Las piezas no siempre encajan como uno quisiera. Y no es por puro capricho, sino porque los directores deportivos y los entrenadores quieren, y desean, que aquel refuerzo, presentado, en su día, como galáctico, comience a dar su fruto lo antes posible.
Y, a veces, aquel jugador queda cortado, interrumpido, a las primeras de cambio, o a mitad de temporada, ya sea por diversiones lesiones, muchas veces interminables, por problemas disciplinarios o por rendimientos por debajo del nivel esperado y exigido por cada club.
Matt Nielsen, Kenny Gregory, Donatas Slanina, Vlado Ilievski, Nik Caner-Medley, Corey Brewer, Tomas Van den Spiegel, Loren Woods o Clay Tucker, entre otros, aparecen en la otra cara de la moneda: todos ellos han ido llegando, como cuentagotas, durante la actual temporada.
Pero su bienvenida también supone, en muchos casos, la despedida de otros tantos compañeros. Pops Mensah-Bonsu, Bracey Wright, Mustafa Shakur, Lazaros Papadopoulos, Quinton Hosley y Dimos Dikoudis han ido encontrado acomodo en otros países europeos. Otros, en cambio, buscan refugio en la LEB donde, quizás, esperan brillar con luz propia y gozar de más minutos de juego. Tomarse un año sabático o retirarse, por voluntad propia, conforman otras opciones, igual de válidas y respetables, que también se otean en el horizonte del medio-largo plazo de cualquier jugador profesional.