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Desde los primeros alientos de la vida, el sujeto percibe la bondad o la maldad de las acciones emprendidas

Imperativos éticos emergentes

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“Tu destino está en los demás
Tu futuro es tu propia vida
Tu dignidad es la de todos.”
Palabras para Julia. José Agustín Goytisolo

Los seres vivos son algo más que números. Dos y dos serán cuatro; con el aditamento de lo que sean capaces de organizar entre los cuatro. Beneficios para el grupo, proyectos comunes; aunque también cabe la posibilidad de conflictos destructivos entre ellos. A la presencia de los sucesivos elementos, se suman las nuevas capacidades EMERGENTES, que hubieran logrado con su unión. Van desde el comportamiento ventajoso para la manada a las elaboraciones complejas de las personas.

Desde los primeros alientos de la vida, el sujeto percibe la bondad o la maldad de las acciones emprendidas, lo que está bien hacer y lo que no. Otra cuestión diferente, pese a saberlo, es la actuación desarrollada, maliciosa o no; pero la distinción de su actuación, buena o mala, la percibe. Aún estando aislado, nace la ética PARTICULAR, que nunca abandonará al individuo.

La convivencia pone a prueba los discernimientos, toman carta de naturaleza los perjuicios ocasionados a otras personas; y habría que añadir el trato desaprensivo hacia el resto de seres vivos, hacia el mundo en general. La ética particular comienza a no ser suficiente, las diferentes perspectivas confluyen al establecer las relaciones con sus palpables divergencias. Exigen unos ACUERDOS éticos para la regulación de los comportamientos; la extensión de los mismos, ya depende de los grupos afectados. Dado que son acuerdos multifactoriales, sometidos a las condiciones de sinceridad, responsabilidad, de los conocimientos adquiridos, creencias e incluso supersticiones. Con el número de participantes aumentan las complicaciones.

La complejidad de los acuerdos razonables, también se ha visto sobrepasada por la inmensa red de conexiones funcionantes en la sociedad. Dicha superación alcanza extremos escandalosos, porque los grupos inicadores de los acuerdos y cada sujeto en particular, no acaban de percibir su implicación en lo que está ocurriendo, desisten de sus responsabilidades. Impresiona la sola mención de una ética situada más allá de las personas, un concepto emergente entre los contubernios y entidades; en los cuales desapareció el sujeto protagonista de las actuaciones, son ANÓMICAS, nadie sabe hasta que punto dependen de cada sujeto. Emergió un ente peligroso, aparentemente descontrolado, pero, desde el oscurantismo, manipulado por gente que no da la cara.

Ningún ciudadano en solitario resolvera el problema de las actitudes desaprensivas. Que no dispone de la potencia suficiente, es evidente; que tampoco penetra en los recovecos de las tramas organizadas, no dispone de recursos, lo experimentamos en crudo. Peor aún, acabamos colaborando en los engranajes establecidos por la chusma de abusadores inclementes. Mucho desparpajo y tenacidad serán precisos para aumentar el gremio de los convencidos para la REORIENTACIÓN del desaguisado, sobre todo si ratificamos aquella cercanía propia con respecto a los capitostes criticados. En esa labor de reconversión colectiva, algunas aristas son relevantes, representan una invitación a la recuperación de niveles éticos meritorios.

Destaca una contradicción de base, cuya resolución parece imposible. Recibimos informaciones muy recortadas, adictas a las consignas, sin revelarnos los verdaderos funcionamientos del sistema. Participamos en pocos pasajes decisivos. ¿Votaciones? ¿Asistencias? Aunque el valor de las acciones mengua por el escaso conocimiento de las tramas en activo. Dicha CORTEDAD de miras, imposibilita mayores protagonismos por parte de la ciudadanía. La ética emergente desde los conjuntos creados, escapa a las posibilidades de cada sujeto.

Para mayor complejidad surgen las repercusiones ocasionadas de manera indirecta, los manidos efectos COLATERALES, distanciados de los procedimientos empleados en orígen; más soportados por los sufridores, que tenidos en cuenta por los gestores encumbrados. La simple cuantificación de todos ellos es difícil, suelen encubrirse con estratagemas perniciosas, mezcladas con el magma de las intenciones y proyectos superiores, con los intereses particulares minando la moral. Queda patente el concepto aventurado del comportamiento ético metido en estos lances. El yo cumplí con lo mío, no soluciona estos trances.

