súper PAC con más fondos aun superando por mucho los que ha recogido Priorities USA Action (51 millones de dólares), la súper PAC de Hillary Clinton, sino que, considerando las donaciones que le llegaron a su comité organizador (31.9 millones de dólares), logró la extraordinaria cifra de 152 millones de dólares. Es oportuno comprender la diferencia que hay entre los comités electorales o de campaña, que recaudan fondos entre los pequeños y grandes donantes y además gestionan las fortunas personales de los candidatos que deciden aportarlas, y las donaciones a los grupos externos como PAC, súper PAC y, en particular, organizaciones sin ánimo de lucro. Es a través de éstas últimas, exentas de pagar tributos federales, que se recauda dinero en la sobra, dado que no tienen obligación a revelar los nominativos de los donantes y las contribuciones ofrecidas. En la realidad, son sobre todo los grandes donantes, como destacadas marcas y grupos de interés, a utilizarlas para quedar anónimos y no darles conocimiento a ciudadanos, consumidores y trabajadores de su apoyo a una causa u otra.

2203165

Mirando a las cuotas recogidas con esta modalidad, se desvela que Hillary Clinton del Partido Demócrata es la candidata que juntó mucho dinero opaco, alrededor de los 130 millones de dólares, que sumándoles los 51 millones de su súper Pac Priorities USA Action concretan la inigualable cifra de 181 millones de dólares, pero también en el campo republicano tanto Marco Rubio como Ted Cruz recolectaron fondos de proveniencia no fácilmente detectable. Según las informaciones brindadas por The Center for Public Integrity (Centro para la Integridad Pública), Ted Cruz consiguió 102 millones, 41 de los cuales con sus cuatros PAC, Keep The Promise (Mantener la Promesa), Keep The Promise I, Keep The Promise II, Keep The Promise III, mientras Marco Rubio no obstante cuente con el apoyo de importantes corporaciones de Wall Street, se queda muy por detrás con casi 87 millones, 32.9 de los cuales recaudados por su súper Pac Conservative Solutions. La influencia que tienen los grandes donantes empujan a los candidatos que dejaron paso a otros, como Jeb Bush, a volver a colocarse en el ajedrez político para proteger sus intereses económicos y al mismo tiempo no estropear su carrera política. Hasta ahora y después de la aplastante victoria de Trump en los caucus de Nevada con el 45,9% de los consensos y veintidós puntos de ventaja sobre el segundo, Jeb Bush, sigue mudo, tal vez espere los resultados del “Supermartes”, día en que se votará en 11 estados, para expresar su apoyo, pero a esta altura de la competición podría ser demasiado tarde para detener el “Panzer Donald”.

Cuanto antes se rompa el sustancial empate entre Rubio y Cruz mejores oportunidades tendrá el frente moderado conservador de individuar el hombre que pueda ganar terreno para probar a quitarle el liderazgo a Trump, Jeb Bush posee la llave para abrir puertas, le sobran 27 millones de dólares que no pudo gastar y enlaces con grupos de presionen que tienen peso y ascendiente, pero, prevalecerá la opción tejana Ted Cruz o la de Florida Marco Rubio, o quizás sea posible algo que de momento aparece inverosímil, un acuerdo de paz con Donald Trump que acabaría con la subterránea guerra de los casinos.

Donald Trump y los casinos del imperio
En la pieza superior del continente americano, Donald Trump dirige casinos en muchos estados del Imperio con franjas y estrellas, aun lo consiguió en Las Vegas, Nevada, ciudad nacida de la nada entre arena y viento, que fue fundada por la mafia italoamericana y que hoy en día celebra la epopeya de la asociación delincuencial construyendo museos. El buen Donald que arremete con violencia verbal contra los inmigrantes latinos, no mostró la misma osadía de frente a unos cocineros del Gremio de Trabajadores Culinarios, por la mayor parte mexicanos, que contestaron en agosto del año pasado su manera de llevar adelante el negocio hotelero y de las apuestas, denunciando la sistemática violación de los derechos sindicales, la duda cabe agrandándose al conocer que la empresa de los casinos de Trump, igual que Codere S.A., no obstante genere pérdidas no sólo continua sino también prevé nuevas inversiones, es difícil creer que se gaste tanto dinero en un agujero negro que se lo traga todo sin devolver nada. El empresario nunca quise desprenderse de sus casinos y hoteles que fueron en quiebra cinco veces, la primera en 1991, cuando uno de los casinos más grandes de los Estados Unidos, el Taj Mahal de Atlantic City, terminó su actividad con 3 billones de deuda, la segunda en 1992, aquella vez fue el Trump Plaza Hotel de Nueva York que iba acumulando 550 millones de deuda, la tercera en 2004, cuando después de tratar sin éxito con los acreedores, su imperio de las apuestas terminó en bancarrota, la cuarta en 2009, el Trump Entertainment Resort, es decir los Trump Hotels and Casinos Resorts, amontonó una deuda de 1200 millones de dólares, el magnate tuvo que renunciar al cargo de presidente y reducir su participación accionaria del 10%, aunque se mantuvo socio de la compañía, la última en 2014, año en que intentó, sin obtenerlo, retirar su nombre de varios casinos de Atlantic City antes de que la sociedad quebrara de nuevo. Por qué los casinos tienen tanta importancia en la actividad de la Trump Entertainment Resorts y por qué ese odio visceral contra los mexicanos, la sospecha es que alguien está organizando un pasaje de testimonio para “cambiar todo para que nada cambie”, excepto las caras del nuevo y experimentado curso.

