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Valencia dijo basta

La cueva municipal de Ali Babá

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Este domingo centenares de ciudadanos valencianos salieron a la calle para mostrar su repulsa ante las noticias recientemente aparecidas y relativas a todos los chanchullos que según el juez instructor se han venido produciendo en el Ayuntamiento de la capital del País. El cambio de color político en el consistorio valenciano ha destapado muchas de las irregularidades que a lo largo de más de dos décadas se han venido produciendo en el gobierno de la ciudad bajo el mandato de la lideresa valenciana del Partido Popular, Rita Barberá. Los electores valencianos dieron un metafórico puñetazo encima de la mesa y, hartos ya, mandaron a la muchachada de la gaviota a los bancos de la oposición mientras Rita, la inmensa y prepotente alcaldesa, se lamentaba por lo bajini con una frase que pasará a la historia: “qué hostia, qué hostia” al conocer que tendría que ceder la vara de alcaldesa, y lo que es todavía más grave, ver que en pocos meses saldrían a la luz todos los trapicheos que su grupo político había hecho desde los despachos municipales.

Parece que con la llegada del Partido Popular el Ayuntamiento de Valencia se convirtió en la cueva de Alí Babá, los supuestos ladrones, más de los cuarenta de “Las mil y una noches”, ya venían incluidos en las papeletas electorales incluso antes de que la actual senadora Barberá asentara sus posaderas en el hemiciclo de la plaza mayor de la ciudad. Ya en 1990 y con el PP todavía en la oposición un 9 de Abril entró la policía en el Ayuntamiento y se llevó enmanillado al edil del PP Salvador Palop, pero aquel caso, al que se bautizó como Naseiro, no llegó a su término ya que el TS anuló la principal prueba, unas escuchas que un juez autorizó en el teléfono del padre del concejal detenido por un seguimiento de un caso que no tenía nada que ver con los motivos de la detención de Palop. Ya el tesorero del PP en Madrid, Sanchis, estaba incluido entre los sospechosos, así como Zaplana, por aquel entonces alcalde de Benidorm con aspiraciones a comprarse un coche de 16 válvulas, y diversos empresarios. Aquello fue un aviso, pero en el PP no escarmentaron, al contrario, sacaron pecho y en cuanto tocaron poder siguieron con sus trapisondas económicas que tan caras han costado al pueblo valenciano.

Tengo la impresión que, bajo el mandato de la alcaldesa Barberá, en el Ayuntamiento de Valencia se han impartido clases de picardía, y a fe que los alumnos han sido aventajados. Uno de los que mejor carrera hizo es Francisco Camps, que se salvó del caso de los trajes y otras cosas que le regalaba su “amiguito del alma” pero que ahora tal vez no se escape de las investigaciones que el juzgado está haciendo en torno a la Formula-1 y los millones dilapidados para hacer favores a sus amigos. Tampoco quiero olvidar el nombre de Olivas, efímero President autonómico y liquidador en todo el amplio sentido de la palabra del Banco de Valencia, éste también recibió las primeras lecciones para ser un consumado derrochador del dinero público en el Ayuntamiento valenciano.

El caso Noos también ha salpicado al que fue mano derecha de Rita Barberá, Alfonso Grau, que estos días está siendo juzgado en la Audiencia de Palma y que, por algunas de sus declaraciones, está dispuesto a servir a la justicia la cabeza de su antigua jefa y amiga, Rita Barberá. Con un antiguo presidente de Diputación, Carlos Fabra, condenado y en la cárcel, con diversos Consellers implicados en el caso Gürtel, con un antiguo Conseller, Rafael Blasco, ya condenado y en prisión por el caso Cooperación, y con los casos Emarsa, Brugal, Taula y PGOU de Alacant en marcha en diversas sedes judiciales parecía que el Partido Popular ya no podía llegar a más en su maratón de corruptelas varias.