Cada sujeto interviniente acude con sus estrategias propias, pasando de los agentes individuales a los asociados, a veces metidos en intrincadas mezcolanzas. La MULTIPLICACIÓN de factores influyentes amplifica la heterogeneidad de los funcionamientos. Las condiciones para el mantenimiento representativo de cada sujeto, sufrieron una difuminación progresiva, donde no identificamos la responsabilidad de nadie.

Con abrir los ojos, echamos de menos el imperativo ético mencionado para las situaciones de asedio intempestivo. Sin embargo, cuando todo pretendemos reducirlo a la base de unos datos objetivos, un estatuto, una ley, un reglamento, un castigo; nos encontramos con muchas RENDIJAS subjetivas deformantes de la norma; están radicadas en la diversidad de las cualidades humanas, de las que hacemos poco caso, y en los defectos de alevosos reforzamientos. No circulamos por las vías correctoras, el reto apremiante sigue en pie.

Aún en contra de los hábitos irreflexivos imperantes, o quizá por eso, convendrá la insistencia en los valores éticos, sobre todo a la vista de las complejidades de los entornos. Anoto tres enunciados básicos, sin los cuales no habrá ética que valga, son auténticos REQUISITOS. El objetivo central definido, la convivencia de todos; en su ausencia, ni ética, ni paz, ni felicidad, logran buen asiento. Sigue la exigencia de cercanía a la experiencia directa de la vida, porque las teorías aisladas aterrizan fatal. Pero, también es imprescindible un sentimiento mutuo de la gente, de una mínima confianza, respeto, sentido común o simple razón adaptada a los rasgos unitarios, sin renuncias absurdas.

Los maquinadores de las tramas enrevesadas con dudosas finalidades, constituyen una fuerza potente; con una claridad de ideas obsesiva e inclemente. A su favor cuenta el inmenso contenido caótico de las inquietudes humanas, cada una de ellas tendente a su ritmo propio. Las mejores cualidades parecen arrinconadas , debido a las avalanchas promovidas. Para el alivio general precisamos la elección de los mejores SEMILLEROS, sembradores avezados y el cuidado aportado por la mayor cantidad posible de personas. Utopía, progresos cualitativos o decaimiento ético progresivo; dependerán de las medidas tomadas.

Imperativos éticos emergentes

Desde los primeros alientos de la vida, el sujeto percibe la bondad o la maldad de las acciones emprendidas
Rafael Pérez Ortolá
viernes, 11 de marzo de 2016, 00:47 h (CET)
“Tu destino está en los demás
Tu futuro es tu propia vida
Tu dignidad es la de todos.”
Palabras para Julia. José Agustín Goytisolo

Los seres vivos son algo más que números. Dos y dos serán cuatro; con el aditamento de lo que sean capaces de organizar entre los cuatro. Beneficios para el grupo, proyectos comunes; aunque también cabe la posibilidad de conflictos destructivos entre ellos. A la presencia de los sucesivos elementos, se suman las nuevas capacidades EMERGENTES, que hubieran logrado con su unión. Van desde el comportamiento ventajoso para la manada a las elaboraciones complejas de las personas.

Desde los primeros alientos de la vida, el sujeto percibe la bondad o la maldad de las acciones emprendidas, lo que está bien hacer y lo que no. Otra cuestión diferente, pese a saberlo, es la actuación desarrollada, maliciosa o no; pero la distinción de su actuación, buena o mala, la percibe. Aún estando aislado, nace la ética PARTICULAR, que nunca abandonará al individuo.

La convivencia pone a prueba los discernimientos, toman carta de naturaleza los perjuicios ocasionados a otras personas; y habría que añadir el trato desaprensivo hacia el resto de seres vivos, hacia el mundo en general. La ética particular comienza a no ser suficiente, las diferentes perspectivas confluyen al establecer las relaciones con sus palpables divergencias. Exigen unos ACUERDOS éticos para la regulación de los comportamientos; la extensión de los mismos, ya depende de los grupos afectados. Dado que son acuerdos multifactoriales, sometidos a las condiciones de sinceridad, responsabilidad, de los conocimientos adquiridos, creencias e incluso supersticiones. Con el número de participantes aumentan las complicaciones.