Entonces, buscamos comprender qué es lo que pasa. De un lado observando el desarrollarse de la disputa dentro del partido republicano, sabemos que los moderados se encuentran trastornados y incapaces de reaccionar eficazmente, encuestas y primarias siguen dándole ventajas a Donald Trump, el conservador más radical de la competición que tiene un imprescindible enemigo, los inmigrantes, en particular de lengua español, que constantemente perjudica y desacredita con sus venenosas e insultantes declaraciones. Las perlas de sabiduría ofrecidas por el multimillonario son muchas: “Nos están matando económicamente (dice de los mexicanos)”, “(desde México) Están trayendo droga, están trayendo crimen, ellos son violadores”, “El Gobierno mexicano está forzando a su gente menos querida a los Estados Unidos”, “A través de México están llegando de todas partes del Sur y América Latina”, “Levantemos un gran muro y que México lo pague.”

A esas afirmaciones decidió añadirle otras para igualar las aserciones de Ben Carson, el primero que arremetió contra los musulmanes, y para que quede claro que el hombre que quiere que “América vuelva a ser grande” es el inmarcesible héroe que no tiene miedo a nada y a nadie, por eso, le pareció bien pedir al gobierno “que le prohíba la entrada total y completa a los musulmanes que quieran ingresar en nuestro país.” Lo que parece raro, es que durante todo el tiempo de esta larga carrera, cuando las encuestas pronosticaban la remontada de Ben Carson, Trump no le lastimó como le gusta hacer con sus adversarios, por lo menos nunca de manera contundente, probablemente porque el capitalista de descendencia alemán apreció su espíritu blanco que se desveló en los ataques a los islámicos (“No propondría poner a un musulmán al frente de este país. En absoluto estaría de acuerdo con eso”) y al Papa por su acento castellano, cuando declaró después del discurso del pontífice antes el Congreso que “no le entendí, realmente me estaba esforzando para tratar de entender, pero sin una transcripción de lo que decía era muy difícil.”

Analizando las enunciaciones de los competidores republicanos, trasluce que no hay mucha diferencia en lo que plantean, pues, Ben Carson dijo que a los inmigrantes cruzando el confín hay que “sellar la frontera, pero lo más importante es cerrar la llave que les dé algunos beneficios cuando están en territorio estadounidense.”

Cruz y Rubio promovieron una batalla a cara de perro contra la inmigración clandestina cuando se dieron cuenta de que crecía alrededor del tema el consenso popular, pero sus propuestas de blindar la frontera, de deportación de los criminales extranjeros entrados ilegalmente en el país y de supresión de la ley de amnistía para cinco millones de personas indocumentadas, no encontraron la misma aprobación porque demasiado atrasadas y disimuladas.

Fijándose en la reforma sanitaria de Obama, Trump dijo ser “muy en contra” prometiendo suplantarla con algo mucho mejor que no les permita a las compañías de seguro seguir enriqueciéndose, Ben Carson la calificó como “la peor cosa que ha sucedido en este país desde la esclavitud y es, de alguna manera, algo similar, porque nos esclaviza a todos al Estado.” También, John Kasich, Marco Rubio y Ted Cruz prevén en sus programas abrogar la PPACA (ley de Protección al Paciente y Cuidado de Salud Asequible) simplemente conocida como Obamacare (Obamacuidados), aunque proponen reemplazarla con soluciones bastante diferentes, entre ellos Cruz la considera una prioridad dado que encabezó la lucha para quitarle fondos y reiteró que “cada palabra del Obamacare será derogada.”

