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Gloria se fue,
a vender su talento por un par de amigos y cien mil abrazos,
"cambio mi genio ya acostado en su pena por los besos robados a tu alma".
Gloria se fue,
a buscar su nuevo destino al caer al abismo del olvido de sus cien mil recuerdos rotos,
su sino sin fortuna cambió de suerte y fue otra vez los aplausos que llenan el alma de karmas.
Gloria se fue,
al entrar el alba tras una noche de largo luto, se cayeron las cien mil estrellas de su roto éxito,
al caer la tarde volvió la opaca oscuridad y empeoró su tormento por este nuevo trágico momento.
Gloria se fue,
a buscar un nuevo amor, su corazón perdió esos cien mil pulsos alegres algo calmados en su ritmo,
le rompieron el alma bien entrada la madrugada... se cambió el rojo pálido de su sentimiento del lamento en el negro opaco de la vil tristeza.
Soneto dedicado a la Hermandad del Cristo de los Estudiantes de Córdoba que ha logrado esta imagen, tan cabal como conmovedora, que nos acerca, más aún, al Cristo Vivo del Sagrario.
A pocos días de que comience la Semana Santa, en donde se vive con especial devoción en lugares tan emblemáticos como Sevilla, cae en nuestras manos una característica novela negra del escritor Fran Ortega. Los hijos de justo comienza con el capellán de la Macarena degollado en la Basílica, en donde, además, no hay rastro de la imagen de la virgen.
Te he mirado Señor, como otras veces, pero hoy tu rostro está más afligido. Sé que ahora te sientes muy herido por agravios que tu no te mereces.
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