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No cabe ninguna duda, una impertinencia aislada no es un desastre, pero, vaya si ayuda a sus compañeras

Impertinencias

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Como gestos no solicitados, inoportunos e incluso rechazados de antemano, soliviantan a quienes perciben su acoso. Los imprevistos siempre arriesgan, en cuanto a como serán recibidos y en relación a las consecuencias derivadas de su aparición. A las impertinencias se les supone una carga de INTENCIONALIDAD previa de alcances desconocidos; actúan con la arrogancia petulante de no tener en cuenta la voluntad de quienes las vayan a soportar. En muy raras ocasiones contarán con la aceptación ajena. Como mínimo contribuyen a la generación de inquietudes en las relaciones, pudiendo provocar agravamientos de la crispación , agresividad o violencia; según su grado de intemperancia.

En no pocas ocasiones vienen enmarcadas en una notable discrepancia entre las apariencias y las realidades con que nos encontramos. Suelen avasallarnos con unos DISTINTIVOS sugerentes, engañosos, plagados de títulos, propagandas, verdades a medias, referencias equívocas, con abundantes falsedades bien adobadas para que las percibamos como meritorias. Acaso los centenares de imputados en los ERES andaluces no ejercían bajo el paraguas de la Junta de Andalucía. El distintivo real lucido por Urdangarín, es manifiesto. Son como escudos representativos que nos asaltan en contra de la voluntad de quienes los sufrirán; son por lo tanto, gestos y actuaciones impertinentes.

La memoria enlaza los recuerdos con las maneras de pensar actuales; forma parte del bagaje de una persona o de un grupo, de cara a su proyecto de futuro. Perdemos muchos datos históricos debido al poderío del olvido, la incompletud de la memoria muestra numerosas carencias de cara al conocimiento retroactivo. Pero al decir memoria histórica emana un cierto tufillo a memoria SECTARIA, puesto que, sean de un signo determinado o de sus oponentes, intentan colarnos de manera tendenciosa el concepto de Historia entera. Cualquier hecho acaecido es histórico, pero los usos partidistas ilustran sólo determinadas historias según sus intereses, junto a los silencios arbitrarios que evidencian.

Yo diría que la malhadada violencia escolar de infausta presencia, de crecientes abominaciones, discurre en una flagrante proximidad; delatora del que denomino síndrome de la OCA PRESUMIDA, con el cuello enhiesto, la cabeza alta y la mirada evasiva por encima del entorno. Las autoridades en sus naderías, los profesores atentos a su escueta pedagogía, los padres ufanos de la libertad de sus hijos, los compañeros miedosos o cómplices. Lo que aprovecha la gente de malaje para sus impertinencias, incordios, amenazas, malos tratos, abusos, presiones; ejercidos contra quienes no les opongan firmes contestaciones. Pero, tanta diversidad de actuaciones, nadie las detecta por que, sencillamente, quieren mirar en otras direcciones.

No cabe ninguna duda, una impertinencia aislada no es un desastre, pero, vaya si ayuda a sus compañeras; la sumación de sus efectos multiplica su potencia, su gravedad, el número de personas afectadas. Ocurre así en múltiples ámbitos de la convivencia. Tenemos un ejemplo lamentado en un evento continuado, la llamada violencia DOMÉSTICA. En esta, como en otras violencias, somos poco proclives a la exploración de las inquietudes indeseables introducidas en las relaciones. Agrandamos el patio de las libertades, sin compromisos, convirtiéndolo en un circo romano de finales trágicos, a cuyas impertinencias sucesivas prestamos una atención muy deficiente.

Ustedes verán las piruetas de los representantes políticos, simplemente tras el mensaje recibido desde unos votos inesperados, divididos, cuando esperaban la claridad necesaria para sus favores. Si les pasara como a los ciudadanos, atosigados ya en su vida habitual cuando reciben de los políticos palabras trucadas, desplantes y silencios despectivos, engaños y mentiras; si eso les pasara, hubieran subido a los vehículos del AUTORITARISMO. Son muy proclives al ordeno fatuo. Sea al apego del “caloret” en Valencia o a la imposición atea de sus sucesores; sean exhibiciones en los madriles, o bien al ritmo de las sardanas. Al calor del poder rebrotan las intemperancias del peor gusto, ajenas al pluralismo verdadero.

Lo principal de las impertinencias es distinguirlas como tales, para evitarlas si fuera posible, para actuar en consonancia con su asalto. Unas de las más insistentes provienen de los diversos medios INFORMATIVOS, con diseños atrevidos, supuestas evidencias y descaro, mucho descaro; sobre todo al presentar como fetén lo sectario. Esos rumores no contrastados, emitidos con formatos rotundos, nos tergiversan la idea. Más allá de las opiniones suyas, las cadenas con información monocorde, falsean la realidad plural, nos agreden con su polarización. El juicio mediático a las personas, presenta como juicio lo que aún no ha sido sometido a la justicia, despiezan al presunto reo sin los requisitos legales. Son informaciones sectarias.