Pero no, ellos son unos grandes corredores de fondo en el corrupto mundo del soborno, el blanqueo de dinero y otros delitos derivados del cargo político y la traca final de esta mascletà de corruptos no ha esperado a las fiestas falleras y hace unos días un juez ha imputado, ahora para disimular se les llama “investigados” al actual grupo municipal del Ayuntamiento de Valencia, a algunos de la anterior legislatura y a diversos asesores de los concejales. Todos muestran, a juicio de la Guardia Civil y del juez instructor, indicios de haber cometido delito. Todos menos quien ocupaba el puesto más alto en la pirámide, Rita Barberá, la ex alcaldesa aferrada a su bolso Louis Vuitton, regalado por alguien, no sabemos el motivo, mira hacia otro lado, escondiéndose en su aforado escaño de senadora, y se muestra ignorante de todas las trapisondas cometidas por esa banda de presuntos facinerosos que cobijaba bajo su vara de mando de alcaldesa.

Los valencianos están enfadados, y con toda la razón del mundo. Durante más de veinte años han estado gobernados por una pandilla de incompetentes que se preocupaban más de llenar sus cuentas corrientes que de regir con destreza la ciudad. Para el PP los ciudadanos de Valencia tan sólo han sido unos súbditos a los que sangrar, a los que engañar y de los que poder seguir viviendo con lujo mientras olvidaban que los políticos están al servicio de los ciudadanos. El comportamiento del PP, especialmente en el País Valencià, ha sido idéntico al de una organización criminal, no lo digo yo, lo dice el juez De la Mata que en un auto de 102 folios considera acreditada la existencia del delito de organización criminal, entre muchos otros.

Ahora desde la calle Génova, asustados por todo lo que se ha destapado en Valencia, han disuelto el partido para que se recree un nuevo cesto con nuevos mimbres. Lo difícil va a ser encontrar unos mimbres que no estén contaminados por las anteriores manzanas podridas que copaban puestos de dirección y responsabilidad, lo difícil va a ser que personas honradas quieran entrar a formar parte del primer y único partido en España que está acusado por la Justicia de cometer actos delictivos. Lo mejor sería que con la Ley en la mano quienes tienen potestad para hacerlo disolvieran el Partido Popular a todos los niveles, los ciudadanos no se merecen estar gobernados por gente de esta calaña.

La cueva municipal de Ali Babá

Valencia dijo basta
Rafa Esteve-Casanova
martes, 9 de febrero de 2016, 07:53 h (CET)
Este domingo centenares de ciudadanos valencianos salieron a la calle para mostrar su repulsa ante las noticias recientemente aparecidas y relativas a todos los chanchullos que según el juez instructor se han venido produciendo en el Ayuntamiento de la capital del País. El cambio de color político en el consistorio valenciano ha destapado muchas de las irregularidades que a lo largo de más de dos décadas se han venido produciendo en el gobierno de la ciudad bajo el mandato de la lideresa valenciana del Partido Popular, Rita Barberá. Los electores valencianos dieron un metafórico puñetazo encima de la mesa y, hartos ya, mandaron a la muchachada de la gaviota a los bancos de la oposición mientras Rita, la inmensa y prepotente alcaldesa, se lamentaba por lo bajini con una frase que pasará a la historia: “qué hostia, qué hostia” al conocer que tendría que ceder la vara de alcaldesa, y lo que es todavía más grave, ver que en pocos meses saldrían a la luz todos los trapicheos que su grupo político había hecho desde los despachos municipales.

Parece que con la llegada del Partido Popular el Ayuntamiento de Valencia se convirtió en la cueva de Alí Babá, los supuestos ladrones, más de los cuarenta de “Las mil y una noches”, ya venían incluidos en las papeletas electorales incluso antes de que la actual senadora Barberá asentara sus posaderas en el hemiciclo de la plaza mayor de la ciudad. Ya en 1990 y con el PP todavía en la oposición un 9 de Abril entró la policía en el Ayuntamiento y se llevó enmanillado al edil del PP Salvador Palop, pero aquel caso, al que se bautizó como Naseiro, no llegó a su término ya que el TS anuló la principal prueba, unas escuchas que un juez autorizó en el teléfono del padre del concejal detenido por un seguimiento de un caso que no tenía nada que ver con los motivos de la detención de Palop. Ya el tesorero del PP en Madrid, Sanchis, estaba incluido entre los sospechosos, así como Zaplana, por aquel entonces alcalde de Benidorm con aspiraciones a comprarse un coche de 16 válvulas, y diversos empresarios. Aquello fue un aviso, pero en el PP no escarmentaron, al contrario, sacaron pecho y en cuanto tocaron poder siguieron con sus trapisondas económicas que tan caras han costado al pueblo valenciano.