La complejidad de los acuerdos razonables, también se ha visto sobrepasada por la inmensa red de conexiones funcionantes en la sociedad. Dicha superación alcanza extremos escandalosos, porque los grupos inicadores de los acuerdos y cada sujeto en particular, no acaban de percibir su implicación en lo que está ocurriendo, desisten de sus responsabilidades. Impresiona la sola mención de una ética situada más allá de las personas, un concepto emergente entre los contubernios y entidades; en los cuales desapareció el sujeto protagonista de las actuaciones, son ANÓMICAS, nadie sabe hasta que punto dependen de cada sujeto. Emergió un ente peligroso, aparentemente descontrolado, pero, desde el oscurantismo, manipulado por gente que no da la cara.

Ningún ciudadano en solitario resolvera el problema de las actitudes desaprensivas. Que no dispone de la potencia suficiente, es evidente; que tampoco penetra en los recovecos de las tramas organizadas, no dispone de recursos, lo experimentamos en crudo. Peor aún, acabamos colaborando en los engranajes establecidos por la chusma de abusadores inclementes. Mucho desparpajo y tenacidad serán precisos para aumentar el gremio de los convencidos para la REORIENTACIÓN del desaguisado, sobre todo si ratificamos aquella cercanía propia con respecto a los capitostes criticados. En esa labor de reconversión colectiva, algunas aristas son relevantes, representan una invitación a la recuperación de niveles éticos meritorios.

Destaca una contradicción de base, cuya resolución parece imposible. Recibimos informaciones muy recortadas, adictas a las consignas, sin revelarnos los verdaderos funcionamientos del sistema. Participamos en pocos pasajes decisivos. ¿Votaciones? ¿Asistencias? Aunque el valor de las acciones mengua por el escaso conocimiento de las tramas en activo. Dicha CORTEDAD de miras, imposibilita mayores protagonismos por parte de la ciudadanía. La ética emergente desde los conjuntos creados, escapa a las posibilidades de cada sujeto.

Para mayor complejidad surgen las repercusiones ocasionadas de manera indirecta, los manidos efectos COLATERALES, distanciados de los procedimientos empleados en orígen; más soportados por los sufridores, que tenidos en cuenta por los gestores encumbrados. La simple cuantificación de todos ellos es difícil, suelen encubrirse con estratagemas perniciosas, mezcladas con el magma de las intenciones y proyectos superiores, con los intereses particulares minando la moral. Queda patente el concepto aventurado del comportamiento ético metido en estos lances. El yo cumplí con lo mío, no soluciona estos trances.

Cada sujeto interviniente acude con sus estrategias propias, pasando de los agentes individuales a los asociados, a veces metidos en intrincadas mezcolanzas. La MULTIPLICACIÓN de factores influyentes amplifica la heterogeneidad de los funcionamientos. Las condiciones para el mantenimiento representativo de cada sujeto, sufrieron una difuminación progresiva, donde no identificamos la responsabilidad de nadie.

Con abrir los ojos, echamos de menos el imperativo ético mencionado para las situaciones de asedio intempestivo. Sin embargo, cuando todo pretendemos reducirlo a la base de unos datos objetivos, un estatuto, una ley, un reglamento, un castigo; nos encontramos con muchas RENDIJAS subjetivas deformantes de la norma; están radicadas en la diversidad de las cualidades humanas, de las que hacemos poco caso, y en los defectos de alevosos reforzamientos. No circulamos por las vías correctoras, el reto apremiante sigue en pie.

Aún en contra de los hábitos irreflexivos imperantes, o quizá por eso, convendrá la insistencia en los valores éticos, sobre todo a la vista de las complejidades de los entornos. Anoto tres enunciados básicos, sin los cuales no habrá ética que valga, son auténticos REQUISITOS. El objetivo central definido, la convivencia de todos; en su ausencia, ni ética, ni paz, ni felicidad, logran buen asiento. Sigue la exigencia de cercanía a la experiencia directa de la vida, porque las teorías aisladas aterrizan fatal. Pero, también es imprescindible un sentimiento mutuo de la gente, de una mínima confianza, respeto, sentido común o simple razón adaptada a los rasgos unitarios, sin renuncias absurdas.

Los maquinadores de las tramas enrevesadas con dudosas finalidades, constituyen una fuerza potente; con una claridad de ideas obsesiva e inclemente. A su favor cuenta el inmenso contenido caótico de las inquietudes humanas, cada una de ellas tendente a su ritmo propio. Las mejores cualidades parecen arrinconadas , debido a las avalanchas promovidas. Para el alivio general precisamos la elección de los mejores SEMILLEROS, sembradores avezados y el cuidado aportado por la mayor cantidad posible de personas. Utopía, progresos cualitativos o decaimiento ético progresivo; dependerán de las medidas tomadas.

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