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Toni Castro

Huele a muerto

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Este Espanyol tiene muy mala pinta. Lleva un año sin levantar cabeza. Está inmerso en una profunda crisis de resultados y con una afición cada vez más hundida y aterrada con la idea de estrenar el flamante nuevo estadio en la Segunda División.

Los blanquiazules empezaron el 2008 goleando 3-0 al Villarreal en una memorable noche de Reyes. El equipo de Ernesto Valverde era tercer clasificado, ocupaba posición de Champions y hacía un juego que enamoraba. Pero de repente todo empezó a ir mal. El cuento de hadas se convirtió en pesadilla. El Espanyol hizo una segunda vuelta horrible, con siete derrotas en casa y ni una sola victoria en los diez últimos partidos de Liga. De hecho, los periquitos se salvaron por la excelente primera vuelta que habían hecho.

Tras la marcha de Valverde al Olympiacos griego, un hombre de la casa, Bartolomé ‘Tintín’ Márquez, se hizo cargo de un equipo que perdía la calidad de Albert Riera y que se reforzaba con jugadores mediocres.

Márquez duró 13 jornadas. Llegó al banquillo de Montjuïc con más ilusión que nadie y se fue con el equipo decimoséptimo y un bagaje de 12 puntos de 39 disputados. Entonces se buscó un entrenador revulsivo. Se pensó en Luis Fernández, en Miroslav Djukic e incluso en Paco Flores, pero finalmente el elegido fue José Manuel Esnal ‘Mané’.

Pero después de mes y medio, Mané no ha sido el revulsivo esperado. El técnico de Balmaseda no ha conseguido ganar ningún partido de Liga con el Espanyol, ha sumado tres empates y tres derrotas, y ha dejado al equipo decimoctavo, a 5 puntos de la salvación.

Pasan las jornadas y este equipo huele cada vez más a muerto. Parece que la sangrante derrota 4-0 contra el Málaga sentenció a Mané y ahora el ex jugador blanquiazul Mauricio Pochettino podría ser el próximo entrenador del Espanyol, el cuarto en el último año. Un nuevo técnico que debería actuar como revulsivo para evitar que se haga realidad la gran pesadilla perica: estrenar el nuevo estadio de Cornellà-El Prat en el infierno de la Segunda División.

Huele a muerto

Toni Castro
Toni Castro
miércoles, 21 de enero de 2009, 09:29 h (CET)
Este Espanyol tiene muy mala pinta. Lleva un año sin levantar cabeza. Está inmerso en una profunda crisis de resultados y con una afición cada vez más hundida y aterrada con la idea de estrenar el flamante nuevo estadio en la Segunda División.

Los blanquiazules empezaron el 2008 goleando 3-0 al Villarreal en una memorable noche de Reyes. El equipo de Ernesto Valverde era tercer clasificado, ocupaba posición de Champions y hacía un juego que enamoraba. Pero de repente todo empezó a ir mal. El cuento de hadas se convirtió en pesadilla. El Espanyol hizo una segunda vuelta horrible, con siete derrotas en casa y ni una sola victoria en los diez últimos partidos de Liga. De hecho, los periquitos se salvaron por la excelente primera vuelta que habían hecho.

Tras la marcha de Valverde al Olympiacos griego, un hombre de la casa, Bartolomé ‘Tintín’ Márquez, se hizo cargo de un equipo que perdía la calidad de Albert Riera y que se reforzaba con jugadores mediocres.

Márquez duró 13 jornadas. Llegó al banquillo de Montjuïc con más ilusión que nadie y se fue con el equipo decimoséptimo y un bagaje de 12 puntos de 39 disputados. Entonces se buscó un entrenador revulsivo. Se pensó en Luis Fernández, en Miroslav Djukic e incluso en Paco Flores, pero finalmente el elegido fue José Manuel Esnal ‘Mané’.

Pero después de mes y medio, Mané no ha sido el revulsivo esperado. El técnico de Balmaseda no ha conseguido ganar ningún partido de Liga con el Espanyol, ha sumado tres empates y tres derrotas, y ha dejado al equipo decimoctavo, a 5 puntos de la salvación.

Pasan las jornadas y este equipo huele cada vez más a muerto. Parece que la sangrante derrota 4-0 contra el Málaga sentenció a Mané y ahora el ex jugador blanquiazul Mauricio Pochettino podría ser el próximo entrenador del Espanyol, el cuarto en el último año. Un nuevo técnico que debería actuar como revulsivo para evitar que se haga realidad la gran pesadilla perica: estrenar el nuevo estadio de Cornellà-El Prat en el infierno de la Segunda División.

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