A Scariolo, al igual que Miguel Ángel Revilla, presidente de Cantabria, oír la palabra España le pone. Y tanto que le pone. El que fuera entrenador del Tau Cerámica, Real Madrid y Unicaja, será, a finales de este mes de febrero, y si no hay contratiempos de última hora, nuevo seleccionador nacional de baloncesto durante los próximos cuatro años.
El preparador italiano tiene, por tanto, la difícil misión de crear un equipo sólido y cohesionado y, sobre todo, de, por lo menos, igualar la medalla de plata conseguida por Aíto García Reneses y compañía.
El técnico transalpino protagonizó, el pasado mes de diciembre, un coitus interruptus como comentarista de la pequeña pantalla y nos dejó, a todos, con la miel en los labios, tras aceptar la jugosa y atractiva propuesta de una novia rusa, que ya quisieron más de uno y de dos.
Scariolo sabe lo que tiene entre manos y, si nadie lo remedia, hará más kilómetros que nunca. El Khimki ruso y la selección serán, a partir de ahora, sus infatigables compañeros de viaje, y de quebraderos de cabeza varios y variados. Punto y pelota y asín de claro.