El asunto seguridad muestra la misma convergencia entre los contendientes. Trump aprovechó del atentado en la capital francés en noviembre de 2015 para abogar por el uso de armas, como siempre lo hizo de manera espeluznante, afirmando que si las personas hubieran podido portar revólveres como en Estados Unidos, la situación habría sido otra en París. Marco Rubio, John Kasich y Ted Cruz, como se puede leer en sus manifiestos políticos, defienden la segunda enmienda a la constitución de los Estados Unidos, es decir, el derecho de cualquier individuo a la tenencia, uso y transporte de armas con fines defensivos, Ben Carson incluso llegó a superar a Trump, algo muy difícil, utilizando palabras corrosivas que sacaron a colación el totalitarismo nazi: “Si los judíos hubiesen estado armados durante el Tercer Reich, se habrían podido defender y entonces el Holocausto no hubiese ocurrido.”

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Al parecer, el nacionalsocialismo es un tema recurrente en esta campaña electoral, aunque a alguien le gustaría dejarlo a un lado o tal vez tenga memoria de pez, de hecho, a Trump se le olvida recordar como su padre Fred, descendiente de un teutónico emigrado a América, fue detenido junto a seis hombres durante una manifestación anti-católica del Ku Klux Klan que tuvo lugar en 1927 en Nueva York, el hombre fue sucesivamente librado por falta de pruebas al explicar que se encontraba en el sitio sólo como espectador, versión avalada por el mismo candidato desde hace tiempo y que ahora después del apoyo recibido por David Duke, el “Gran Mago” del movimiento para la supremacía blanca, vuelve a ocupar la escena del debate. Con todo el respecto, es bastante arduo creer en todo lo que afirma Trump, dado que la mentira es una enfermedad bastante común en los políticos tanto principiantes como de largo curso, pues, volviendo al texto Mi Lucha, él dijo que se lo había regalado un amigo judío, pues, la victima tolera y pacta con su verdugo hasta regalarle un libro? El hombre mencionado es Marty Davis de Paramount, de verdad un amigo del empresario líder de los bienes raíces, mas en primer lugar él negó ser judío, luego reconoció que le había dado a Trump un libro sobre Hitler pero no era Mi Lucha sino Mi nuevo orden, los discursos del Führer, y lo hizo pensando que lo iba a encontrar interesante.

Examinando los programas de los candidatos republicanos, lo único en que se detectan las mayores diferencias es en el trayecto de la política exterior. Podemos resumirlas diciendo que Kasich, Carson y Rubio, están de acuerdo en consolidar un frente europeo anti-Putin trasladando más tropas militares a Ucrania y a las comarcas cercanas al confine ruso, por el contrario, Trump consideró la posibilidad de dialogo con el líder autócrata de San Petersburgo, así como Cruz, que propuso negociar y trabajar con Rusia sobre la reducción de las armas nucleares y otros problemas, considerándolo un competidor estratégico. Todos quieren acabar con el Estado Islámico, mejor conocido como Isis, enfocándose en lo especifico, Carson, Rubio, Kasich, Cruz y Trump, piden una estrategia de rearme y modernización militar del ejercito estadounidense a través de nuevas y consistentes inversiones, en particular, Cruz siente nostalgia por el tiempo de Reagan cuando los buques de guerra eran más de 500 respecto a los actuales 273, mientras Rubio se compromete con llegar a tener 323 buques militares en 2024. Gore Vidal diría que los republicanos quieren fortalecer el gendarme global de la que es considera una permanente economía de guerra. Rubio, Cruz, Kasich y Carson toman partido por Israel sin titubeos, designándolo como aliado especial en la región y expresando su firme rechazo al acuerdo nuclear con Teherán, también Donad Trump respalda a Israel por lo que concierne el acuerdo refrendado por Obama con Irán, pero asume una actitud neutral en el conflicto de Oriente Medio porque si será el próximo presidente de EE. UU. aspira a ser un intermediario honesto, por otra parte, el millonario tuvo el descaro de decir que la situación sería mucho mejor si Saddam Hussein y Muamar el Gadafi estuvieran vivos, puede ser que en eso tenga razón.

Trump y la máscara de luchador solitario
A pesar de que no haya una gran diferencia entre las plataformas políticas de los pretendientes republicanos a la nomina presidencial, Trump se impone de manera extraordinaria arrasando en cada debate a sus adversarios, él habla el lenguaje de la gente, desahoga la rabia, el enfado, la frustración y la desilusión de una América que se ve traicionada, empobrecida y acosada por el poder de Washington y Wall Street, no obstante su PIB sigue creciendo. Lo hace de forma políticamente incorrecta, como si estuviera sentado en la barra de un bar en un cualquier barrio popular de una de las muchas metrópolis o de las pequeñas ciudades rurales del extenso territorio americano, y juntos a largos textos o discursos que nadie tiene las ganas y el tiempo de leer y oír, en su sitio web se pueden ver unos vídeos, que no alcanzan el minuto, en que explica con el habitual enojo y tono apocalíptico como EE. UU. volverá a ser grande. Su comunicación es a la vez tan sencilla, elemental y brutal como directa, eficaz y cautivante, además no se asusta de chocar contra poderes milenarios como cuando dijo que “el Papa Francisco es una figura política”, pareció la opinión más fundada de todo lo que expresó durante su campaña, dado que el Vaticano y su pontífice durante siglos contribuyeron a la construcción y al derrumbe de Estados, influyendo sobre monarquías, democracias, partidos y movimientos, desde el imperio de Costantino pasando por la humillación de Canossa hasta llegar a los fondos negros para Solidariedad en Polonia. Su capacidad de de-contextualizar los mensajes le permite golpear duro, burlarse, injuriar, citar frases destacadas de personajes equívocos de la historia como Mussolini ("es mejor vivir un día como un león, que cien como un borrego") sin que haya una caída de popularidad, por el contrario se agranda su prestigio y la aceptación general se dispara, en eso mucha importancia tiene la trasformación que los medios masivos han determinado, ya pasó el tiempo de la argumentación lógica y las personas están acostumbradas a slogans y a pensamientos y discursos desarticulados, casi irracionales, Trump sabe manejarlos mejor de los demás. Los periódicos de la élite washingtoniana por más que lo atacan consolidan su liderazgo, representarlo como un perro no sirve de nada, sólo si el perro se comiera una inocua rata probablemente abriría una brecha para retener la ola de consensos e invertir el sentimiento popular que le alienta, pero, por ahora, tenemos un perro, que por malo que sea, padece las mordidas de una pandilla de ratas de régimen que produce la misma solidaridad que se prueba cuando muchos le pegan a uno.

The New York Times remarcó como su influencia en La Gran Manzana es escasa, refiriéndose al hecho de que su actividad empresarial de los bienes raíces no aparezca ni en las primeras diez mas grandes inmobiliarias de la ciudad y adjuntando que él no ostenta relaciones estables con políticos de alto rango, y por último, pero no menos importante, subrayó que los grandes grupos de inversión como JP Morgan Chase, Citigroup, Goldman Sachs y Morgan Stanley no sólo no le prestan dinero sino tampoco lo conocen, como testifican algunos titulares de fondos de alto riesgo o cobertura. Al parecer quien financia gran parte de sus actividades es Deutsche Bank, que como se comprende de su nombre es un banco alemán entre los mayores del mundo, noticia que los periodistas pensaron bien de destacar porque cuando se habla de Trump siempre cabe el mundo germánico.

The Economist se atrevió a sostener abiertamente a John Kasich, lo hizo mofándose de la visión del mundo de Trump (“Time to fire Trump”) y pidiendo a gran voz que se pare la carrera hacia la jefatura del Partido de Abraham Lincoln de un sujeto definido aterrador. No es así que se puede obstaculizar a Trump, a él le queda bien el antifaz del luchador solitario, pero, políticamente hablando, no está solo, exclusivamente ojos miopes pueden creerlo, hace tiempo que alguien le escogió y le ha entrenado en la oscuridad llevándolo, paso a paso, a cumplir un trabajo perfecto, y, si ahora, lucha como rudo, cuando sea el momento se convertirá en un profesional de la política asesorado por la junta de la industria militare y del negocio de las apuestas, que se parece mucho a la del petroleo que se enriqueció durante el mandato de Geoge W. Bush.

La lectura de la realidad americana de Trump no es absurda como desean hacer creer, existe un corazón tenebroso de la nación en que se incuba una aversión hacia las instituciones demócratas y financieras, la clase media sigue perdiendo terreno, por primera vez después de cuatro décadas es minoría bajando a 120,8 millones respecto a los 121,3 millones que pertenecen a la alta burguesía y a la clase pobre, de 1971 a 2015 la cuota de personas adultas de la media burguesía ha pasado del 62% al 43%, en los mismos años los de la clase alta llegaron a ser el 43% (en 1971 eran el 29%) y los pobres, algo muy triste, en cuarenta años bajaron sólo un 1% (del 10% al 9%) aumentando en valor absoluto (casi 22 millones en 2015 eran 13 millones en 1971), además como consecuencia de la crisis del bienio 2007-2009, en 2013 la riqueza promedio de la clase media, activos menos deudas, se contrajo un 28% respecto a 2001. Son los Estados Unidos de la desindustrialización, de la burbuja inmobiliaria y los desahucios, de las especulaciones financieras, de la avalancha de los derivados y la caída del valore real del salario mínimo, que confían en Trump, en un hombre de negocio que no ofrece soluciones sino encarna su malestar y su ira encargándose de dirigirlas hacia el enemigo exterior.

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