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Teatro en el hemiciclo

P. S., cuidado con los idus de marzo

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El personal ya comienza a estar harto de que algunos políticos en lugar de hacer el trabajo para el que fueron elegidos en las votaciones del pasado Diciembre se dediquen a marear la perdiz y a intentar entretener al electorado español representado vodeviles de ínfima calidad en el Parlamento de la madrileña Carrera de San Jerónimo. El recuento de las urnas el 20-D no dejó contento a ningún líder político español, los de siempre, el Partido Popular y el Partido Socialista Obrero Español, se dieron de bruces con la realidad y vieron cómo los electores comenzaban a darles la espalda aunque conforme iba avanzando la noche electoral los resultados que iban llegando a los cuarteles generales de ambas formaciones alegraban la cara de Mariano Rajoy y Pedro Sánchez al ver que la debacle no era tan grande como podían esperar. Incluso la muchachada de la gaviota se daba un respiro y sacaba pecho ante los de la rosa marchita alardeando de haber ganado las elecciones mientras en Valencia Rita Barberá se lamentaba al grito de “qué hostia, qué hostia intuyendo que el cortijo ya no era suyo y que iban a salir a la luz todas las tropelías cometidas en su largo mandato.

Tampoco los nuevos líderes, los que iban a triunfar y cambiar la política española, podían alardear de una victoria que les permitiera llevar adelante sus proyectos de cambio, aunque como en el caso de Albert Rivera tan sólo fuera de nomenclatura y americana. Ciudadanos, copia y marca blanca del PP quieran ellos o no, obtuvo bastantes menos escaños de los que sus ilusiones y las encuestas les otorgaban durante la campaña electoral y, en el otro extremo, Podemos, con su líder Pablo Iglesias al frente, se quedaba, en número de votos, a corta distancia del PSOE pero lejos de poder aspirar a formar un Gobierno de progreso. Y se repetía en España lo que ya había sucedido en Catalunya, una larga espera y conversaciones varias para que el rey Felipe VI nombrara un candidato a la investidura al cargo de Presidente de Gobierno.

Y, a pesar de la anunciada ruptura del bipartidismo, la solución parecía ser seguir con más de lo mismo, un entente entre Mariano Rajoy y Albert Rivera ante la atenta mirada abstencionista de Pedro Sánchez o bien una amplia coalición de progreso encabezada por el PSOE junto con PODEMOS y sus diversas marcas autonómicas más el voto a favor o la abstención de los diputados nacionalistas catalanes. Como siempre, derecha o izquierda, con todos los matices de grises que ustedes quieran ya que no hay más cera que la que arde y los resultados electorales son los que son.

Rajoy, como siempre, se escondió detrás del plasma y sus circunloquios del tipo de “un vaso es un vaso” o “los catalanes hacen cosas”, grandes pensamientos filosóficos de un Presidente de Gobierno que durante cuatro años ha estado escondido sin ejercer su cargo y mirando hacia otro lado cuando a su alrededor el hedor de la corrupción no dejaba respirar. Y ante su negativa a presentarse como candidato al debate de investidura Felipe VI tuvo que nombrar aspirante al único que estaba dispuesto a hacerlo y así es cómo España, de la noche a la mañana, se encontró con un presidenciable perteneciente al PSOE. Muchos vieron la oportunidad de poder conseguir un Gobierno de progreso y comenzaron a hacer números, aunque para que salieran había que hacer encaje de bolillos, y, a veces, ni así, las sumas de las calculadoras echaban humo mientras el supuesto Gobierno de progreso se iba disipando entre las brumas del miedo.

Hay miedo a que algo cambie en la política española, un miedo a que, por fin, se termine el largo periodo en el que los dirigentes políticos al frente de la nación han tomado a ésta como su finca particular. Y los llamados “barones”, más una “baronesa” del partido que ha dejado caer de sus siglas las palabras obrero y socialista, tocaron generala para hacer saber a sus militantes y al resto de la ciudadanía que jamás de los jamases se aliarían con los podemistas ni aceptarían votos favorables o abstenciones de los nacionalistas catalanes. Las empresas del Ibex 35, eso que llaman “los mercados” y que dirigen la política sin que nadie les haya votado, sonrieron ante tan sabias decisiones de los viejos socialistas, al fin y al cabo muchos de ellos llevan años comiendo las migajas que esas empresas les ofrecen en forma de un cómodo sillón en los Consejos de Administración. Por fin España podrá tener un Gobierno de orden formado por la derecha socialdemócrata y por la marca blanca del PP disfrazada de neoliberal. Todo podrá seguir igual, los cómodos sillones de los Consejos de Administración de la banca y las grandes empresas continuaran calentando los mismos culos y los discrepantes, como siempre, serán condenados al fuego eterno. Y para ello nada mejor que una entente cordial entre del PSOE y CIUDADANOS.