Esta agresividad desconsiderada es practicada en cada sector con formas peculiares, con el matiz en común de la impertinencia. Desde las EMPRESAS apunto cuatro muestras. Llamadas reiterativas, no deseadas, como una invasión de la intimidad; eso son impertinencias. Cuando uno no encuentra relación entre el producto ofrecido y la realidad; la publicidad engañosa sufrida de manera general. Si yo no le hago caso y me voy sin contestarle…; pues así, en muchas empresas desaparece el interlocutor válido, sustituido por un teclado impersonal o algunas presencias equivalentes. Y otra versión viene referida al lenguaje enigmático empleado, una especie de argot indescifrable.

No les parece una insolencia la mera insinuación del conocimiento , de la apropiación indebida, de las que son cualidades particulares de los individuos; sus opiniones, sus añoranzas, deseos e incluso caprichos, de los íntimos anhelos de los que deba ser la vida comunitaria. Con que descaro lanzan afirmaciones frívolas en nombre de amplios colectivos de personas, mujeres, niños, trabajadores, opinantes; sin la debida comprobación previa de tales asertos. Una alevosa apropiación indebida, flagrante; de rasgos delictivos, aunque no le hagamos el menor caso.

¿ Parecerá consecuente ese desplante de los elegidos por vías democráticas, no sólo hacia los electores, si no hacia el conjunto del público? Una vez elegidos en representantes del voto emitido, repelen la dependencia con respecto del público y del manoseado pueblo. Ya no sé como llamarlos, tránsfugas, enajenados, prestidigitadores o evasores democráticos. No esperábamos su conducta, seguro. Configuran una aparición indeseable, no justificada e inesperada. ¿Reaccionaremos? ¿Actuaremos como si ningún inconveniente hubiera sucedido?

Quizá lleguemos a un acuerdo; lo importante no es que arrecie la lluvia, la ventisca o la nevada. Serán determinantes las actitudes tomadas. De abandono, reivindicaciones al sol, prevenciones o acomodos resolutivos. ¿Lograremos la introducción de las pertinencias en cada actividad? Afrontamos un empeño complejo del que abundamos en capacidades, pero del que somos a la vez increiblemente escapistas.

Impertinencias

No cabe ninguna duda, una impertinencia aislada no es un desastre, pero, vaya si ayuda a sus compañeras
Rafael Pérez Ortolá
viernes, 18 de marzo de 2016, 09:09 h (CET)
Como gestos no solicitados, inoportunos e incluso rechazados de antemano, soliviantan a quienes perciben su acoso. Los imprevistos siempre arriesgan, en cuanto a como serán recibidos y en relación a las consecuencias derivadas de su aparición. A las impertinencias se les supone una carga de INTENCIONALIDAD previa de alcances desconocidos; actúan con la arrogancia petulante de no tener en cuenta la voluntad de quienes las vayan a soportar. En muy raras ocasiones contarán con la aceptación ajena. Como mínimo contribuyen a la generación de inquietudes en las relaciones, pudiendo provocar agravamientos de la crispación , agresividad o violencia; según su grado de intemperancia.

En no pocas ocasiones vienen enmarcadas en una notable discrepancia entre las apariencias y las realidades con que nos encontramos. Suelen avasallarnos con unos DISTINTIVOS sugerentes, engañosos, plagados de títulos, propagandas, verdades a medias, referencias equívocas, con abundantes falsedades bien adobadas para que las percibamos como meritorias. Acaso los centenares de imputados en los ERES andaluces no ejercían bajo el paraguas de la Junta de Andalucía. El distintivo real lucido por Urdangarín, es manifiesto. Son como escudos representativos que nos asaltan en contra de la voluntad de quienes los sufrirán; son por lo tanto, gestos y actuaciones impertinentes.

La memoria enlaza los recuerdos con las maneras de pensar actuales; forma parte del bagaje de una persona o de un grupo, de cara a su proyecto de futuro. Perdemos muchos datos históricos debido al poderío del olvido, la incompletud de la memoria muestra numerosas carencias de cara al conocimiento retroactivo. Pero al decir memoria histórica emana un cierto tufillo a memoria SECTARIA, puesto que, sean de un signo determinado o de sus oponentes, intentan colarnos de manera tendenciosa el concepto de Historia entera. Cualquier hecho acaecido es histórico, pero los usos partidistas ilustran sólo determinadas historias según sus intereses, junto a los silencios arbitrarios que evidencian.

