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Etiquetas | Sahara | Política exterior
La política exterior española nunca pudo abandonar su impostura imperialista, y la invención del problema del Sáhara Occidental es solo una prueba más

De Tetuán al delirio español del Sáhara Occidental

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La política exterior española nunca pudo abandonar su impostura imperialista, y la invención del problema del Sáhara Occidental es solo una prueba más...

Por estas fechas se cumplen ciento cincuenta y seis años del ataque español a la ciudad marroquí de Tetuán, motivo de un orgullo sin gloria por parte de un país que sufre una vanidosa historia imperialista.

En América es conocida la afición de los españoles a los interminables títulos nobiliarios, la parafernalia heráldica y los blasones de nobleza, algo que permitió al dictador Francisco Franco restaurar una monarquía en pleno siglo XX. En 1947 se promulgó la “Ley de Sucesión en la Jefatura del Estado”, que convirtió a España en un Reino sin Rey y al dictador en hacedor de nobles, dado que se arrogaba con ella el derecho de reconocer y conceder discutidos títulos nobiliarios.

Si existe alguien que encarnó el quijotesco sueño español de ganarse títulos de nobleza con proezas heroicas fue, a pesar de su apellido irlandés, Leopoldo O'Donnell. Este descendiente de militares irlandeses nacido en Santa Cruz de Tenerife, había logrado su primer título nobiliario como capitán de Aragón, Valencia y Murcia durante la primera guerra carlista. Llegaría a ser Grande de España, Duque de Tetuán, Conde de Lucena y Vizconde de Aliaga.

En 1854 encabezó con su facción un golpe que le abrió las puertas del poder, y que lo llevó a presidir el gabinete en tres oportunidades, la más prolongada de 1858 a 1863. Durante esos años, O Donnell unió su destino al de Napoleón III con tanta pasión como lo haría más tarde Aznar con Bush. Secundó el expansionismo francés enviando tropas españolas para reforzar las campañas francesas en Indochina, e incluso intentó recuperar la influencia española en América.

La intervención de Francia en México, la reincorporación temporal de Santo Domingo y la guerra del Pacífico contra Perú y Chile de 1865 a 1868 se dieron en ese contexto.

O'Donnell.también lanzó una guerra de conquista en Africa, que dirigió personalmente hasta la ocupación de Tetuán, donde los eapañoles izaron su bandera el 6 de febrero de 1860.; Esta exitosa campaña le valió el título de duque, y España logró con ella arrebatar a Marruecos Ceuta y Melilla, además del enclave de Ifni.

Podríamos recordar, para pinchar el globo a los españoles, que también sufrieron el mayor desastre militar de su historia en Marruecos, Ocurrió en la localidad marroquí de Annual, el 22 de julio de 1921, cuando el general Silvestre no pudo cumplir su promesa hecha al rey Alfonso XIII de festejar su onomástica ( el primero de agosto) con champaña en Alhucemas.

Cuenta la leyenda que Alfonso XIII alentó al general con un telegrama de celebración que decía “Ole ahí, por tus cojones, Silvestre”. Si la veracidad de dicha frase no puede ser confirmada, si es bien conocida la actitud miserable del rey español para con sus súbditos que cayeron prisioneros durante la guerra del Riff, dado que se negó a pagar rescate quejándose de lo cara que estaba la “carne de gallina”.

Annual fue la mayor derrota de España en Marruecos, tal vez la mayor de toda su historia, pero no la última.

Apenas un año después de que fuera reconocida la independencia de Marruecos, el 23 de noviembre de 1957, estalló la guerra del Ifni, territorio codiciado por los militares españoles para lograr ascensos rápidos y negocios lucrativos. Finiquitado el Protectorado del Norte y expulsados del Rif y del Yebala, a los españoles sólo les quedaban Ifni y el Sáhara para continuar disfrutando del desfasado delirio imperialista español. Las dos colonias olvidadas eran los últimos jirones de un imperio sepultado por la historia.

Para graficar lo penoso que una guerra en el Ifni significaba para España, basta citar lo que señala Tomás Bárbulo sobre los aviones de los que disponía su aviación:”…eran ancianos Junker y Heinkel más peligrosos para sus pasajeros y tripulantes que para el enemigo: en mayo se estrelló uno cuando trataba de despegar (14 muertos) y en agosto se estrelló otro cuando intentaba aterrizar (seis muertos)”

En total, la delirante guerra del Ifni costó a España 198 muertos, 574 heridos y 80 desaparecidos entre los soldados españoles. El sacrificio sirvió poco, dado que debieron entregar el Ifni en 1969, y el Sáhara Occidental en 1975.

En cuanto a Ceuta y Melilla, la odiosa presencia española sólo sirve para que los violentistas promuevan su guerra santa entre los marroquíes, a los que refriegan el continuado insulto que les infligen los españoles.

Lo peor de todo es que muchos españoles no han asimilado las lecciones de la historia, y en su nostálgico delirio imperialista siguen usando la cuestión del Sáhara como arma arrojadiza contra Marruecos.

Ya lo ha señalado el Premio Cervantes de Literatura Juan Goytisolo: “La cuestión del Sahara confronta dos principios opuestos, el de la intangibilidad de las fronteras trazadas por el colonialismo y que está defendido por Argelia, y el de la reconstitución del estado histórico desmembrado por la intervención europea, defendido por Marruecos” y no hay nada que agregar.

