Fernando Gómez Colomer, vicepresidente deportivo del Valencia C.F., afirma que la solución a la crisis económica que sufre la entidad no pasa por vender jugadores. Es cierto. Sacar al mercado a las principales estrellas del conjunto “ché” no concluirá con una enorme deuda (principalmente a corto plazo) que está ahogando al tercer mejor club de España de los últimos tres lustros.

El Valencia que encabeza Vicente Soriano necesita dinero ya. Pero ya, ya, ya. Los jugadores comienzan a preocuparse por sus sueldos (les adeudan 15 millones correspondientes a la mitad de la ficha anual), con lo que la afición empieza a dudar de su rendimiento (y más después de la pobre imagen del sábado frente al Málaga).

Los directivos piden benevolencia, confianza y paciencia. Pero cada día que pasa las noticias son poco alentadoras. Los bancos niegan créditos a una empresa que tiene mucha deuda a corto plazo… y también a largo. En total, más de 400 millones de euros. Y si se los conceden es con un tipo de interés irreal (del 26% se ha llegado a especular)

Son las consecuencias de una desastrosa gestión (fíjense sólo en la temporada pasada y el derroche con fichajes como Maduro, Fernandes, Banega…). Ahora es la afición quien la paga, preocupados por el club de su corazón. Incluso alguno se ha atrevido a prestar dinero (12.000) al club de sus amores sin ningún tipo de interés.

Juan Soler, máximo accionista, enfangó al Valencia con el cambio de estadio. Las parcelas del viejo Mestalla no se venden ni con lazo y la construcción del nuevo va con retraso. Además, la empresa constructora amenaza con parar si no se le paga. Ahora, el futuro estadio es vital para el club, pues le reportará ingresos con los que ir pagando parte de la deuda.

Fernando lleva razón con que la venta de Villa, Mata, Silva o Joaquín, principales activos con valor real en el mercado que tiene ahora mismo el Valencia, no es la solución para acabar con 400 millones de deuda. Pero sí puede ser el inicio para concluir con un problema que quizá lleve a un gran club a pique.