Yo diría que la malhadada violencia escolar de infausta presencia, de crecientes abominaciones, discurre en una flagrante proximidad; delatora del que denomino síndrome de la OCA PRESUMIDA, con el cuello enhiesto, la cabeza alta y la mirada evasiva por encima del entorno. Las autoridades en sus naderías, los profesores atentos a su escueta pedagogía, los padres ufanos de la libertad de sus hijos, los compañeros miedosos o cómplices. Lo que aprovecha la gente de malaje para sus impertinencias, incordios, amenazas, malos tratos, abusos, presiones; ejercidos contra quienes no les opongan firmes contestaciones. Pero, tanta diversidad de actuaciones, nadie las detecta por que, sencillamente, quieren mirar en otras direcciones.

No cabe ninguna duda, una impertinencia aislada no es un desastre, pero, vaya si ayuda a sus compañeras; la sumación de sus efectos multiplica su potencia, su gravedad, el número de personas afectadas. Ocurre así en múltiples ámbitos de la convivencia. Tenemos un ejemplo lamentado en un evento continuado, la llamada violencia DOMÉSTICA. En esta, como en otras violencias, somos poco proclives a la exploración de las inquietudes indeseables introducidas en las relaciones. Agrandamos el patio de las libertades, sin compromisos, convirtiéndolo en un circo romano de finales trágicos, a cuyas impertinencias sucesivas prestamos una atención muy deficiente.

Ustedes verán las piruetas de los representantes políticos, simplemente tras el mensaje recibido desde unos votos inesperados, divididos, cuando esperaban la claridad necesaria para sus favores. Si les pasara como a los ciudadanos, atosigados ya en su vida habitual cuando reciben de los políticos palabras trucadas, desplantes y silencios despectivos, engaños y mentiras; si eso les pasara, hubieran subido a los vehículos del AUTORITARISMO. Son muy proclives al ordeno fatuo. Sea al apego del “caloret” en Valencia o a la imposición atea de sus sucesores; sean exhibiciones en los madriles, o bien al ritmo de las sardanas. Al calor del poder rebrotan las intemperancias del peor gusto, ajenas al pluralismo verdadero.

Lo principal de las impertinencias es distinguirlas como tales, para evitarlas si fuera posible, para actuar en consonancia con su asalto. Unas de las más insistentes provienen de los diversos medios INFORMATIVOS, con diseños atrevidos, supuestas evidencias y descaro, mucho descaro; sobre todo al presentar como fetén lo sectario. Esos rumores no contrastados, emitidos con formatos rotundos, nos tergiversan la idea. Más allá de las opiniones suyas, las cadenas con información monocorde, falsean la realidad plural, nos agreden con su polarización. El juicio mediático a las personas, presenta como juicio lo que aún no ha sido sometido a la justicia, despiezan al presunto reo sin los requisitos legales. Son informaciones sectarias.

Esta agresividad desconsiderada es practicada en cada sector con formas peculiares, con el matiz en común de la impertinencia. Desde las EMPRESAS apunto cuatro muestras. Llamadas reiterativas, no deseadas, como una invasión de la intimidad; eso son impertinencias. Cuando uno no encuentra relación entre el producto ofrecido y la realidad; la publicidad engañosa sufrida de manera general. Si yo no le hago caso y me voy sin contestarle…; pues así, en muchas empresas desaparece el interlocutor válido, sustituido por un teclado impersonal o algunas presencias equivalentes. Y otra versión viene referida al lenguaje enigmático empleado, una especie de argot indescifrable.

No les parece una insolencia la mera insinuación del conocimiento , de la apropiación indebida, de las que son cualidades particulares de los individuos; sus opiniones, sus añoranzas, deseos e incluso caprichos, de los íntimos anhelos de los que deba ser la vida comunitaria. Con que descaro lanzan afirmaciones frívolas en nombre de amplios colectivos de personas, mujeres, niños, trabajadores, opinantes; sin la debida comprobación previa de tales asertos. Una alevosa apropiación indebida, flagrante; de rasgos delictivos, aunque no le hagamos el menor caso.

¿ Parecerá consecuente ese desplante de los elegidos por vías democráticas, no sólo hacia los electores, si no hacia el conjunto del público? Una vez elegidos en representantes del voto emitido, repelen la dependencia con respecto del público y del manoseado pueblo. Ya no sé como llamarlos, tránsfugas, enajenados, prestidigitadores o evasores democráticos. No esperábamos su conducta, seguro. Configuran una aparición indeseable, no justificada e inesperada. ¿Reaccionaremos? ¿Actuaremos como si ningún inconveniente hubiera sucedido?

Quizá lleguemos a un acuerdo; lo importante no es que arrecie la lluvia, la ventisca o la nevada. Serán determinantes las actitudes tomadas. De abandono, reivindicaciones al sol, prevenciones o acomodos resolutivos. ¿Lograremos la introducción de las pertinencias en cada actividad? Afrontamos un empeño complejo del que abundamos en capacidades, pero del que somos a la vez increiblemente escapistas.

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