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De manera consciente o imperceptible, navegamos entre sus olas, con muchas INFLUENCIAS simultáneas

Noosfera democrática

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Más allá del pensamiento de cada humano, de sus lenguajes; el ya veterano concepto de la noosfera agrupa el acervo común de dichas expresiones. Máxime, si recalcamos la importancia de todos los tipos de lenguaje, son muchos (Verbal, corporal, emocional, bioquímico, cuántico…). La suma conforma una especie de conciencia general, como una atmósfera envolvente de contenidos variables, en una remodelación continua, con entradas y salidas. Viene a ser como el BAGAJE condensado de todas las aportaciones efectuadas a través de los tiempos, es la expresión de ese conjunto.

Cualquier actividad emprendida estará relacionada con la mencionada esfera de ideas, conocimientos y proyecciones. Quienes pretendan negarlo, no anularán la realidad con su actitud, porque ellos mismos están sometidos al carácter comunitario. El mar de ideas en común ofrece sus contenidos sin remilgos. De manera consciente o imperceptible, navegamos entre sus olas, con muchas INFLUENCIAS simultáneas. El funcionamiento democrático está engarzado de firme con esos intercambios, en una multiplicidad de posibilidades tan riesgosa como fascinante. El número de opciones es infinito para esas parcelas dinámicas de la decisión personal.

Somos propensos a entablar diálogos babélicos, cada uno con su jerga, en un parloteo interminable e insustancial. La necesidad de una buena INFORMACIÓN para la congruencia de las votaciones, es un requisito crucial; forma parte de la sabiduría popular. La ignorancia entorpece los mecanismos democráticos.Cuando no son transparentes las intenciones, las declaraciones, ni los sesgos promovidos por periódicos o televisiones; queda muy mermada la coherencia del conjunto. Tampoco me da la impresión de una exigencia correctora por parte del grueso de la población. Y la corrección espontánea es una rareza; de esa manera, la sabiduría no descenderá de la estratosfera.

Aunque la desidia esté presente, con respecto al entendimiento general de las buenas cualidades informativas, mantenemos pocas dudas. No servirán las excusas cuando observemos comportamientos defectuosos en ese ámbito. Sin embargo, el primer defecto le tenemos bien cercano, suele radicar en la abdicación en cuanto al discernimiento propio; en la INCOHERENCIA manifiesta entre el ejercicio de nuestras facultades, muy descuidadas en los ajetreos de la modernidad; y la reclamación vociferante de mejores respuestas ajenas. Si fuera posible un cierto equilibrio…

El pueblo se traduce en participaciones, o no es pueblo, o muy poco significativo. El grado de la PARTICIPACIÓN está sometido a múltiples vicisitudes. En diferentes latitudes comprobamos el escaso valor de los adjetivos democráticos (Irán, China, Venezuela, USA, Nigeria, Marruecos). En realidad, observamos un desplazamiento sutil del concepto participativo a la delegación de funciones y responsabilidades, cuando no acaban en francos abusos. De la nulidad a la excelencia, cada uno analice si discurrimos por trechos iniciáticos o si el avance conseguido nos satisface. La idea de estar involucrados es clarísima, aunque la práctica introduce facetas contradictorias de alcances imprevistos, y olvidemos la idea central.

Conocidos los avatares históricos, cobra realce el meollo del asunto democrático. La participación de la gente en el gobierno de sus andanzas, anuncia el progreso social de un reconocimiento, nadie dispone de la solución infalible. De ahí el carácter necesario de la participación general. En ella confluyen las características humanas en su conjunto, desgajando los grandes conceptos en una frecuente asimilación VICIOSA, la de confundirlos con las actitudes tomadas en su nombre; confundimos la democracia, con los afanes denominados democráticos, pero apegados a las actitudes prepotentes de sus protagonistas. El vicio queda encubierto por el juego de palabras, por la complicidad obsecuente de la abundante necedad.

Para cada comportamiento viciado sería bueno, imprescindible, echar mano de los elementos CORRECTORES del sistema, que los hay, o los de nueva invención. La publicación transparente de las gestiones improcedentes, métodos legislativos, nombramientos y destituciones, debates abiertos referidos a los asuntos relevantes, mejora de las informaciones; ajustarían sis duda los procedimientos. Destaca un punto débil de triste experiencia; la facilidad con la que cada uno de los recursos acaba absorbido por los principales poderes. En ese caso, perdida la independencia, acaban siendo estructuras de corrupción, con los desarreglos consiguientes y la enorme dificultad para evitar las desviaciones.

