Siglo XXI. Diario digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Tienda Siglo XXI Grupo Siglo XXI
21º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Opinión
Etiquetas | Parlamento | Política
No sabría decir si aquello recordaba más a una asamblea universitaria o a los debates del ágora ateniense

El pleno de la no investidura

|

El pasado día 2 de marzo asistimos a la representación de un debate cuya finalidad última, investir a Pedro Sánchez como presidente del Gobierno, no se alcanzó. Ahora, lo que sí nos dejó fue la imagen de una forma inédita de ejercer el parlamentarismo en nuestro país. No sabría decir si aquello recordaba más a una asamblea universitaria o a los debates del ágora ateniense, pero, desde luego, nada que ver con los plenos de los últimos cuarenta años.

El ágora ateniense era, a la vez, el centro de gobierno donde los atenienses se reunían para discutir sus leyes y decidir el futuro político de su ciudad, un recinto sagrado donde se alojaban los templos dedicados a Hefestos, Zeus y Apolo, la sede judicial donde se celebraban todos los juicios (ahí se condenó a Sócrates a pena de muerte) y el mercado. En el pleno del día 2 se discutió el futuro de España, pero no se rindió culto a ningún dios; en cambio, hay que decir que sí se trató la aritmética de los votos, la mercancía imprescindible para rematar un acuerdo de investidura. De la asamblea universitaria, el pleno del día 2 tuvo de bueno y novedoso esa libertad de interpelaciones, cruce de exordios, la informalidad en el trato (el presidente de la cámara llegó a tutear al líder de Podemos) pero, también hay que decir, esa proclividad a perderse en asuntos menores, tan connatural en los estudiantes, que pueden llegar a causar cierta zozobra en mentes provectas como la mía.

En fin, que lo de menos es a lo que hayan llegado sus señorías en lo tocante a la futura investidura de un incierto candidato a presidente del Gobierno. Lo que el pleno del día 2 ha puesto en evidencia es el cambio radical que ha sufrido el Parlamento en sus maneras, la ruptura de corsés. Y esto parece irreversible, y no está mal. No solo las rastas se han hecho un lugar en la Cámara Baja, también el Reggae.

Y, bueno, hay quienes piensan que el pleno del día 2 ha roto todos los puentes de interlocución entre las distintas fuerzas que parecían llamadas a entenderse. Y hay quienes opinan que el pleno ha supuesto una especie de catarsis a partir de la cual se inicia una nueva etapa de negociaciones que, inexorablemente, ha de finalizar en la formación de una mayoría suficiente para investir al nuevo presidente, sin tener que volver a las urnas. Bueno, de aquí a dos meses, visto lo visto, puede ocurrir cualquier cosa. Igual vuelve a cobrar actualidad las palabras de Emilio Castelar dirigidas a los diputados en ocasión de la proclamación de la I República:

“Señores, con Fernando VII murió la monarquía tradicional; con la fuga de Isabel II, la monarquía parlamentaria; con la renuncia de don Amadeo de Saboya, la monarquía democrática; nadie ha acabado con ella, ha muerto por sí misma; nadie trae la República, la traen todas las circunstancias, la trae una conjuración de la sociedad, de la naturaleza y de la Historia. Señores, saludémosla como el sol que se levanta por su propia fuerza en el cielo de nuestra Patria”.

Vaya usted a saber.

El pleno de la no investidura

No sabría decir si aquello recordaba más a una asamblea universitaria o a los debates del ágora ateniense
Mario López
viernes, 4 de marzo de 2016, 08:12 h (CET)
El pasado día 2 de marzo asistimos a la representación de un debate cuya finalidad última, investir a Pedro Sánchez como presidente del Gobierno, no se alcanzó. Ahora, lo que sí nos dejó fue la imagen de una forma inédita de ejercer el parlamentarismo en nuestro país. No sabría decir si aquello recordaba más a una asamblea universitaria o a los debates del ágora ateniense, pero, desde luego, nada que ver con los plenos de los últimos cuarenta años.

El ágora ateniense era, a la vez, el centro de gobierno donde los atenienses se reunían para discutir sus leyes y decidir el futuro político de su ciudad, un recinto sagrado donde se alojaban los templos dedicados a Hefestos, Zeus y Apolo, la sede judicial donde se celebraban todos los juicios (ahí se condenó a Sócrates a pena de muerte) y el mercado. En el pleno del día 2 se discutió el futuro de España, pero no se rindió culto a ningún dios; en cambio, hay que decir que sí se trató la aritmética de los votos, la mercancía imprescindible para rematar un acuerdo de investidura. De la asamblea universitaria, el pleno del día 2 tuvo de bueno y novedoso esa libertad de interpelaciones, cruce de exordios, la informalidad en el trato (el presidente de la cámara llegó a tutear al líder de Podemos) pero, también hay que decir, esa proclividad a perderse en asuntos menores, tan connatural en los estudiantes, que pueden llegar a causar cierta zozobra en mentes provectas como la mía.

En fin, que lo de menos es a lo que hayan llegado sus señorías en lo tocante a la futura investidura de un incierto candidato a presidente del Gobierno. Lo que el pleno del día 2 ha puesto en evidencia es el cambio radical que ha sufrido el Parlamento en sus maneras, la ruptura de corsés. Y esto parece irreversible, y no está mal. No solo las rastas se han hecho un lugar en la Cámara Baja, también el Reggae.

Y, bueno, hay quienes piensan que el pleno del día 2 ha roto todos los puentes de interlocución entre las distintas fuerzas que parecían llamadas a entenderse. Y hay quienes opinan que el pleno ha supuesto una especie de catarsis a partir de la cual se inicia una nueva etapa de negociaciones que, inexorablemente, ha de finalizar en la formación de una mayoría suficiente para investir al nuevo presidente, sin tener que volver a las urnas. Bueno, de aquí a dos meses, visto lo visto, puede ocurrir cualquier cosa. Igual vuelve a cobrar actualidad las palabras de Emilio Castelar dirigidas a los diputados en ocasión de la proclamación de la I República:

“Señores, con Fernando VII murió la monarquía tradicional; con la fuga de Isabel II, la monarquía parlamentaria; con la renuncia de don Amadeo de Saboya, la monarquía democrática; nadie ha acabado con ella, ha muerto por sí misma; nadie trae la República, la traen todas las circunstancias, la trae una conjuración de la sociedad, de la naturaleza y de la Historia. Señores, saludémosla como el sol que se levanta por su propia fuerza en el cielo de nuestra Patria”.

Vaya usted a saber.

Noticias relacionadas

Me he criado en una familia religiosa, sin llegar a ser beata, que ha vivido muy de cerca la festividad del Jueves Santo desde siempre. Mis padres se casaron en Santo Domingo, hemos vivido en el pasillo del mismo nombre, pusimos nuestro matrimonio a los pies de la Virgen de la Esperanza, de la que soy hermano, y he llevado su trono durante 25 años.

Gladio (espada en latín), fue el nombre que se le dio a la "red de agentes durmientes desplegados por la OTAN en Italia y preparados para entrar en acción en caso de que los soviéticos invadieran Europa Occidental", y serían la fuerza aliada que permanecería detrás de las líneas soviéticas para facilitar el contraataque.

El diccionario es permisivo, incluye la rigidez en la delimitación de las entradas y salidas; al tiempo que acoge la pérdida de los formatos cerebrales a la hora de regular las ideas entrantes o las emitidas tras elucubraciones varias. A veces no está tan claro si apreciamos más los desajustes o seguimos fieles a ciertos límites establecidos.

 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto