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Etiquetas | Política
O la incapacidad para moderar un debate

Patxi López y Manuel Campos Vidal

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Cuando se quiere justificar la inutilidad, incapacidad o corruptibilidad de nuestros políticos se suele recurrir a la manida frase: “Cada país tiene los políticos que se merecen”, pues no señor ¡No es así!, los españoles no somos responsables de que los políticos, después de elegidos, sean unos incapaces o unos corruptos.

Es como si en una empresa se contrata a una persona porque ha superado una selección (los políticos las elecciones) y ya en el trabajo pone de manifiesto que es un inútil para el puesto para el que ha sido designado, un profesional de la baja por enfermedad, o sustrae material de la empresa subrepticiamente.

La Dirección, al tener conocimiento de ello, lo pone de patitas en la calle y elimina el problema de raíz.

Con nuestros políticos no sucede nada de eso. Si roban, malversan, no cumplen con su deber o nos engañan no llevando a cabo lo prometido, ni los expulsan de su escaño o gobierno municipal o autonomía, sino que los mantienen en su puesto como las personas más cumplidoras del mundo.

Ayer los españoles pudimos contemplar o escuchar cómo en el Debate de Investidura fallida de Pedro Sánchez, el Presidente de la Cámara del Senado demostró palmariamente su incapacidad para moderar un polémica. Se puso a la misma altura, aunque el oficio que desempeña es de mucha mayor categoría, que Manuel Campos Vidal, cuando en la confrontación del ppdo. mes de diciembre se produjo el cara a cara entre Mariano Rajoy y Pedro Sánchez.

Campos Vidal, estuvo en este enfrentamiento como convidado de piedra, admitió que Pedro Sánchez insultara a Mariano Rajoy, actuaba cono mero espectador y no tuvo la valentía ni el coraje que hay que tener para ponerse en su sitio y dar por terminado el enfrentamiento, cuando se oyó, por parte de Pedro Sánchez, la primera falta de respeto a su contrincante.

Ayer los españoles asistimos atónitos y estupefactos a un espectáculo más propio de una corrala o a una reunión de vecinos en cuya comunidad todos se llevan mal, que a una reunión de diputados para elegir Presidente de España.

Cuentan, que en siglos pasados en el Parlamento inglés hubo que separar las bancadas en las que se sentaban los Tories y los Whigs, éstas estaban frente a frente, porque, en las encendidas discusiones entre unos y otros, llegaban a sacar las espadas, y como estaban muy cercanos podrían herirse o algo peor.

Hoy en el siglo XXI, eso no podría ocurrir porque a nuestro Senado se acude sin armas físicas, pero sí se emplean otras que pueden ser tan dañinas como ellas, como son las invectivas, insultos, descalificaciones, faltas de respeto y alguna que otra amenaza velada. ¡Vamos que no se mentaron a los antepasados de cada uno, posiblemente no por cortesía, sino porque no cayesen en la cuenta!

Pues eso fue lo que ocurrió ayer en el Senado, pero uno de los protagonistas fue, nada menos que el Presidente del mismo, quien abroncó a los portavoces del PP y de ERC, Rafael Hernando y Juan Tardá, ciertamente con razón, pero tenía mejores argumentos que la bronca: llamarlos al orden, sólo lo hizo una vez, o expulsarlos.

Los diputados se acusaron de todo lo inimaginable, sin que Patxi López se atreviese a tomar las riendas de la situación, mandar callar a los camorristas callejeros, ya que eso parecía, más que representantes de los españoles, y expulsar a quien se lo mereció que hubo más de uno.

Con ello manifestó su mal hacer, su incapacidad y su poca valentía para ponerse en su lugar y restablecer el orden y el respeto que son necesarios en el Congreso.

¡No señor! ¡No!, los españoles no nos merecemos estos inútiles gobernantes.

Patxi López y Manuel Campos Vidal

O la incapacidad para moderar un debate
Manuel Villegas
sábado, 5 de marzo de 2016, 12:14 h (CET)
Cuando se quiere justificar la inutilidad, incapacidad o corruptibilidad de nuestros políticos se suele recurrir a la manida frase: “Cada país tiene los políticos que se merecen”, pues no señor ¡No es así!, los españoles no somos responsables de que los políticos, después de elegidos, sean unos incapaces o unos corruptos.

Es como si en una empresa se contrata a una persona porque ha superado una selección (los políticos las elecciones) y ya en el trabajo pone de manifiesto que es un inútil para el puesto para el que ha sido designado, un profesional de la baja por enfermedad, o sustrae material de la empresa subrepticiamente.

La Dirección, al tener conocimiento de ello, lo pone de patitas en la calle y elimina el problema de raíz.

Con nuestros políticos no sucede nada de eso. Si roban, malversan, no cumplen con su deber o nos engañan no llevando a cabo lo prometido, ni los expulsan de su escaño o gobierno municipal o autonomía, sino que los mantienen en su puesto como las personas más cumplidoras del mundo.

Ayer los españoles pudimos contemplar o escuchar cómo en el Debate de Investidura fallida de Pedro Sánchez, el Presidente de la Cámara del Senado demostró palmariamente su incapacidad para moderar un polémica. Se puso a la misma altura, aunque el oficio que desempeña es de mucha mayor categoría, que Manuel Campos Vidal, cuando en la confrontación del ppdo. mes de diciembre se produjo el cara a cara entre Mariano Rajoy y Pedro Sánchez.

Campos Vidal, estuvo en este enfrentamiento como convidado de piedra, admitió que Pedro Sánchez insultara a Mariano Rajoy, actuaba cono mero espectador y no tuvo la valentía ni el coraje que hay que tener para ponerse en su sitio y dar por terminado el enfrentamiento, cuando se oyó, por parte de Pedro Sánchez, la primera falta de respeto a su contrincante.

Ayer los españoles asistimos atónitos y estupefactos a un espectáculo más propio de una corrala o a una reunión de vecinos en cuya comunidad todos se llevan mal, que a una reunión de diputados para elegir Presidente de España.

Cuentan, que en siglos pasados en el Parlamento inglés hubo que separar las bancadas en las que se sentaban los Tories y los Whigs, éstas estaban frente a frente, porque, en las encendidas discusiones entre unos y otros, llegaban a sacar las espadas, y como estaban muy cercanos podrían herirse o algo peor.

Hoy en el siglo XXI, eso no podría ocurrir porque a nuestro Senado se acude sin armas físicas, pero sí se emplean otras que pueden ser tan dañinas como ellas, como son las invectivas, insultos, descalificaciones, faltas de respeto y alguna que otra amenaza velada. ¡Vamos que no se mentaron a los antepasados de cada uno, posiblemente no por cortesía, sino porque no cayesen en la cuenta!

Pues eso fue lo que ocurrió ayer en el Senado, pero uno de los protagonistas fue, nada menos que el Presidente del mismo, quien abroncó a los portavoces del PP y de ERC, Rafael Hernando y Juan Tardá, ciertamente con razón, pero tenía mejores argumentos que la bronca: llamarlos al orden, sólo lo hizo una vez, o expulsarlos.

Los diputados se acusaron de todo lo inimaginable, sin que Patxi López se atreviese a tomar las riendas de la situación, mandar callar a los camorristas callejeros, ya que eso parecía, más que representantes de los españoles, y expulsar a quien se lo mereció que hubo más de uno.

Con ello manifestó su mal hacer, su incapacidad y su poca valentía para ponerse en su lugar y restablecer el orden y el respeto que son necesarios en el Congreso.

¡No señor! ¡No!, los españoles no nos merecemos estos inútiles gobernantes.

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