Pero mucho me temo que estamos de nuevo metidos en un bucle del que la única salida es la convocatoria de nuevas elecciones, que a nadie con poder interesan, o tal vez la salida que nos tienen preparada para finalizar este vodevil carnavalesco cuyo libreto han escrito Pedro Sánchez y Albert Rivera y cuya música la pondrá en su momento Mariano Rajoy con el voto abstencionista de sus mesnadas ya que PSOE y CIUDADANOS, no sé si saben contar, no tienen suficientes votos para hacer frente a una segunda votación de investidura con el voto en contra del PP.

Aquí todo es puro teatro desde la reunión del PSOE con representantes de la izquierda mientras su líder estaba justo en la habitación contigua cerrando tratos con Albert Rivera hasta la consulta a los militantes socialistas que, debidamente aleccionados por la cúpula, han votado lo que pudiera ser el harakiri de su partido ya que el electorado no les perdonará su entente con las malas compañías de la derecha, una derecha sin ningún tipo de discurso ideológico y que ya antes de investir al líder socialdemócrata va lanzándole amenazas. Señor Sánchez, cuidado con los idus de Marzo no le vaya a pasar como a Julio Cesar, algunos, en su propio partido, buscan su puesto y desde el Sur podría llegar, empuñando la daga, un nuevo Brutus, esta vez encarnado en fémina.

P. S., cuidado con los idus de marzo

Teatro en el hemiciclo
Rafa Esteve-Casanova
martes, 1 de marzo de 2016, 08:46 h (CET)
El personal ya comienza a estar harto de que algunos políticos en lugar de hacer el trabajo para el que fueron elegidos en las votaciones del pasado Diciembre se dediquen a marear la perdiz y a intentar entretener al electorado español representado vodeviles de ínfima calidad en el Parlamento de la madrileña Carrera de San Jerónimo. El recuento de las urnas el 20-D no dejó contento a ningún líder político español, los de siempre, el Partido Popular y el Partido Socialista Obrero Español, se dieron de bruces con la realidad y vieron cómo los electores comenzaban a darles la espalda aunque conforme iba avanzando la noche electoral los resultados que iban llegando a los cuarteles generales de ambas formaciones alegraban la cara de Mariano Rajoy y Pedro Sánchez al ver que la debacle no era tan grande como podían esperar. Incluso la muchachada de la gaviota se daba un respiro y sacaba pecho ante los de la rosa marchita alardeando de haber ganado las elecciones mientras en Valencia Rita Barberá se lamentaba al grito de “qué hostia, qué hostia intuyendo que el cortijo ya no era suyo y que iban a salir a la luz todas las tropelías cometidas en su largo mandato.

Tampoco los nuevos líderes, los que iban a triunfar y cambiar la política española, podían alardear de una victoria que les permitiera llevar adelante sus proyectos de cambio, aunque como en el caso de Albert Rivera tan sólo fuera de nomenclatura y americana. Ciudadanos, copia y marca blanca del PP quieran ellos o no, obtuvo bastantes menos escaños de los que sus ilusiones y las encuestas les otorgaban durante la campaña electoral y, en el otro extremo, Podemos, con su líder Pablo Iglesias al frente, se quedaba, en número de votos, a corta distancia del PSOE pero lejos de poder aspirar a formar un Gobierno de progreso. Y se repetía en España lo que ya había sucedido en Catalunya, una larga espera y conversaciones varias para que el rey Felipe VI nombrara un candidato a la investidura al cargo de Presidente de Gobierno.

Y, a pesar de la anunciada ruptura del bipartidismo, la solución parecía ser seguir con más de lo mismo, un entente entre Mariano Rajoy y Albert Rivera ante la atenta mirada abstencionista de Pedro Sánchez o bien una amplia coalición de progreso encabezada por el PSOE junto con PODEMOS y sus diversas marcas autonómicas más el voto a favor o la abstención de los diputados nacionalistas catalanes. Como siempre, derecha o izquierda, con todos los matices de grises que ustedes quieran ya que no hay más cera que la que arde y los resultados electorales son los que son.