De Tetuán al delirio español del Sáhara Occidental

La política exterior española nunca pudo abandonar su impostura imperialista, y la invención del problema del Sáhara Occidental es solo una prueba más
Luis Agüero Wagner
viernes, 5 de febrero de 2016, 08:14 h (CET)
La política exterior española nunca pudo abandonar su impostura imperialista, y la invención del problema del Sáhara Occidental es solo una prueba más...

Por estas fechas se cumplen ciento cincuenta y seis años del ataque español a la ciudad marroquí de Tetuán, motivo de un orgullo sin gloria por parte de un país que sufre una vanidosa historia imperialista.

En América es conocida la afición de los españoles a los interminables títulos nobiliarios, la parafernalia heráldica y los blasones de nobleza, algo que permitió al dictador Francisco Franco restaurar una monarquía en pleno siglo XX. En 1947 se promulgó la “Ley de Sucesión en la Jefatura del Estado”, que convirtió a España en un Reino sin Rey y al dictador en hacedor de nobles, dado que se arrogaba con ella el derecho de reconocer y conceder discutidos títulos nobiliarios.

Si existe alguien que encarnó el quijotesco sueño español de ganarse títulos de nobleza con proezas heroicas fue, a pesar de su apellido irlandés, Leopoldo O'Donnell. Este descendiente de militares irlandeses nacido en Santa Cruz de Tenerife, había logrado su primer título nobiliario como capitán de Aragón, Valencia y Murcia durante la primera guerra carlista. Llegaría a ser Grande de España, Duque de Tetuán, Conde de Lucena y Vizconde de Aliaga.

En 1854 encabezó con su facción un golpe que le abrió las puertas del poder, y que lo llevó a presidir el gabinete en tres oportunidades, la más prolongada de 1858 a 1863. Durante esos años, O Donnell unió su destino al de Napoleón III con tanta pasión como lo haría más tarde Aznar con Bush. Secundó el expansionismo francés enviando tropas españolas para reforzar las campañas francesas en Indochina, e incluso intentó recuperar la influencia española en América.

La intervención de Francia en México, la reincorporación temporal de Santo Domingo y la guerra del Pacífico contra Perú y Chile de 1865 a 1868 se dieron en ese contexto.

O'Donnell.también lanzó una guerra de conquista en Africa, que dirigió personalmente hasta la ocupación de Tetuán, donde los eapañoles izaron su bandera el 6 de febrero de 1860.; Esta exitosa campaña le valió el título de duque, y España logró con ella arrebatar a Marruecos Ceuta y Melilla, además del enclave de Ifni.

Podríamos recordar, para pinchar el globo a los españoles, que también sufrieron el mayor desastre militar de su historia en Marruecos, Ocurrió en la localidad marroquí de Annual, el 22 de julio de 1921, cuando el general Silvestre no pudo cumplir su promesa hecha al rey Alfonso XIII de festejar su onomástica ( el primero de agosto) con champaña en Alhucemas.

Cuenta la leyenda que Alfonso XIII alentó al general con un telegrama de celebración que decía “Ole ahí, por tus cojones, Silvestre”. Si la veracidad de dicha frase no puede ser confirmada, si es bien conocida la actitud miserable del rey español para con sus súbditos que cayeron prisioneros durante la guerra del Riff, dado que se negó a pagar rescate quejándose de lo cara que estaba la “carne de gallina”.

Annual fue la mayor derrota de España en Marruecos, tal vez la mayor de toda su historia, pero no la última.

Apenas un año después de que fuera reconocida la independencia de Marruecos, el 23 de noviembre de 1957, estalló la guerra del Ifni, territorio codiciado por los militares españoles para lograr ascensos rápidos y negocios lucrativos. Finiquitado el Protectorado del Norte y expulsados del Rif y del Yebala, a los españoles sólo les quedaban Ifni y el Sáhara para continuar disfrutando del desfasado delirio imperialista español. Las dos colonias olvidadas eran los últimos jirones de un imperio sepultado por la historia.

Para graficar lo penoso que una guerra en el Ifni significaba para España, basta citar lo que señala Tomás Bárbulo sobre los aviones de los que disponía su aviación:”…eran ancianos Junker y Heinkel más peligrosos para sus pasajeros y tripulantes que para el enemigo: en mayo se estrelló uno cuando trataba de despegar (14 muertos) y en agosto se estrelló otro cuando intentaba aterrizar (seis muertos)”

En total, la delirante guerra del Ifni costó a España 198 muertos, 574 heridos y 80 desaparecidos entre los soldados españoles. El sacrificio sirvió poco, dado que debieron entregar el Ifni en 1969, y el Sáhara Occidental en 1975.

En cuanto a Ceuta y Melilla, la odiosa presencia española sólo sirve para que los violentistas promuevan su guerra santa entre los marroquíes, a los que refriegan el continuado insulto que les infligen los españoles.

Lo peor de todo es que muchos españoles no han asimilado las lecciones de la historia, y en su nostálgico delirio imperialista siguen usando la cuestión del Sáhara como arma arrojadiza contra Marruecos.

Ya lo ha señalado el Premio Cervantes de Literatura Juan Goytisolo: “La cuestión del Sahara confronta dos principios opuestos, el de la intangibilidad de las fronteras trazadas por el colonialismo y que está defendido por Argelia, y el de la reconstitución del estado histórico desmembrado por la intervención europea, defendido por Marruecos” y no hay nada que agregar.

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