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Tiendo a pensar que la mayoría de la gente, sencillamente, es normal

Abengoa todavía

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El pasado 10 de marzo, mientras iba en coche camino del trabajo, oí por la radio las últimas noticias sobre Abengoa después de un paréntesis de varias semanas en las que parecía que a este asunto de la actualidad se lo había tragado la tierra.

Efectivamente, en Radio 5 Todo Noticias, a eso de las 8,00 de la mañana, se decía en síntesis lo siguiente: Que ha habido un inicio de acuerdo entre Abengoa y parte de los acreedores consistente en pactar una quita sobre el 30% de la deuda, aprobar un préstamo de 1800 millones de euros en el que los prestadores se harían con el 55% de las acciones de la empresa. Había otras cláusulas, pero no las retuve en la memoria.

A mí todo esto me resultaba algo extraño, sobre todo después de que cuando saltó la noticia del preconcurso de acreedores, los datos eran patéticos y la situación no solo parecía irreflotable, sino imposible de ser atractiva para quien quisiera jugarse el dinero en esta empresa y apostar por ella. Sobre todo me planteaba interrogantes acerca de qué porcentaje sería esa “parte de los acreedores” que había llegado a un acuerdo tan generoso, ya que una quita es, ni más ni menos, una renuncia a cobrar lo que a uno le deben. Me preguntaba: ¿Qué tendrá Abengoa para que alguien esté dispuesto a perdonarle la deuda con tal de que Abengoa siga viva? Sencillamente, no lo entendía.

Después de un día bastante lleno de trabajo, volví a mi casa en coche a eso de las 9,30 de la noche, y casualmente, volví a conectar con Radio 5 Todo Noticias. Y mira por donde, volvieron a hablar de Abengoa. En un principio pensé que iban a decir lo mismo que catorce horas antes. Pero no, no fue exactamente igual lo que oí en mi viaje de vuelta. Lo de los 1800 millones y lo del 55% sí coincidía, pero la noticia de las 9,30 precisaba que la quita era, no del 30%, sino del 60%, y lo más definitivo era que el porcentaje de los acreedores esos tan generosos solo llegaba al… 25%. Inmediatamente vinieron a mi memoria un refrán cordobés y un suceso reciente.

El refrán dice que “hasta llegar al rabo, todo es toro”, o lo que es lo mismo, “y lo que te rondaré, morena”, porque ese 25% de acreedores va a tener que sudar algo más que tinta para convencer al 75% restante acerca de la viabilidad de Abengoa, y sobre todo acerca de las bondades de renunciar al 60% de la deuda. Sin lugar a dudas, ese 25% es gente un poco “especial”, que no han oído ese refrán o tienen “otros” objetivos.

El suceso que me vino a la cabeza es la reciente moción de investidura fallida de Pedro Sánchez, quien pensó en algún momento que con el apoyo de 130 diputados iba a conseguir ser presidente del gobierno, cuando necesitaba 176. Esos 130 diputados eran algo, pero eran pleno toro, faltando un trecho todavía para el rabo.

Ningún torero da por concluido el pase hasta que el rabo del toro pasa ante sus narices. En cuanto a Pedro Sánchez entiendo que es imposible que aprenda esto, toda vez que nos estamos percatando de las posibilidades tan limitadas de su talento e inteligencia. Pero se me hace casi imposible creer que puedan existir personas que, con un cuantioso patrimonio, den muestras de una irresponsabilidad o estupidez tan sonadas, consistentes en regalar su patrimonio a gente manirrota, lo cual incluso sería reprochable en personas analfabetas de la gleba, que aunque no tengan dos duros, por lo menos saben administrar su pobreza con un poco de sentido común.

Hace tiempo, cuando saltó la noticia de lo de Abengoa, me formé mi opinión sobre lo que terminará pasando con esta empresa. Ahora, tras las noticias del pasado día 10, sigo pensando lo mismo. Podré admitir que haya un 25% de gentes con intereses no confesados o sencillamente, carentes de sentido común, pero se me hace muy difícil creer que ese 75% restante vaya a seguir el mismo camino. Tiendo a pensar que la mayoría de la gente, sencillamente, es normal.