Consideremos la profusión de ideas cuya evaluación sea complicada, si no imposible. Qué diríamos de las intenciones, preferencias, servilismos, sinceridad, desconocimientos o sensibilidades. Puestos en tales tesituras, una de las claves fundamentales gira alrededor de las actuaciones previas, de la fiabilidad de los actos responsables. Esa CONFIANZA es un objeto frágil, sometido a las tensiones habituales de la convivencia; con el agravante de que sus roturas son de apaños casi imposibles. Cultivarla con fe es crucial, porque sin el calor de sus rayos, la frialdad propende a las gestiones maliciosas.

Es improcedente la conversión de la democracia en un mito contemplativo alejado de las vicisitudes cotidianas, como referente de aires divinos, fuera de las deliberaciones vitales para cada uno de nosotros y con una aproximación sospechosa al reino de los misterios inaccesibles. Le damos la bienvenida al aura de una entidad importante, pero el meollo de su esencia está en todas las mentes, radica en la cercanía con las personas; o de lo contrario se desintegra. Hasta el aura se apagará si las PRÁCTICAS no le corresponden; el aura y la confianza reflejan las buenas andanzas. Algo cruje en las mismas bases cuando ambas expresiones son de las menos cuidadas en los ambientes modernos. Detrás del crujido podemos preveer los aconteceres.

Las primeras tentaciones fueron descubiertas en tiempos remotos. Un buen número de acólitos precoces puso buen empeño en magnificarlas; y en eso continúa el progreso, afecta a las más recónditas dimensiones del ser humano. Los nuevos descubrimientos en ese sentido, asombran por su osadía. Si el equilibrio democrático subsiste, tendrá difícil explicación, vista la envergadura de las TENTACIONES asumidas. Impresiona esa pérdida de los recursos correctores, el dominio implantado de los desbarajustes. Quién sabrá, qué invasiones acontecieron, y de manera especial, con qué colaboraciones contaron.

Algo precisamos, que no acabamos de encontrar. El saber no consigue taponar todos los agujeros del mal fario. En el juego dialéctico entablado, el habla cunde y la escucha tiende a la ausencia. También en esto, la atmósfera bien, gran belleza asomada al universo, pero no pensábamos en ella. Nosotros, de manera DISPLICENTE, descuidadmos los egoismos, sin hacer caso de otras consideraciones; en una actitud comunitaria poco coherente con sus propios conocimientos, que acumula sobresaltos.

Noosfera democrática

De manera consciente o imperceptible, navegamos entre sus olas, con muchas INFLUENCIAS simultáneas
Rafael Pérez Ortolá
viernes, 5 de febrero de 2016, 08:01 h (CET)
Más allá del pensamiento de cada humano, de sus lenguajes; el ya veterano concepto de la noosfera agrupa el acervo común de dichas expresiones. Máxime, si recalcamos la importancia de todos los tipos de lenguaje, son muchos (Verbal, corporal, emocional, bioquímico, cuántico…). La suma conforma una especie de conciencia general, como una atmósfera envolvente de contenidos variables, en una remodelación continua, con entradas y salidas. Viene a ser como el BAGAJE condensado de todas las aportaciones efectuadas a través de los tiempos, es la expresión de ese conjunto.

Cualquier actividad emprendida estará relacionada con la mencionada esfera de ideas, conocimientos y proyecciones. Quienes pretendan negarlo, no anularán la realidad con su actitud, porque ellos mismos están sometidos al carácter comunitario. El mar de ideas en común ofrece sus contenidos sin remilgos. De manera consciente o imperceptible, navegamos entre sus olas, con muchas INFLUENCIAS simultáneas. El funcionamiento democrático está engarzado de firme con esos intercambios, en una multiplicidad de posibilidades tan riesgosa como fascinante. El número de opciones es infinito para esas parcelas dinámicas de la decisión personal.

Somos propensos a entablar diálogos babélicos, cada uno con su jerga, en un parloteo interminable e insustancial. La necesidad de una buena INFORMACIÓN para la congruencia de las votaciones, es un requisito crucial; forma parte de la sabiduría popular. La ignorancia entorpece los mecanismos democráticos.Cuando no son transparentes las intenciones, las declaraciones, ni los sesgos promovidos por periódicos o televisiones; queda muy mermada la coherencia del conjunto. Tampoco me da la impresión de una exigencia correctora por parte del grueso de la población. Y la corrección espontánea es una rareza; de esa manera, la sabiduría no descenderá de la estratosfera.

