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Hay nombramientos del nuevo presidente catalán Puigdemont difíciles de entender. Parecen un premio al sectarismo y a la radicalidad. Por ejemplo, sorprende que se nombre como Director de Comunicación a Jaume Clotet, cuyo mérito más destacado es haber insultado a los padres castellanohablantes que piden alguna asignatura en castellano para sus hijos, proponiendo colocarles, literalmente, “entre la prisión y la perrera”.
¿Qué pasaría si un cargo del gobierno central propusiera que a los padres catalanohablantes que piden enseñanza en catalán se les colocase “entre la prisión y la perrera”? Podemos imaginar las declaraciones y las peticiones de dimisión. Pero, por lo visto, insultarnos a los castellanohablantes en Cataluña sale completamente gratis. O mejor aún, Puigdemont te premia y te promociona. De vergüenza.
Me he criado en una familia religiosa, sin llegar a ser beata, que ha vivido muy de cerca la festividad del Jueves Santo desde siempre. Mis padres se casaron en Santo Domingo, hemos vivido en el pasillo del mismo nombre, pusimos nuestro matrimonio a los pies de la Virgen de la Esperanza, de la que soy hermano, y he llevado su trono durante 25 años.
Gladio (espada en latín), fue el nombre que se le dio a la "red de agentes durmientes desplegados por la OTAN en Italia y preparados para entrar en acción en caso de que los soviéticos invadieran Europa Occidental", y serían la fuerza aliada que permanecería detrás de las líneas soviéticas para facilitar el contraataque.
El diccionario es permisivo, incluye la rigidez en la delimitación de las entradas y salidas; al tiempo que acoge la pérdida de los formatos cerebrales a la hora de regular las ideas entrantes o las emitidas tras elucubraciones varias. A veces no está tan claro si apreciamos más los desajustes o seguimos fieles a ciertos límites establecidos.
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