Abengoa todavía

Tiendo a pensar que la mayoría de la gente, sencillamente, es normal
Antonio Moya Somolinos
sábado, 12 de marzo de 2016, 11:26 h (CET)
El pasado 10 de marzo, mientras iba en coche camino del trabajo, oí por la radio las últimas noticias sobre Abengoa después de un paréntesis de varias semanas en las que parecía que a este asunto de la actualidad se lo había tragado la tierra.

Efectivamente, en Radio 5 Todo Noticias, a eso de las 8,00 de la mañana, se decía en síntesis lo siguiente: Que ha habido un inicio de acuerdo entre Abengoa y parte de los acreedores consistente en pactar una quita sobre el 30% de la deuda, aprobar un préstamo de 1800 millones de euros en el que los prestadores se harían con el 55% de las acciones de la empresa. Había otras cláusulas, pero no las retuve en la memoria.

A mí todo esto me resultaba algo extraño, sobre todo después de que cuando saltó la noticia del preconcurso de acreedores, los datos eran patéticos y la situación no solo parecía irreflotable, sino imposible de ser atractiva para quien quisiera jugarse el dinero en esta empresa y apostar por ella. Sobre todo me planteaba interrogantes acerca de qué porcentaje sería esa “parte de los acreedores” que había llegado a un acuerdo tan generoso, ya que una quita es, ni más ni menos, una renuncia a cobrar lo que a uno le deben. Me preguntaba: ¿Qué tendrá Abengoa para que alguien esté dispuesto a perdonarle la deuda con tal de que Abengoa siga viva? Sencillamente, no lo entendía.

Después de un día bastante lleno de trabajo, volví a mi casa en coche a eso de las 9,30 de la noche, y casualmente, volví a conectar con Radio 5 Todo Noticias. Y mira por donde, volvieron a hablar de Abengoa. En un principio pensé que iban a decir lo mismo que catorce horas antes. Pero no, no fue exactamente igual lo que oí en mi viaje de vuelta. Lo de los 1800 millones y lo del 55% sí coincidía, pero la noticia de las 9,30 precisaba que la quita era, no del 30%, sino del 60%, y lo más definitivo era que el porcentaje de los acreedores esos tan generosos solo llegaba al… 25%. Inmediatamente vinieron a mi memoria un refrán cordobés y un suceso reciente.

El refrán dice que “hasta llegar al rabo, todo es toro”, o lo que es lo mismo, “y lo que te rondaré, morena”, porque ese 25% de acreedores va a tener que sudar algo más que tinta para convencer al 75% restante acerca de la viabilidad de Abengoa, y sobre todo acerca de las bondades de renunciar al 60% de la deuda. Sin lugar a dudas, ese 25% es gente un poco “especial”, que no han oído ese refrán o tienen “otros” objetivos.

El suceso que me vino a la cabeza es la reciente moción de investidura fallida de Pedro Sánchez, quien pensó en algún momento que con el apoyo de 130 diputados iba a conseguir ser presidente del gobierno, cuando necesitaba 176. Esos 130 diputados eran algo, pero eran pleno toro, faltando un trecho todavía para el rabo.

Ningún torero da por concluido el pase hasta que el rabo del toro pasa ante sus narices. En cuanto a Pedro Sánchez entiendo que es imposible que aprenda esto, toda vez que nos estamos percatando de las posibilidades tan limitadas de su talento e inteligencia. Pero se me hace casi imposible creer que puedan existir personas que, con un cuantioso patrimonio, den muestras de una irresponsabilidad o estupidez tan sonadas, consistentes en regalar su patrimonio a gente manirrota, lo cual incluso sería reprochable en personas analfabetas de la gleba, que aunque no tengan dos duros, por lo menos saben administrar su pobreza con un poco de sentido común.

Hace tiempo, cuando saltó la noticia de lo de Abengoa, me formé mi opinión sobre lo que terminará pasando con esta empresa. Ahora, tras las noticias del pasado día 10, sigo pensando lo mismo. Podré admitir que haya un 25% de gentes con intereses no confesados o sencillamente, carentes de sentido común, pero se me hace muy difícil creer que ese 75% restante vaya a seguir el mismo camino. Tiendo a pensar que la mayoría de la gente, sencillamente, es normal.

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