Aunque la desidia esté presente, con respecto al entendimiento general de las buenas cualidades informativas, mantenemos pocas dudas. No servirán las excusas cuando observemos comportamientos defectuosos en ese ámbito. Sin embargo, el primer defecto le tenemos bien cercano, suele radicar en la abdicación en cuanto al discernimiento propio; en la INCOHERENCIA manifiesta entre el ejercicio de nuestras facultades, muy descuidadas en los ajetreos de la modernidad; y la reclamación vociferante de mejores respuestas ajenas. Si fuera posible un cierto equilibrio…

El pueblo se traduce en participaciones, o no es pueblo, o muy poco significativo. El grado de la PARTICIPACIÓN está sometido a múltiples vicisitudes. En diferentes latitudes comprobamos el escaso valor de los adjetivos democráticos (Irán, China, Venezuela, USA, Nigeria, Marruecos). En realidad, observamos un desplazamiento sutil del concepto participativo a la delegación de funciones y responsabilidades, cuando no acaban en francos abusos. De la nulidad a la excelencia, cada uno analice si discurrimos por trechos iniciáticos o si el avance conseguido nos satisface. La idea de estar involucrados es clarísima, aunque la práctica introduce facetas contradictorias de alcances imprevistos, y olvidemos la idea central.

Conocidos los avatares históricos, cobra realce el meollo del asunto democrático. La participación de la gente en el gobierno de sus andanzas, anuncia el progreso social de un reconocimiento, nadie dispone de la solución infalible. De ahí el carácter necesario de la participación general. En ella confluyen las características humanas en su conjunto, desgajando los grandes conceptos en una frecuente asimilación VICIOSA, la de confundirlos con las actitudes tomadas en su nombre; confundimos la democracia, con los afanes denominados democráticos, pero apegados a las actitudes prepotentes de sus protagonistas. El vicio queda encubierto por el juego de palabras, por la complicidad obsecuente de la abundante necedad.

Para cada comportamiento viciado sería bueno, imprescindible, echar mano de los elementos CORRECTORES del sistema, que los hay, o los de nueva invención. La publicación transparente de las gestiones improcedentes, métodos legislativos, nombramientos y destituciones, debates abiertos referidos a los asuntos relevantes, mejora de las informaciones; ajustarían sis duda los procedimientos. Destaca un punto débil de triste experiencia; la facilidad con la que cada uno de los recursos acaba absorbido por los principales poderes. En ese caso, perdida la independencia, acaban siendo estructuras de corrupción, con los desarreglos consiguientes y la enorme dificultad para evitar las desviaciones.

Consideremos la profusión de ideas cuya evaluación sea complicada, si no imposible. Qué diríamos de las intenciones, preferencias, servilismos, sinceridad, desconocimientos o sensibilidades. Puestos en tales tesituras, una de las claves fundamentales gira alrededor de las actuaciones previas, de la fiabilidad de los actos responsables. Esa CONFIANZA es un objeto frágil, sometido a las tensiones habituales de la convivencia; con el agravante de que sus roturas son de apaños casi imposibles. Cultivarla con fe es crucial, porque sin el calor de sus rayos, la frialdad propende a las gestiones maliciosas.

Es improcedente la conversión de la democracia en un mito contemplativo alejado de las vicisitudes cotidianas, como referente de aires divinos, fuera de las deliberaciones vitales para cada uno de nosotros y con una aproximación sospechosa al reino de los misterios inaccesibles. Le damos la bienvenida al aura de una entidad importante, pero el meollo de su esencia está en todas las mentes, radica en la cercanía con las personas; o de lo contrario se desintegra. Hasta el aura se apagará si las PRÁCTICAS no le corresponden; el aura y la confianza reflejan las buenas andanzas. Algo cruje en las mismas bases cuando ambas expresiones son de las menos cuidadas en los ambientes modernos. Detrás del crujido podemos preveer los aconteceres.

Las primeras tentaciones fueron descubiertas en tiempos remotos. Un buen número de acólitos precoces puso buen empeño en magnificarlas; y en eso continúa el progreso, afecta a las más recónditas dimensiones del ser humano. Los nuevos descubrimientos en ese sentido, asombran por su osadía. Si el equilibrio democrático subsiste, tendrá difícil explicación, vista la envergadura de las TENTACIONES asumidas. Impresiona esa pérdida de los recursos correctores, el dominio implantado de los desbarajustes. Quién sabrá, qué invasiones acontecieron, y de manera especial, con qué colaboraciones contaron.

Algo precisamos, que no acabamos de encontrar. El saber no consigue taponar todos los agujeros del mal fario. En el juego dialéctico entablado, el habla cunde y la escucha tiende a la ausencia. También en esto, la atmósfera bien, gran belleza asomada al universo, pero no pensábamos en ella. Nosotros, de manera DISPLICENTE, descuidadmos los egoismos, sin hacer caso de otras consideraciones; en una actitud comunitaria poco coherente con sus propios conocimientos, que acumula sobresaltos.

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