Rajoy, como siempre, se escondió detrás del plasma y sus circunloquios del tipo de “un vaso es un vaso” o “los catalanes hacen cosas”, grandes pensamientos filosóficos de un Presidente de Gobierno que durante cuatro años ha estado escondido sin ejercer su cargo y mirando hacia otro lado cuando a su alrededor el hedor de la corrupción no dejaba respirar. Y ante su negativa a presentarse como candidato al debate de investidura Felipe VI tuvo que nombrar aspirante al único que estaba dispuesto a hacerlo y así es cómo España, de la noche a la mañana, se encontró con un presidenciable perteneciente al PSOE. Muchos vieron la oportunidad de poder conseguir un Gobierno de progreso y comenzaron a hacer números, aunque para que salieran había que hacer encaje de bolillos, y, a veces, ni así, las sumas de las calculadoras echaban humo mientras el supuesto Gobierno de progreso se iba disipando entre las brumas del miedo.

Hay miedo a que algo cambie en la política española, un miedo a que, por fin, se termine el largo periodo en el que los dirigentes políticos al frente de la nación han tomado a ésta como su finca particular. Y los llamados “barones”, más una “baronesa” del partido que ha dejado caer de sus siglas las palabras obrero y socialista, tocaron generala para hacer saber a sus militantes y al resto de la ciudadanía que jamás de los jamases se aliarían con los podemistas ni aceptarían votos favorables o abstenciones de los nacionalistas catalanes. Las empresas del Ibex 35, eso que llaman “los mercados” y que dirigen la política sin que nadie les haya votado, sonrieron ante tan sabias decisiones de los viejos socialistas, al fin y al cabo muchos de ellos llevan años comiendo las migajas que esas empresas les ofrecen en forma de un cómodo sillón en los Consejos de Administración. Por fin España podrá tener un Gobierno de orden formado por la derecha socialdemócrata y por la marca blanca del PP disfrazada de neoliberal. Todo podrá seguir igual, los cómodos sillones de los Consejos de Administración de la banca y las grandes empresas continuaran calentando los mismos culos y los discrepantes, como siempre, serán condenados al fuego eterno. Y para ello nada mejor que una entente cordial entre del PSOE y CIUDADANOS.

Pero mucho me temo que estamos de nuevo metidos en un bucle del que la única salida es la convocatoria de nuevas elecciones, que a nadie con poder interesan, o tal vez la salida que nos tienen preparada para finalizar este vodevil carnavalesco cuyo libreto han escrito Pedro Sánchez y Albert Rivera y cuya música la pondrá en su momento Mariano Rajoy con el voto abstencionista de sus mesnadas ya que PSOE y CIUDADANOS, no sé si saben contar, no tienen suficientes votos para hacer frente a una segunda votación de investidura con el voto en contra del PP.

Aquí todo es puro teatro desde la reunión del PSOE con representantes de la izquierda mientras su líder estaba justo en la habitación contigua cerrando tratos con Albert Rivera hasta la consulta a los militantes socialistas que, debidamente aleccionados por la cúpula, han votado lo que pudiera ser el harakiri de su partido ya que el electorado no les perdonará su entente con las malas compañías de la derecha, una derecha sin ningún tipo de discurso ideológico y que ya antes de investir al líder socialdemócrata va lanzándole amenazas. Señor Sánchez, cuidado con los idus de Marzo no le vaya a pasar como a Julio Cesar, algunos, en su propio partido, buscan su puesto y desde el Sur podría llegar, empuñando la daga, un nuevo Brutus, esta vez encarnado en fémina.

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Hoy quisiera invitarlos a reflexionar sobre un aspecto de la vida actual que parece extremadamente novedoso por sus avances agigantados en el mundo de la tecnología, pero cuyo planteo persiste desde Platón hasta nuestros días, a saber, la realidad virtual inmiscuida hasta el tuétano en nuestra cotidianidad y la posibilidad de que llegue el día en que no podamos distinguir entre "lo real" y "lo virtual".

Algo ocurre con la salud de las democracias en el mundo. Hasta hace pocas décadas, el prestigio de las democracias establecía límites políticos y éticos y articulaba las formas de convivencia entre estados y entre los propios sujetos. Reglas comunes que adquirían vigencia por imperio de lo consuetudinario y de los grandes edificios jurídicos y filosófico político y que se valoraban positivamente en todo el mundo, al que denominábamos presuntuosamente “libre”.

Pienso que habrá cada vez más Cat Cafés y no solamente cafeterías, cualquier ciudadano que tenga un negocio podría colaborar. Sólo le hace falta una habitación dedicada a los gatos. Es horrible en muchos países del planeta, el caso de los abandonos de animales, el trato hacia los toros, galgos… las que pasan algunos de ellos… Y sin embargo encuentro gente que se vuelca en ayudarles y llegan a tener un número grande de perros y gatos.

 
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