Tengo la impresión que, bajo el mandato de la alcaldesa Barberá, en el Ayuntamiento de Valencia se han impartido clases de picardía, y a fe que los alumnos han sido aventajados. Uno de los que mejor carrera hizo es Francisco Camps, que se salvó del caso de los trajes y otras cosas que le regalaba su “amiguito del alma” pero que ahora tal vez no se escape de las investigaciones que el juzgado está haciendo en torno a la Formula-1 y los millones dilapidados para hacer favores a sus amigos. Tampoco quiero olvidar el nombre de Olivas, efímero President autonómico y liquidador en todo el amplio sentido de la palabra del Banco de Valencia, éste también recibió las primeras lecciones para ser un consumado derrochador del dinero público en el Ayuntamiento valenciano.

El caso Noos también ha salpicado al que fue mano derecha de Rita Barberá, Alfonso Grau, que estos días está siendo juzgado en la Audiencia de Palma y que, por algunas de sus declaraciones, está dispuesto a servir a la justicia la cabeza de su antigua jefa y amiga, Rita Barberá. Con un antiguo presidente de Diputación, Carlos Fabra, condenado y en la cárcel, con diversos Consellers implicados en el caso Gürtel, con un antiguo Conseller, Rafael Blasco, ya condenado y en prisión por el caso Cooperación, y con los casos Emarsa, Brugal, Taula y PGOU de Alacant en marcha en diversas sedes judiciales parecía que el Partido Popular ya no podía llegar a más en su maratón de corruptelas varias.

Pero no, ellos son unos grandes corredores de fondo en el corrupto mundo del soborno, el blanqueo de dinero y otros delitos derivados del cargo político y la traca final de esta mascletà de corruptos no ha esperado a las fiestas falleras y hace unos días un juez ha imputado, ahora para disimular se les llama “investigados” al actual grupo municipal del Ayuntamiento de Valencia, a algunos de la anterior legislatura y a diversos asesores de los concejales. Todos muestran, a juicio de la Guardia Civil y del juez instructor, indicios de haber cometido delito. Todos menos quien ocupaba el puesto más alto en la pirámide, Rita Barberá, la ex alcaldesa aferrada a su bolso Louis Vuitton, regalado por alguien, no sabemos el motivo, mira hacia otro lado, escondiéndose en su aforado escaño de senadora, y se muestra ignorante de todas las trapisondas cometidas por esa banda de presuntos facinerosos que cobijaba bajo su vara de mando de alcaldesa.

Los valencianos están enfadados, y con toda la razón del mundo. Durante más de veinte años han estado gobernados por una pandilla de incompetentes que se preocupaban más de llenar sus cuentas corrientes que de regir con destreza la ciudad. Para el PP los ciudadanos de Valencia tan sólo han sido unos súbditos a los que sangrar, a los que engañar y de los que poder seguir viviendo con lujo mientras olvidaban que los políticos están al servicio de los ciudadanos. El comportamiento del PP, especialmente en el País Valencià, ha sido idéntico al de una organización criminal, no lo digo yo, lo dice el juez De la Mata que en un auto de 102 folios considera acreditada la existencia del delito de organización criminal, entre muchos otros.

Ahora desde la calle Génova, asustados por todo lo que se ha destapado en Valencia, han disuelto el partido para que se recree un nuevo cesto con nuevos mimbres. Lo difícil va a ser encontrar unos mimbres que no estén contaminados por las anteriores manzanas podridas que copaban puestos de dirección y responsabilidad, lo difícil va a ser que personas honradas quieran entrar a formar parte del primer y único partido en España que está acusado por la Justicia de cometer actos delictivos. Lo mejor sería que con la Ley en la mano quienes tienen potestad para hacerlo disolvieran el Partido Popular a todos los niveles, los ciudadanos no se merecen estar gobernados por gente de esta calaña.

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